Cuando Thomas Schreiner anotó aquel triple a 16 segundos del final, estalló Miribilla después de varios años de sinsabores. Tal día como hoy de hace cinco años, el Bilbao Basket logró su segundo ascenso a la Liga Endesa tras culminar con éxito la temporada que supuso hacer borrón y cuenta nueva en la historia del club. El descenso del curso anterior había provocado una situación límite en lo económico y un cambio radical en la estructura por medio de un concurso de acreedores que se arrastró en un curso que en lo deportivo tuvo un final feliz, algo que se consideraba imprescindible para la supervivencia de la entidad.
Pero no fue nada fácil, de hecho el desarrollo de la campaña llevó el reto por el camino más duro, el que no permitó errores. Alex Mumbrú había cogido las riendas del banquillo en su primera experiencia como entrenador y hubo que vender confianza en el proyecto, convencer a jugadores y agentes para armar una plantilla nueva en la que solo Javi Salgado se mantenía tras el descenso como elemento clave para unir las piezas. Al final, la dirección deportiva de Rafa Pueyo armó un equipo de alto nivel, aunque las incógnitas eran muchas.
La primera, la de la respuesta de la afición, se resolvió pronto ya que el público concedió el beneficio de la duda a la situación que se vivía y estuvo siempre con el equipo, incluso desde el desplazamiento a Oviedo en la primera jornada que abrió esta nueva etapa. Las cosas empezaron bien, con cinco victorias en las primeras seis jornadas, que elevaron las expectativas. Sin embargo, pronto apareció la gran amenaza. El Real Betis, que había acompañado a los hombres de negro en el descenso, se convirtió en un enemigo inabordable. Los sevillanos se mantuvieron invictos en casa toda la temporada y llegaron a acumular 18 victorias seguidas, un ritmo que el Bilbao Basket no pudo mantener en un curso en el que sus aficionados vieron a jugadores que ahora suenan mucho como Tyson Pérez, los hermanos Quintela, Leandro Bolmaro, Fran Guerra, Matthieu Kamba, Joel Parra, Pep Busquets, Sergi Martínez o Arturs Zagars.
Tres derrotas consecutivas de los bilbainos en el mes de enero alejaron el liderato a cinco victorias y la derrota en la final de Copa en Sevilla convenció de que los béticos no iban a fallar y obligó a cambiar el chip y resignarse a buscar el ascenso a través del play-off y la Final a Cuatro. El equipo fue creciendo, con la ilusión que provocaban las actuaciones de los dos estadounidenses Brown y Lammer, y pese a alguna derrota dura, como la sufrida en Palma de Mallorca con la que entonces era la menor anotación de siempre del Bilbao Basket (67-45), se alcanzó la segunda plaza y el factor cancha para las eliminatorias.
Para entonces Miribilla era la envidia de sus rivales, pero también todos le pusieron la presión de ser favorito. El Palencia fue el rival en el rival en el play-off y pese a que el Bilbao Basket había ganado por 30 puntos un mes antes y se llevó también el primer duelo con claridad, los palentinos robaron el segundo y hubo que estirar hasta el quinto una eliminatoria agónica, pero no tanto como la Final a Cuatro del primer fin de semana de junio de 2019, con un pabellón repleto como no se ha visto desde entonces.
La semifinal ante el Melilla y la final ante el Palma fueron partidos de una tensión extrema en cada defensa y en cada ataque, ambos resueltos en los últimos cinco minutos. El triple de Schreiner, asistido por Salgado, supuso una liberación para mucha gente, sobre todo para dos leyendas del club como el base y el entrenador, y dejó la sensación de misión cumplida, de que el Bilbao Basket había recuperado sus constantes vitales y podía caminar de nuevo por su propio pie, algo que solo la pandemia puso de nuevo en riesgo.
Cinco años después, los hombres de negro siguen en la Liga Endesa, lo que tiene mérito porque sus dos rivales en la Final a Cuatro jugarán la próxima temporada en la LEB Plata y, excluyendo la campaña de la pandemia en la que no hubo ascensos y descensos, ocho equipos distintos han caído de la ACB a la LEB Oro y solo el Andorra logró rebotar y subir el año siguiente al que bajó. El Bilbao Basket, que ahora se debate entre conceptos opuestos como la ambición deportiva y la prudencia económica, tiene motivos para celebrar ahora que se encamina a su 25 aniversario. La próxima temporada habrá más de veinte clubes o ciudades a las que se han enfrentado el equipo bilbaino a lo largo de su historia que estarán en las dos divisiones por debajo de la ACB. El Bilbao Basket logró reinventarse hace cinco años en un día tan importante o más que aquel de León hace 20 años.