Se acabó lo que se daba. La aventura del Surne Bilbao Basket en la FIBA Europe Cup tocó este miércoles a su fin, a un pasito de la que habría sido la segunda final continental de su historia. No hubo milagro en tierras germanas, ni siquiera un amago de sacar la chistera para conseguir completar el más difícil todavía y será el espídico Niners Chemnitz el que luchará por el título con el Bahcesehir turco del exhombre de negro Axel Bouteille, que por su parte dejó en la cuneta al Varese.

Para lograr la campanada era necesario remontar el doloroso y abrumador 73-98 encajado en el encuentro de ida en Miribilla y no hubo oportunidad para ello. Eso sí, la escuadra de Jaume Ponsarnau se despidió de Europa con las botas puestas y la cabeza muy alta (73-82), ofreciendo una demostración de entereza y seriedad pese a ser jugar a cuestas con el pesadísimo peso de ser conscientes de que el premio gordo era inaccesible -su máxima ventaja fue de doce puntos a escasos segundos del final-. En una actuación de gran mérito, trabajó todo el encuentro a pico y pala para dar lo mejor de sí mismo en el acto final y agitar la mano del adiós victorioso.

No fue “el mejor partido de la temporada” como quería el técnico catalán, pero si un encuentro más que notable atendiendo a las circunstancias, que lo convertían en un auténtico marrón, en una comparecencia totalmente indigesta sobre todo desde el punto de vista mental. Sin embargo, el equipo vizcaino la aprovechó para mantener la tendencia positiva que ha fabricado en la Liga Endesa ante un rival que, siendo sinceros, tampoco fue ni de lejos la bola de demolición vista, sufrida y admirada en Bilbao.

El Chemnitz jugó con el colchón de 25 puntos y, pese a mostrarse enérgico y punzante durante muchos minutos, no se empleó a fondo. Lógico. Los visitantes lo aprovecharon de la mano de Tryggvi Hlinason (el jugador más valorado del duelo con 21 créditos), Melwin Pantzar, Thijs De Ridder, Kristian Kullamae y Keith Hornsby, los dos últimos fundamentales en ataque durante el acto final para decantar la contienda a favor de los hombres de negro.

NIVELADO

Fueron los visitantes los que dominaron el marcador de manera tímida en los compases iniciales de la contienda aprovechando la verticalidad de Pantzar, pero los alemanes solo tuvieron que esperar la entrada en escena de Kevin Yebo para imponer su libreto. Explotando al máximo cada fallo del rival para activar el modo galope, haciendo mucho daño en el rebote ofensivo y con ataques en constante movimiento, los anfitriones reaccionaron para impulsarse hasta el 14-9. A los de Ponsarnau no les faltaba suministro variado de puntos, pero fue el Niners Chemnitz el que cerró el ventaja los diez primeros minutos (21-18).

Y amagaron los de Rodrigo Pastore con el demarraje en los primeros minutos del segundo cuarto (25-18), pero el conjunto vizcaino no estaba por la labor de dejarse ir. Una cosa era que la remontada fuese imposible, pero decir adiós con dignidad dependía de su nivel de energía. La pusieron sobre la cancha De Ridder, Kullamae y Pantzar, con Hlinason dominando el reparto de bola desde la pintura para estrechar márgenes. El banquillo local paró el encuentro con el 29-28 a cinco minutos del descanso y entre Kaza Kajami-Keane y Aher Uguak amenazaron con otra escapada, pero los visitantes, con un notable Adam Smith, cerraron el cuarto con un parcial de 0-7 para llegar al ecuador de la contienda con un 36-39 favorable a sus intereses. Curiosamente, los puntos sumados al contraataque (4-11) jugaban muy a favor de los hombres de negro.

Si hubo un momento en el que los visitantes pudieron fabricar una ventaja amenazante, aunque fuera tímidamente, fue justo tras la reanudación, pero al Surne Bilbao Basket le faltó algo más de control y un criterio arbitral que castigara con la misma severidad los contactos en ambas canastas. Los alemanes se recuperaron con los triples de Wesley Van Beck y Jeffery Garrett mientras el conjunto vizcaino derrapaba entre protestas y lamentos, encajando un par de dos más unos seguidos y permitiendo penetraciones demasiado sencillas. Los de Ponsarnau caminaron un puñado de minutos sobre el alambre, resistentes y voluntariosos pese a fallar un par de tiros libres y algún contraataque, hasta conseguir equilibrar la contienda, pero fueron los locales los que llegaron en ventaja a los diez minutos finales: 59-57.

EL BILBAO BASKET, A POR TODAS

Con los colegiados siendo demasiado protagonistas, fueron los visitantes los que supieron sacar tajada del barullo en el que entró el partido, con una antideportiva De Ridder y sendas técnicas al belga y a Garrett incluidas. Ocho puntos seguidos de Hornsby con dos triples más el apoyo de la anotación de Kullamae colocaron a 2:20 del final un 68-77 que aseguraba la victoria. La remontada era una quimera, pero el Bilbao Basket supo sacar provecho de uno de esos encuentros que nadie quiere jugar. Honor al que cae con la cabeza muy alta.