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Rebelión ciudadana contra el ruido

Los conflictos derivados de la contaminación acústica crecen como consecuencia de las nuevas leyes y formas de ocio El Ayuntamiento de Bilbao recibe 77 denuncias al año por molestias de este tipo

Rebelión ciudadana contra el ruidoOskar Martínez

Bilbao. Música atronadora a altas horas de la madrugada, gritos y cánticos a deshoras, noches en vela... Los conflictos derivados del ruido son cada día más frecuentes. En Bilbao, casos como los de los vecinos de la discoteca Pacha y de Zorrotzaurre, o los que viven junto a las antiguas canastas del parque de Doña Casilda son solo tres ejemplos. Pero hay más. El Ayuntamiento de la capital vizcaina recibe, cada año, una media de 77 denuncias, una cifra que ha crecido de forma exponencial en el último lustro. "La contaminación acústica ha saltado a la palestra convirtiéndose en un problema cada vez más frecuente, pero también se han multiplicado las herramientas jurídicas para combatir el ruido", defiende Isabel Raluy, miembro del Colegio de Abogados de Bizkaia, que ayer participó en una jornada sobre esta materia.

Hartos de que la música a todo volumen les despertara a las seis de la mañana, los vecinos de la discoteca Pacha, en la calle Luis Briñas, emprendieron una cruzada para poder recuperar el sueño y volver a descansar. No eran solo las vibraciones que se filtraban en el edificio, también el alboroto que los usuarios del establecimiento generaban en el exterior. "En casa oímos hasta cómo arrastran las sillas en el local y notamos vibrar el suelo", aseguraba una de las afectadas. Finalmente, lograron que el Ayuntamiento decretara el cierre cautelar del local, debido al exceso de ruido. Las últimas pruebas que realizó el Área de Urbanismo y Medio Ambiente estimaban que el ruido era casi el doble del valor máximo permitido. Tras arreglar los problemas, pudo volver a abrir.

La situación es similar a la que padecen los vecinos de la Ribera de Zorrotzaurre, lugar elegido por cientos de jóvenes -muchos de ellos menores- para montar su particular fiesta en la vía pública cada fin de semana. Gritos, risas y baile son la tónica de cada noche de viernes y sábado, con la música de los coches a todo volumen para animar el ambiente. La Policía Municipal ya ha intervenido varias veces en la zona, la mayoría de ellas por incidencias relacionadas con el consumo de alcohol en la vía pública y peleas.

En el parque de Doña Casilda, los vecinos que vivían junto a las canastas, en el edificio Lezama Leguizamón, lograron que un juez ordenara la retirada de las mismas tras denunciar las molestias que ocasionaba el ruido de los partidos callejeros. Ahora se colocarán más alejadas de su ubicación inicial, entre la Pérgola y el hotel Meliá.

Menor tolerancia Isabel Raluy reconoce que los ciudadanos denuncian hoy en día con mayor facilidad molestias relacionadas con el ruido, que quizá hace unos años se soportaban con resignación. "Los ciudadanos son ahora más conscientes de sus derechos y el umbral de tolerancia es cada vez menor", afirma. Eso sí, advierte de que no se debe abusar de la vía judicial. "La regulación normativa y el control de la Administración son una solución, pero no la única. Tan perjudicial es la falta de regulación como su exceso. El recurso a la vía judicial no ha de ser trivializado", defiende.

Pero también es cierto que han surgido nuevos hábitos sociales que generan más situaciones conflictivas. Es el caso de la ley antitabaco. Los exteriores de los bares se llenan de fumadores que hablan, gritan y, en ocasiones, hasta cantan.

Pero también hay otros casos. Por ejemplo, la proliferación de alternativas a la hostelería tradicional, en forma de lonjas o txokos. Según datos del Ayuntamiento de Bilbao, en la última década se han incrementado un 66% la solicitud para este tipo de locales en la capital vizcaina; solo en 2010, un 33%. El problema es que, en ocasiones, son también foco de ruido. El año pasado, se abrió expediente a 25 lonjas por molestias de este tipo.

¿Tienen solución estas situaciones? La experta defiende que sí. Recomienda acudir al Ayuntamiento o a la Policía Local para solicitar que se realice una medición y fijar así el ruido en la vivienda o local afectado. Si el ruido supera los límites, se abre un expediente para que cumplan las medidas correctoras legalmente exigibles. Medidas que van desde la limitación de ruido a ordenar el cumplimiento de medidas de insonorización. Si ello no se cumple, o dependiendo del grado de molestia, se puede paralizar de forma cautelar la actividad, una medida que puede derivar en el cierre definitivo.