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Txikitos que quitan penas

Los txikiteros se hicieron grandes para reivindicar la permanencia de la tradición

Txikitos que quitan penasFoto: OSKAR MARTÍNEZ

Bilbao. Se les puede ver cada día por las calles de Bilbao, ataviados con txapela y el sempiterno vaso de vino en la mano. Pero ayer los txikiteros tomaron las calles del Casco Viejo para reivindicar una tradición que, dicen, sustituye al diván de los psiquiatras; sus cánticos se oyeron más que nunca en las Siete Calles y las txapelas se hicieron más necesarias que nunca para hacer frente a una jornada inmersa de lleno en el otoño. Pero ni la lluvia pudo ayer con los txikiteros, que con más fuerza que nunca salieron a la calle para entonar las bondades de la costumbre bilbaina por antonomasia.

"Es estar con los amigos, con la cuadrilla; contarnos nuestras cuitas, ayudar a un amigo que tiene un problema, compartir penas y alegrías", defiende Juan Mari Arana. "La gente está muy equivocada con el txikiteo, cree que sólo es beber vino", lamenta. Este bilbaino de 73 años sabe de lo que habla. No en vano, ha sido txikitero "desde siempre" y aun hoy no hay día que perdone sus dos rondas por Santutxu; al mediodía, desde las 13.15 hasta las 14 horas, y por la tarde, de 20.00 a 21.00 horas. Con una puntualidad casi británica -"si alguno no ha llegado al de cinco minutos ya sabemos que no viene y algo le ha pasado"- y una ronda de bares fija. Los viernes por la tarde, además, alterna por el Casco Viejo. "Está bien tener cuadrillas en diferentes sitios", sonríe. Por Santutxu no suelen hacer grandes alardes de cánticos pero, eso sí, cuando bajan a la parte vieja se desquitan.

Esos cánticos, del Bilbao y sus pueblos -"Puente de Portugalete, tú eres el más elegante..."- al Txoria txori de Mikel Laboa, se hicieron oír con más fuerza que nunca en los bares del Casco Viejo; algunos con más intención que acierto, otros con límites operísticos. Y entre todos, fiel a su tradición, José Lejarraga Petiso protagonizó uno de los actos más emotivos de la jornada. "Las bilbainas y bilbainos, con celo y veneración, pediremos a la Amatxu, su segura protección", entonaba, emocionado, frente a la hornacina de la calle Pelota, repleta ya de flores que los fieles habían depositado a lo largo de la mañana. "Yo no necesito medicina china ni cosas raras de esas; cantándole a la Amatxu crezco diez centímetros", bromeaba. Y es que si hay un colectivo que siente un cariño especial por la Virgen de Begoña, ése es el de los txikiteros. "Ahí está todo el año, guardándonos. Hoy estás con ella para darle las gracias por todo lo que ha pasado este año y le pides fuerza para el próximo. Y un poquito también para el Athletic", explica Carmelo Sánchez-Pando, otro txikitero de tradición y miembro de la Peña Athletic, defensor a ultranza de esta tradición.

Ya por la tarde, la misma emotividad se volvió a sentir con fuerza en la Salve de los Txikiteros. Sería casualidad, pero lo cierto es que el aguacero que minutos antes caía sobre Bilbao se detuvo hasta casi desaparecer en un fino sirimiri cuando las cientos de personas que abarrotaban las calles Pelota, Perro y Santa María alzaron sus voces. No faltaron los txikitos de honor de este año, el escritor Juan Bas y el periodista Eduardo Velasco, en representación de Radio Nervión, ni una representación municipal encabezada por el alcalde, Iñaki Azkuna. El rector de la basílica de Begoña, Carmelo Garitaonaindia, fue el encargado de dirigir la Salve y Paco Larrakoetxea, de dar cuenta de la recaudación de la hucha de los txikiteros: 4.400 euros que se repartirán entre las Hermanitas de los Pobres, Cáritas Parroquial, Fundación Aventura Solidaria y Ayuda en Acción.