Bilbao - Una de las interrogantes planteadas a la hora de acometer la rehabilitación del céntrico templo cristiano fue si se iba a restituir los imponentes pináculos blancos que culminaban las dos torres que flaquean el acceso principal. El elevado presupuesto de la reforma no permitirá que los dos elementos verticales vuelvan a contar con su 40 metros de altura originales.

La estampa de la iglesia de la residencia de los Jesuitas quedó desmochada en 1990 cuando el Ayuntamiento ordenó a los propietarios del templo la retirada de las imponentes agujas caladas que la coronaban. El deterioro que sufrían estos componentes arquitectónicos y el riesgo que corrían de desprendimiento de alguna de sus partes obligó, primero, a colocar una cubierta de protección y, finalmente, a su retirada íntegra. La escasa calidad de la piedra blanca traída de las canterías de Crazannes en Francia junto a su altura y conformación hueca supusieron que se tomará tan drástica decisión. De esta forma, las dos torres perdieron su esbeltez y la imagen de la iglesia quedó recortada. Eso sí, se aprovechó la instalación de los andamios que se efectuó por delante de la fachada principal para también proceder a su limpieza completa y eliminar un pequeño kiosco que permanecía adosado a la fachada en la esquina del templo, entre la Alameda de Urquijo y la calle Ayala. Lo que sí quedó como estaba es la verja que cierra un pequeño espacio entre la fachada y el edificio colindante de viviendas.

Sin tañido Las obras también van a suponer la retirada para siempre del edificio de uno de los elementos más característico de los templos cristianos, las campanas. Las ocho piezas de bronce que se colocaron a finales de siglo XIX en las dos torres, y que durante décadas repicaron para llamar a los oficios religiosos, serán bajadas de las alturas. La razón es que desde hace años estos instrumentos no suenan debido a las quejas de los vecinos. El repique de las campanas es un elemento de contaminación acústica que ha surgido como consecuencia de que muchos cascos urbanos han crecido rodeando, literalmente los templos con más solera. Es el caso de la iglesia de la residencia de los Jesuitas que, cuando se levantó, tenía todos los solares de alrededor vacíos y ahora esta constreñida por la trama urbana. - Alberto G. Alonso