Dos minutos y medio finales desastrosos cuando parecía que al menos existía la posibilidad de pelear por un resultado más digno y remontable –el 69-56 dibujaba un panorama más soportable, pero de ahí al final el parcial fue de 8-2– obligarán al Surne Bilbao Basket a repetir el reto del más difícil todavía que ya protagonizó con éxito la pasada temporada si quiere estar en la final de la FIBA Europe Cup: volver a darle la vuelta a una desventaja de 19 puntos.

El conjunto de Jaume Ponsarnau ya lo consiguió la pasada temporada, firmando así la mayor remontada de la historia de la competición. En aquella ocasión, aconteció en los cuartos de final. En la ida, los hombres de negro cayeron con estrépito en la cancha del Legia Varsovia (83-64) en otra contienda con paupérrimo rendimiento ofensivo. Para la vuelta en Miribilla, Ponsarnau exigió a sus jugadores cuatro premisas para lograr el milagro deportivo –“carácter, energía, ritmo y asunción de riesgos”– y estos respondieron a la perfección. En aquella ocasión, los suyos solo necesitaron trece minutos y 47 segundos para desactivar la desventaja de 19 puntos (38-18) y acabaron imponiéndose por un inapelable marcador final de 81-53, logrando así la clasificación para unas semifinales en las que el Chemnitz alemán, posterior campeón, fue un rival inabordable.

Así las cosas, el Surne Bilbao Basket ya sabe lo que es enfrentarse a una situación límite como es la actual en la competición continental, aunque a priori el Dijon parece un equipo más sólido, físico y acostumbrado a citas de máxima exigencia que el Legia, aunque los polacos contaban también con una suma interesante de individualidades liderada por el base estadounidense Christian Vital, máximo anotador de la competición y ahora en las filas del Derthona italiano. Hasta la mencionada remontada de los hombres de negro, la mayor que se había registrado en la competición databa de los octavos de final del ejercicio 2017-18 y era favorable al Le Portel francés frente al Dinamo Sassari italiano, pues tras arrancar con una derrota por 17 puntos a domicilio se impuso en su cancha por 19. En la misma ronda, el Mornar montenegrino remontó una desventaja de 13 puntos frente al Ostende. Un curso antes, en cuartos de final, el conjunto belga había superado una brecha de 12 puntos del Enisey ruso.