Bilbao. Antes de hacerse cofrade, Javier Diago ya tenía muy interiorizado el espíritu religioso de la Semana Santa. Acudía como espectador a las procesiones que se celebraban en Bilbao y, si podía, se escapaba a otras capitales del Estado donde existe una gran tradición de la imaginería. En 1995 recibió la llamada de su amigo Joseba Rodríguez Luzarraga, fallecido el año pasado, para ver si quería incorporarse a la Hermandad de Begoña. Lo hizo encantado y desde entonces no ha dejado de desempeñar puestos de responsabilidad. En noviembre fue nombrado Hermano Abad, o lo que es lo mismo, presidente. Este cargo no le impide disfrutar cada minuto de la Semana Santa en la capital vizcaina, aunque físicamente suponga un gran esfuerzo.
¿Qué tal? ¿Hay nervios?
No. Hay preocupación porque tengo ganas de que las cosas salgan bien. Hay aspectos que dependen de uno mismo y otros, de los demás, pero si llevamos años, como es nuestro caso, los problemas son más llevaderos.
El tiempo parece que va a acompañar a las procesiones, ¿no?
Dicen que hasta el jueves será bueno, luego ya veremos. De todas formas, Bilbao no es como Andalucía, donde una cofradía solo sale un día y si no lo puede hacer por la lluvia se va al traste el trabajo de todo un año. Aquí todas las cofradías acudimos a las 13 procesiones que se organizan, con lo cual, ya habrá alguna en la que no llueva, en caso de que llegue el mal tiempo.
¿Usted va a todas?
Intento ir al mayor número posible de procesiones. Los años que he podido, he salido a todas, pero exige un gran esfuerzo físico. El Viernes Santo, por ejemplo, hay tres procesiones y la primera empieza a las 5.30 horas. Si a eso añadimos que uno está preocupado para que todo esté en orden, el cansancio es mayor.
¿Hace alguna dieta especial esta semana?
No, únicamente trato de estar un poco en forma para aguantar el ritmo, que a veces es maratoniano. La única dieta es que el viernes de Cuaresma no se puede comer carne ni tampoco entre horas.
¿Cuál es la procesión que más le gusta como cofrade?
Yo destacaría tres. La procesión de La Caridad, que la organiza nuestra cofradía; la procesión del Silencio, y la gran procesión del Viernes Santo por la tarde.
¿Qué destacaría de ellas?
De la procesión de La Caridad diría que es la única en la que salen los pasos a hombros y llegan a la basílica de Begoña.
¿Y de la procesión del Silencio?
Esa para mí es muy emotiva. Sale de San Nicolás y los cofrades vamos descubiertos, sin pasos, sin música, simplemente meditando y rezando en los distintos templos del Casco Viejo. Es muy especial porque no te vas preocupando de nada del exterior, solo de orar, de acordarte de las personas que quieres, de pedir por ellas. Es impresionante.
¿Cuándo se celebra esa procesión?
La madrugada del Viernes Santo. Comienza a las 5.30 horas y acaba a las 7.30. Yo siempre recuerdo cuando salimos de la iglesia de la Encarnación y oigo los pájaros. Para mí ese es un momento muy especial, señal de que está amaneciendo. Y después viene el Vía Cruces, que acaba rompiendo el ayuno con chocolate con churros en Begoña.
Desde el punto de vista personal, ¿qué supone para usted la Semana Santa?
Son unos días en lo que se profundiza sobre la pasión, muerte y resurrección de Jesús, que es lo que se celebra en Semana Santa. Son días especiales de reflexión. La resurrección es lo que culmina, lo que marca la diferencia con cualquier otra religión y la Semana Santa es una de la grandes manifestaciones de Jesús.
¿Qué le diría a una persona que no es cristiana?
Que la historia de Jesús es imponente. Que una persona inocente sea condenada injustamente por los poderes político, militar y religioso, le hace meditar a cualquier persona que le guste la cultura.
Volviendo a las procesiones, ¿qué le parece que se hayan convertido en un atractivo turístico de Bilbao?
Muy bien. No tenemos más que palabras de agradecimiento para Bilbao Turismo por el trabajo de difusión que está haciendo de las procesiones y de los actos religiosos de Semana Santa.
¿Están notando más público en las procesiones ?
Sí, bastante. Hace 15 años Bilbao se quedaba vacío y solo nos quedábamos los que procesionábamos, pero en los últimos años el crecimiento ha sido espectacular. Por ejemplo, el Viernes Santo, en la procesión de la tarde, cuando llegamos a la plaza de Moyúa. La verdad es que impresiona.
¿También notan la presencia de turistas?
Sí. Tenga en cuenta que nosotros, a pesar de ir meditando y en nuestros pensamientos, también nos fijamos en el público, y cada vez vemos más turistas.
¿Cuántos cofrades tomarán parte en las procesiones de este año?
Unos 3.000 cofrades.
¿Esa cifra ha aumentado o ha disminuido en los últimos años?
No hay un censo exacto, pero yo creo que el número de cofrades está registrando un aumento de un 5% aproximadamente.
¿Cuál es el perfil del cofrade?
En cuanto a edad, podríamos decir que el cofrade tiene una media de unos 25 años.
¿Tan joven?
Sí, sí. El porcentaje de jóvenes en las cofradías es muy alto. Hay que tener en cuenta que para soportar los pasos hay que tener una cierta juventud. Y en cuanto a sexos, estaremos al 50%. Desde se incorporó hace 27 años a las cofradías, la presencia de la mujer es muy alta.
O sea, que el relevo generacional está asegurado.
Sí. Hay cofradías que están incorporando gente joven a sus juntas directivas.
¿Usted por qué se hizo cofrade?
Por amistad con Joseba Rodríguez Luzarraga, que me llamó para forma parte de un grupo que quería reactivar la cofradía de la Hermandad de Begoña. Posteriormente empecé a salir a procesionar y pensé que todo lo que había recibido de bueno podía contribuir a darlo a los demás.
¿Desfila descalzo?
No. Además, recomendamos no hacerlo por un tema de salud.