Multitud de camisetas rojiblancas en mayores y pequeños empezaron a calentar motores de cara al partido del Athletic en Turtzioz. Una mañana disfrutando de los cerca de 40 puestos y la exhibición de ganado en la feria agrícola y ganadera que llenó la urbanización Benigno Garay sembró el terreno para vivir al máximo el choque de la ida de semifinales de la Europa League que se disputó en San Mamés.

Como Gorka, de 5 años, que no pudo resistirse a probar el queso que ofrecían en su stand Isusi Anaiak. Originarios de Sodupe, contaban con alivio que salieron bastante airosos del apagón del lunes. “Habíamos ordeñado a las 8.00 y lo volvimos a hacer a las 20.00, cuando regresó la luz. Solo nos supuso una demora de dos horas con respecto al horario más habitual”, relató Soiartze Isusi. Las consecuencias de la ausencia de luz podían haber sido mucho peores si los animales no llegan a realizar sus tomas. Y es que “un único día sin ordeñar puede provocar que se queden sin leche”. Además, en ausencia de electricidad “no pudimos sacar los quesos de la prensa”.

Las imágenes de la feria de Turtzioz E. Castresana

En la quesería del Cerro en un principio pensaron: “bah, un corte más...”. En Karrantza están acostumbrados. Hasta que “empecé a recibir mensajes en el móvil que hablaban de que en Bilbao tampoco había luz”, narró David Mateos. Su principal preocupación fue “la cámara donde los guardamos a una temperatura de 17 grados no aguantara y se pusieran malos, teniendo en cuenta que hacía calor y el ventilador había dejado de funcionar, claro”. La instalación resistió.

Cuando se percataron de que se trataba de una caída generalizada de la red pensaron: “ahora se va a comprobar quién posee instinto para apañarse”. En el valle lo han desarrollado por la sucesión de cortes. El último y más mediático lo provocó una vaca al enredarse en los cables del teléfono. Por desgracia la imagen de la falta de mantenimiento “ha servido de poco” para que se tomen medidas, “lo hablé con el dueño del animal”.

Exhibición de ordeño

Ayer destacaban que en estos casos es una suerte disponer de los recursos del campo para cubrir las necesidades más básicas. Itziar Zubizarreta impartió una clase magistral de cómo ordeñar a un entregado público mayoritariamente de niños y niñas. La protagonista, Olatz, una vaca frisona de 5 años y “entre 700 y 800 kilos de peso”, que forma parte de la familia de Granja Murrieta en Galdames que componen “alrededor de 180 animales”. “¿A que no sabéis cuántos estómagos tienen las vacas? Nada menos que cuatro”, preguntó para sorpresa de los txikis. En un día cada una de ellas “produce una media de 40 litros de leche”. La implantación de robots de ordeño ha facilitado el control sobre ellas, ya que detecta el punto de lactación en el que se encuentran y permite regular el suministro.

De otra vaca, la frisona, procede el perro villano autóctono de las Encartaciones, según explicó el presidente del Club homónimo, Pedro Lana. La raza canina “nació de la necesidad de los ganaderos de contar con un perro rápido que ayudase a manejar a la vaca monchina” que proliferaba en los montes de la comarca. Con el tiempo “se la manejó con otros métodos” y el perro se dedicó a otras tareas como “la caza del jabalí·.

Perros villanos de rescate

De carácter “dócil y noble” también resultan aptos para labores de rescate. Los dos del guipuzcoano Iñaki Ugartemendia colaboran con el Grupo del Perro de Salvamento de Euskadi, radicado en Elorrio que cuenta con “16 personas y 12 canes”. Al menos dos veces a la semana se reúnen para practicar las labores de intervención “en montaña, bajo los escombros o en avalanchas”. A los suyos les ha tocado movilizarse “para encontrar a personas perdidas y, lamentablemente, en caso de suicidio”.

Por estas cualidades y más, el Club del Villano de las Encartaciones persigue que el Gobierno vasco catalogue la raza como Patrimonio Genealógico y Etnológico.