El Bilbao Basket tiene que deshacer el nudo mental que le tiene atrapado y le ha convertido en un equipo desfigurado e irreconocible, sobre todo en comparación con el que lucía frescura hace apenas un mes. Nadie les niega el esfuerzo, pero a los hombres de negro no les sale nada y entre imprecisiones e indecisiones se han metido en un bucle que les llevó ayer a sumar su tercera derrota consecutiva en Miribilla, lo que supone un mayor problema que haber logrado solo una victoria fuera de casa.

En el peor derbi que se recuerda, en el de menor anotación de toda la historia, el Bilbao Basket volvió a darse de bruces con sus carencias actuales, que proviene todas del bajón que han pegado alguno de sus jugadores principales. El equipo no ha levantado cabeza en la Liga Endesa desde la derrota en Girona, una oportunidad de dar un paso adelante que se volvió a desperdiciar. Es algo recurrente ya en las últimas temporadas y que obliga a hacer una reflexión sobre las expectativas colectivas, que normalmente llegan desde fuera, y sobre todo las individualidades, que son las que se manejan en el vestuario de Artxanda y que quizás estén afectando a la toma de decisiones en el cancha.

Hasta ese día en Fontajau se destacó que el Bilbao Basket había dominado muchos minutos el marcador de sus partidos sin ser capaz de sacarle provecho en forma de victorias. Pues bien, en los últimos tres partidos el equipo de Jaume Ponsarnau ha estado por delante de sus rivales solo veinte segundos y, claro, ha perdido. Para ganar en la Liga Endesa no se puede flaquear en ninguna de las dos partes del campo ya que ahora no se entienden la una sin la otra, están claramente conectadas, y es en el ataque donde el rendimiento del Bilbao Basket más se ha resentido, con tres partidos consecutivos sin pasar de ochenta puntos.

El 3 de 23 triples ante el Baskonia es llamativo, pero no es algo casual porque los hombres de negro están a apenas una décima de ser el peor equipo en ese apartado. Y otro dato destacable es que el Bilbao Basket casi el mismo porcentaje en casa y fuera: en torno al 31%. En este sentido, el factor cancha no está elevando el acierto ni la confianza de los jugadores, lo que obliga a mirar este detalle con detenimiento en busca de una mejoría inaplazable por el calendario que viene por delante. Esta del lanzamiento exterior era una de las virtudes que se le adjudicaban al equipo en verano, un aspecto en el que se creía haber mejorado, pero se está convirtiendo en un lastre que está obligando a hacer un baloncesto contra corriente.

Porque en los últimos partidos se está viendo al mejor Hlinason de siempre, pero al islandés le falta compañía en el perímetro, que es donde en el baloncesto moderno se corta el bacalao. Solo cuatro pívots están entre los cincuenta máximos anotadores de la Liga Endesa y no hay ninguno entre el 19 y el 50. En ese quincuagésimo puesto, aparece el máximo anotador del Bilbao Basket: Abdur-Rahkman, con 10 puntos por partido. Se espera más de él por su condición de extracomunitario, pero en eso también el baloncesto ha cambiado y en realidad se están echando en falta referentes claros en esos minutos de la verdad, más allá del pasaporte que tenga cada uno. Porque con Hlinason no llega. Llámese aplomo, determinación, mentalidad, carácter, para jugar sin pensar en las consecuencias de los errores.