QUIZÁS ahora sí sea la definitiva y el Surne Bilbao Basket se haya ganado la tranquilidad con su victoria de ayer ante el Joventut, la décima de la temporada, solo una menos de las que llevaba el año pasado a estas alturas. En el deporte las cosas pueden cambiar de la noche al día, y viceversa, sin saber muy bien cómo y el caso de los hombres de negro resulta paradigmático. Hace una semana convocó al pesimismo con su abultada derrota en Polonia a la que siguió otra en Granada en apenas cinco días. Ayer resurgió la ilusión tras dos triunfos muy convincentes en Miribilla en el mismo espacio de tiempo. Parece que los jugadores han recuperado la confianza en un momento clave y esa temporada que muchos pensaban que se había tirado a la basura ha encontrado alicientes para que sus seguidores sigan enganchados a un equipo que lo mismo levanta la euforia cuando juega como local y les desespera cuando le ven como visitante.
Así es el Bilbao Basket de esta temporada y así habrá que tomarlo. Con sus virtudes y sus defectos nunca ha estado en posiciones de descenso y ahora tiene la oportunidad de jugar sin esa presión que tanto le ha atenazado en determinadas fases de esta campaña. Jaume Ponsarnau ha ido buscado soluciones, moviendo roles y parece que ha dado con una fórmula que puede funcionar de aquí al final de temporada. Ayer domingo repitió con Kullamae como titular mientras Smith arrancó de nuevo desde el banquillo “y eso le puede ayudar”, explicó el técnico. El estonio puede ejercer así como dinamizador del juego porque anota de muchas maneras y colabora también en la creación de juego y, por su tamaño, en la defensa.
Por su parte, el estadounidense, con menos minutos y un uso del balón similar, ha dado un paso hacia un rol menos ejecutor, en el que no estaba brillando por su falta de acierto y porque se había descargado demasiada responsabilidad sobre sus espaldas. Ayer repartió seis asistencias para contribuir a la circulación ante una defensa como la del Joventut que siempre es muy agresiva sobre el balón. Smith se asoció muy bien con Hlinason en el bloqueo directo. El islandés sabe sellar al defensor y eso le permite encontrar espacios al manejador, algo que el escolta de Georgia agradece para no sufrir ante el mayor tamaño de sus oponentes.
Además, la influencia de Hlinason fue ayer domingo enorme como cerrojo de la defensa y también en ataque, donde recibió suministro de calidad como pocas veces para que solo tuviera que terminar. Puede parecer extraño, pero los números del pívot nórdico mejoran a los del curso pasado en Zaragoza en la mayoría de los aspectos del juego. Otra cosa es lo que se esperara de él, sobre todo en aquellos partidos de mayor exigencia física en los que ha sufrido en los contactos.
Con todo, al final lo que termina por decantar los partidos es el acierto y el Surne Bilbao Basket ha logrado superar los 90 puntos anotados ante dos rivales a los que se supone con más recursos físicos y técnicos como el Valencia y el Joventut. El plus de energía que supone Miribilla, donde el conjunto vizcaino no pierde desde el 9 de diciembre, llevó ayer domingo también a elevar los porcentajes de tiro, algo que había quedado pendiente en los últimos partidos. Los lanzamientos desde la línea de castigo son harina de otro costal, un factor que, de momento, no está siendo determinante, pero que ayer impidió un desarrollo del encuentro aún más tranquilo.
La jornada obligaba, sobre todo por el inesperado triunfo del Breogán en Barcelona. Los tres equipos que estaban con nueve victorias cumplieron en casa y eso permite reducir el número de implicados en la lucha por la permanencia cuando aún quedan muchos duelos directos. El Bilbao Basket se ha levantado en el momento oportuno y eso es una virtud decisiva en el deporte de élite.