Marcelinho Huertas, eterno a sus 41 años, es una bendición para el baloncesto y una auténtica tortura para el rival de turno. Este sábado le tocó sufrirlo al Surne Bilbao Basket (86-75), su capacidad para controlar todo lo que acontece en cancha, su pulso de cirujano para controlar los tiempos, ejecutar si la situación lo requiere y activar a su socio predilecto de estos últimos años, el también terrible Giorgi Shermadini. Es tan letal su sociedad, a la que La Laguna Tenerife añade un notable cuerpo de fusileros, que exige al rival un nivel altísimo de intensidad, concentración y acierto de cara al aro para contrarrestar su capacidad dañina. Tuvo estas cualidades el conjunto vizcaino hasta un ecuador de la contienda que alcanzó en ventaja (40-42), pero en el tercer cuarto su coraza empezó a resquebrajarse por la acumulación de errores en el tiro lejano ante la contundencia de la defensa rival para acabar entregando la cuchara en los diez minutos finales cuando a los de Txus Vidorreta, además, empezaron a entrarles los triples como si fueran bandejas.

Así fue como los de Jaume Ponsarnau se despidieron de su racha de tres victorias consecutivas en Liga Endesa. Asaltar el Pabellón Santiago Martín eran ya palabras mayores para unos hombres de negro que volvieron a tener un serio problema con sus porcentajes desde la larga distancia (25%, 7 de 28), acrecentados en ese tercer acto (1 de 9) en el que explotar las distancias cortas e intermedias fue misión casi imposible, quedándose así huérfanos de ese gran arma que hasta ese momento habían sido el granítico Tryggvi Hlinason y el punzante Melwin Pantzar.

No fue por no intentarlo, pero el conjunto anfitrión supo imponer su mayor poder armamentístico a lomos de su base brasileño (18 puntos y nueve asistencias) y su pívot georgiano (16 puntos). A los visitantes se les hizo bola la intensidad de su contrincante al regreso de vestuarios y se empequeñecieron. Intentaron no perderle la cara al duelo hasta el final, pero la desventaja de diez puntos con la que se llegó a los diez minutos finales (67-57) no tuvo vuelta atrás porque con Pantzar y Hlinason fuera de foco hubo pocos recursos a los que aferrarse salvo los intentos de activar la resistencia de Tomasz Gielo. 

INTERCAMBIO

Pese a que en ataque le costó poner la bola en manos de Hlinason por la activa defensa de los locales alrededor del faro islandés, el conjunto vizcaino encontró recursos ofensivos suficientes en el arranque de la contienda para aguantar la estela de los de Vidorreta en el luminoso. Y no solo eso, con la entrada en escena de la segunda unidad se armó de argumentos para mandar en el luminoso. Funcionaron tanto Pantzar como Marvin Jones, y con Rubén Domínguez sumando dos triples, el último extraordinario desde el medio campo sobre la bocina del cierre del primer acto, el 19-24 tras los diez primeros minutos sonaba de maravilla, más aún cuando Muhammad-Ali Abdur-Rahkman se sumaba al acierto desde el perímetro en la apertura del segundo cuarto para colocar un magnífico 19-27.

Sin embargo, La Laguna Tenerife puso bajo el foco a Huertas y el partido cambió. Entre los tiros libres facilitados por la retaguardia bilbaina con faltas a destiempo y los siete puntos seguidos del base, el parcial adverso de 13-2 hizo daño a los visitantes y Ponsarnau tuvo que parar el choque con el 32-29. La facturación de puntos pasó a ser labor muy complicada desde todas las distancias y la retaguardia quedó dañada por el desbarajuste creado por Huertas, pero Hlinason acudió al rescate de los suyos con diez puntos en menos de seis minutos y los hombres de negro desactivaron un momento peligroso (36-31) para recuperar el control del luminoso y llegar al ecuador de la contienda con un 40-42.

PROBLEMAS

Tras un descanso más largo de lo habitual por la avería del reloj de posesión de la canasta en la que les tocaba atacar a los de Vidorreta, los de Ponsarnau sufrieron ante la dureza de la retaguardia rival, con permiso arbitral para emplearse con contundencia. Los puntos de Gielo sirvieron para resistir ante el despertar triplista de David Kramer (52-51), pero el Surne Bilbao Basket, limitado a una sucesión de triples sin acierto al quedar enredado por la efusividad de la retaguardia rival, fue perdiendo pie. Además, en el bando contrario dieron un paso al frente los primeros espadas, Huertas y Shermadini, y Ponsarnau tuvo que llamar a capítulo a los suyos con el 60-52. Intentó Jones liderar la resistencia, pero el encuentro llegó a sus diez minutos finales con la primera brecha de dobles dígitos impresa en el luminoso: 67-57.

No hubo solución posible porque Lluís Costa, Tim Abromaitis y Joan Sastre empezaron a percutir desde la larga distancia (75-61) y el conjunto vizcaino se quedó sin pólvora ofensiva ni fuerza defensiva para evitar la derrota. Demasiado rival enfrente, sobre todo si los niveles de acierto no acompañan.