Malcolm Cazalon llegó y el Surne Bilbao Basket besó el santo de una victoria de mucho valor en este momento de la temporada. El francés ejerció de talismán y tras el partido, en el corro de celebración en el centro de la cancha, se llevó su buena ración de collejas, con cariño, de sus compañeros. No fue el francés el jugador decisivo para tumbar al Girona, ya que ese papel le correspondió a Rubén Domínguez, pero el alero de Roanne demostró que puede aportar muchas cosas como hombre de negro y añadir una nueva amenaza desde el perímetro, que nunca sobra en este baloncesto moderno en el que el lanzamiento de tres puntos adquiere una importancia fundamental.

Eso, meter un triple, fue lo que hizo Cazalon nada más entrar al campo tras cinco minutos de juego en la primera posesión ofensiva en la que participó. Eso inspiró a sus compañeros, que sumaron otros dos triples para la primera racha de acierto del partido. El exjugador del Estrasburgo cumplió con su intención de aportar puntos ya que volvió al banquillo con ocho minutos de juego y siete puntos en siete tiros de campo, a uno por minuto. Su segunda aparición en cancha tras el descanso ya fue más contenida y no sumó más, aunque añadió a su hoja estadística dos rebotes, otras tantas asistencias y un robo de balón. A partir de aquí, cabe esperar más de un tipo que tiene una marca curiosa en su currículo. Según el portal especializado Hoopshype, Malcolm Cazalon es el séptimo jugador que más dinero ha ganado en la NBA por minuto jugado. Los menos de tres minutos que disputó con los Detroit Pistons le supusieron unos ingresos de casi 560.000 dólares.

En Bilbao no se hará millonario, pero su presencia en cancha ofrece a Jaume Ponsarnau la posibilidad de realizar diferentes combinaciones en el perímetro. En principio, parece que Cazalon se moverá sobre todo en el puesto de tres, en el que por tamaño puede funcionar en ataque y defensa, pero con más integración en el equipo puede ser también útil como generador. En todo caso, la defensa tiene que estar pendiente de él porque ya demostró que no se corta y eso abre espacios para sus compañeros y añade soluciones a la pizarra.

Con todo, el Bilbao Basket hace gala de su compromiso con el juego colectivo, que se observa con su diferencia de puntos general de apenas un -19, y el triunfo de ayer tuvo mucho que ver con ello y con elevar el nivel de acierto desde la larga distancia hasta un 37% de acierto. En ello tuvo que ver la explosión de Rubén Domínguez en el último cuarto. En estos tiempos, al gaditano se le augura un gran futuro porque si se trata de tirar, pocos hay mejores que él. El espacio en el equipo ya se lo ha ganado con trabajo y precisión y ahora solo le queda seguir progresando porque su techo tiene que ser muy alto.

Acierto y solidez

La puntería de Domínguez rompió un partido que había discurrido por parámetros de mucha igualdad y tensión por lo que estaba en juego. Como viene ocurriendo cada vez que llega a Miribilla un rival directo, el Bilbao Basket jugó con mucha solidez para cumplir con una premisa básica. A estas alturas, los hombres de negro han ganado al menos una vez a todos los rivales que tienen a la par o por debajo y a dos, el Breogán y el Girona, ya les ha superado en el average particular, lo que le pone a salvo en posibles empates múltiples. Todo lo contrario ocurre con los catalanes que han vencido a los rivales poderosos y han caído contra los débiles y eso no le saca de los apuros. En cambio, el Bilbao Basket está eligiendo bien aquellas batallas que deben llevar a ganar la guerra, no ha tenido tropiezos graves y puede tener unas semanas de tranquilidad, que no será definitiva hasta que queden unas pocas jornadas.