Un arranque sólido que sirva tanto para impulsar las posibilidades propias como para sembrar la duda en el rival, aplomo y dureza mental para mantenerse firme ante la dificultad que entraña el objetivo, niveles de acierto importantes, sobre todo desde la larga distancia, que ayuden a mover con brío los guarismos anotadores, asunción de riesgos, niveles de intensidad y energía que amansen al contrincante, ventajas sólidas a partir del ecuador de la cita que permitan ver el objetivo final no demasiado lejano, el impulso de la grada... El Surne Bilbao Basket está obligado a hacer muchas cosas bien y a estrujar el tope de su rendimiento deportivo si mañana quiere dar la campanada ante el Dijon, desactivar la ventaja de 19 puntos que la escuadra francesa conquistó en el encuentro de ida y sacar billete para la segunda final continental de sus 25 años de historia. Deberá hacerlo, además, sin la aportación de sus dos pívots, Tryggvi Hlinason y Marvin Jones, ambos lesionados en la ingrata apertura de esta eliminatoria, lo que añade aún más dificultad al reto. En esta complicadísima circunstancia, tanto el conjunto vizcaino como su marea negra necesitan motivos para creer, clavos ardiendo a los que aferrarse y espolear el intento de remontada.

“Si ellos han podido, nosotros también”, apuntó Jaume Ponsarnau como primera declaración de intenciones cuando aún estaba fresco el horrible 77-58 del primer encuentro. Los hombres de negro, que en ese mismo duelo fabricaron un tempranero colchón de nueve puntos que posteriormente se fue por el sumidero, cuentan con la experiencia de haberse visto la pasada campaña en idéntica situación y haber logrado salir airosos. En los cuartos de final de esta misma competición, cayeron también por 19 puntos en la ida de los cuartos de final ante el Legia Varsovia y resolvieron la papeleta con brutal autoridad en la vuelta, con un inapelable 81-53 que les impulsó hasta unas semifinales en las que el Chemnitz alemán, posterior campeón, fue ya un rival imposible de superar. En las eliminatorias disputadas en la historia de este torneo jamás se le había dado la vuelta a un déficit de puntos tan elevado.

Atendiendo a sus resultados de la presente campaña, el conjunto vizcaino cuenta con ocho victorias por más de 19 puntos, una en Liga Endesa y las siete restantes en Europa. Curiosamente, la registrada en competición doméstica no aconteció en Miribilla, sino en la visita al Leyma Coruña (79-100) con Muhammad-Ali Abdur-Rahkman y sobre todo Rubén Domínguez destrozando el luminoso a base de triples en un extraordinario acto final en el que los hombres de negro anotaron 38 puntos. Como anfitrión, rozó en varias ocasiones esa barrera de los 19 puntos: +18 en el duelo inaugural del curso ante el Río Breogán, +16 ante el Hiopos Lleida y +15 contra el Baxi Manresa.

En la FIBA Europe Cup, firmó un espectacular 95-59 en la vuelta de la eliminatoria previa ante el Neptunas lituano. Posteriormente, coleccionó seis inapelables palizas en la primera fase de grupos ante rivales de nivel deportivo muy inferior. En el Bilbao Arena batió por 40 puntos al Balkan, por 28 al Kutaisi y por 21 al Prievidza. Cuando tuvo que ejercer como visitante, su nivel de autoridad fue también superlativo: 57-88 ante los georgianos, 61-84 contra los eslovacos y 62-93 en territorio búlgaro. En la segunda fase estuvo muy cerca de lograrlo también ante el Sassari en casa, al que acabó ganando 77-60.

Patinazo

El nivel deportivo del Dijon es muy superior al de esos equipos, pero también ha sufrido patinazos importantes durante el presente ejercicio. En la liga francesa cayó en casa por 26 puntos hace menos de un mes contra el Cholet, conjunto al que el Surne Bilbao Basket superó en Miribilla en la segunda fase de grupos de esta FIBA Europe Cup y que disputa la otra semifinal ante el PAOK Salónica. En varias ocasiones más estuvo cerca de encajar esa diferencia pues perdió por 17 en Le Mans, por 14 en Limoges y el pasado sábado por 13 en la cancha del Saint Quentin (85-72).

En Europa también ha registrado un accidente sonado y no precisamente ante un rival de elevado potencial deportivo. En el primer partido de la segunda fase de grupos cayó por un sorprendente 98-77 en su visita al Oradea rumano en un partido en el que llegó a ir perdiendo por 31 puntos en el final del tercer cuarto, maquillando el resultado en los últimos diez minutos. Además, en su visita al PAOK hincó la rodilla por 95-81 en una cita en la que después de ir ganando por 14 puntos en el ecuador del segundo acto llegó a perder por 17.

Los de Ponsarnau son conscientes de que tienen que mejorar muchísimo sus prestaciones deportivas para poder optar a la campanada. Pero probablemente necesitan como rampa de despegue convencerse de que el reto es posible y encontrar un ambiente que les ayude a alimentar esa fe en sus propias posibilidades. Esta vez no habrá convocatorias ni salidas y entradas de jugadores. Los que pelearon el domingo contra el gigantesco Real Madrid serán los encargados de intentar el más difícil todavía.