El partido de ayer dejó claro que el Surne Bilbao Basket atraviesa su momento más bajo de la temporada. La dureza del calendario y, como consecuencia de ello, la sucesión de derrotas algunas previsibles y otras no tanto han hecho mella en una plantilla en su confianza y en su nivel de juego. La Liga Endesa no perdona y el Unicaja hizo asomar con su propuesta física muchas de las carencias de los hombres de negro, que hasta ahora habían sido disimuladas en los partidos de casa con un esfuerzo bien canalizado y acierto para ganar o estar cerca en el marcador. Ayer el Bilbao Basket firmó la menor anotación de toda su historia en cualquier competición y la menor como local de cualquier equipo de la Liga Endesa, lo que supone una manera de tocar fondo.
Cuando el cuerpo técnico y los jugadores repasen el vídeo de un partido que durante muchos minutos fue impropio de la mejor liga de Europa, tendrán que reprocharse el malísimo rendimiento defensivo de la primera parte y el malísimo en ataque a lo largo de los 40 minutos. Todo lo que podía salir mal salió mal en los dos lados de la cancha y el Bilbao Basket sumó su sexta derrota seguida, que también es la segunda peor en la Liga Endesa. Ni siquiera puede hablarse de un partido para olvidar porque, precisamente, esas cifras negativas hacen que vaya a recordarse durante muchos años. La derrota entraba en los cálculos porque el Unicaja es mucho mejor, pero el sopapo obliga a asumir la realidad y olvidarse de ciertas expectativas para las que el equipo bilbaino, probablemente, no está preparado.
Hasta el descanso, el equipo malagueño había anotado 46 puntos. Dieciséis de sus diecisiete canastas de dos puntos fueron dentro de la zona para castigar a una defensa que otra vez quiso ser táctica y se olvida de cerrar los caminos al aro. El Unicaja metía a sus exteriores en el poste bajo y a sus interiores de cara y el Bilbao Basket se encontró desubicado en todas sus posiciones y de nuevo blando por no hacer las faltas un segundo antes y poner el cuerpo para impedir el avance de los rivales.
Justo lo que sí hizo el Unicaja, un equipo que no regala ni una sola canasta fácil y que gasta todas las faltas que sean necesarias para tal objetivo. Sin Smith en el quinteto inicial por primera vez, Kullamae con un par de triples lanzó el marcador del Bilbao Basket. Pero la cosa se quedó ahí porque durante 35 minutos los hombres de negro no metieron ningún triple más. Si, además, se dejaron once tiros libres el desastre resultó inevitable, por más que en la segunda parte la defensa mejorara notablemente, aunque nunca para conseguir ponerse por debajo de los diez puntos de desventaja.
La buena defensa de los de Ibon Navarro, diseñada y preparada para soportar todos los cambios de asignación y ser muy agresiva en el bloqueo directo, apenas concedió tiros liberados a los bilbainos, a los que condenaron en muchos ataques a abusar del balón y acabar algunas bandejas que convirtieron Renfroe y Pantzar. En cuanto Smith pisó la cancha, el Unicaja hizo lo que todos, poner a su mejor defensor muy cerca del estadounidense y sacarlo del partido. Si su mejor anotador no tiene el balón en las manos y si Reyes no encuentra, como ayer, tiros cómodos, el ataque del Bilbao Basket se queda romo porque en otras posiciones faltan puntos de manera regular, un problema que después de once jornadas se revela como estructural.
Entre los cinco jugadores que jugaron de tres y de cuatro hicieron once tiros a canasta y solo metieron una, un palmeo de Tsalmpouris. Entre que algunos están sin confianza y otros han asumido que anotar no es su rol, el juego del Bilbao Basket se reduce a lo que pueda generarse en el bloqueo directo, pero últimamente los rivales, con buen criterio, aprietan a los manejadores y colapsan la zona, lo que ha acabado por reducir también la aportación de Killeya-Jones y Hlinason, que se ven obligados a resolver en espacios más reducidos, rodeados de rivales y ante muchos contactos. Esas dos posiciones citadas son claves para generar juego sin balón, tanto en cortes hacia el aro como en tiros desde el lado débil, que mueva la defensa y haga menos previsible el ataque. Este es uno de los aspectos a corregir con urgencia, no tanto pensando en tumbar a equipos como el Unicaja, sino en derrotar a aquellos con los que, como al comienzo de la temporada, se está en igualdad de condiciones. Porque el lobo se va acercando.