YA no se va a hablar más de la racha de derrotas del Bilbao Basket, que podía convertirse en una obsesión atendiendo a los compromisos como visitantes que aguardan a los hombres de negro de aquí al final de año: Barcelona, Zaragoza, Badalona, Valencia, Gran Canaria y Palencia. El partido contra el Obradoiro no era sencillo y el desarrollo del mismo lo confirmó, pero el equipo de Jaume Ponsarnau lo sacó adelante pese a los problemas físicos de algunos jugadores y a que, quizás por ello, no ofreció su mejor nivel. Al final, la agónica y mínima victoria supone mucho, aunque todavía solo se han consumido tres jornadas.

Porque después de dejar muchas dudas durante muchos minutos, de volver a cometer errores en los dos lados de la cancha por falta de dureza y de concentración, el Bilbao Basket logró encontrar la manera de rescatar un partido que parecía perdido en el tramo final, entre revisión y revisión, sobre todo cuando Renfroe falló dos tiros libres a 41 segundos del final. Los árbitros decidieron dar el balón a los vizcainos tras decidir sobre una posible interferencia, Smith falló un triple, pero surgió la figura de De Ridder para cazar un rebote ofensivo y sumar una canasta con tiro libre adicional que fue definitiva porque los gallegos no lograron aprovechar su última posesión y eso que tuvieron dos oportunidades.

A base de percutir, el Bilbao Basket logró ganar la batalla del rebote, que durante muchos minutos había dado vida al Obradoiro, y sacar puntos imprescindibles para impedir que los locales ampliaran su ventaja. Así pudieron encontrar su momento y apareció el chaval belga, al que algunos ya le han colgado el sambenito de verde como si eso fuera un defecto. De Ridder se empleó con el deseo, la intensidad y la contundencia que les faltaron a otros compañeros más veteranos y brilló en ese trabajo que es necesario para sacar triunfos fuera de casa cuando la inspiración no acompaña, que fue el caso de ayer miércoles.

SIN ACIERTO

El Bilbao Basket sumó esa victoria que se le resistía pese a que sus dos mejores tiradores, en teoría, estuvieron muy desacertados. Entre Smith y Reyes, se combinaron para un triple en once intentos, para 6 de 23 de todo el equipo, mientras en el bando compostelano, Jordan Howard parecía emular a su hermano, el baskonista Markus, metiendo algunas canastas de mucha dificultad que minaban la moral porque llegaban tras algunas buenas defensas. En otras jugadas, el equipo bilbaino debe reprocharse su trabajo de contención, sobre todo en situaciones de uno contra uno exterior.

En todo caso, los hombres de negro lograron picar piedra y encontrar la escapatoria de una situación complicada. A los de Moncho Fernández quizás les pasó factura la acumulación de minutos de sus piezas principales tras el esfuerzo sin éxito de tres partidos de la semana pasada en la previa de la BCL y el hecho de que el choque de ayer se alargara por los continuos viajes a la pantalla del instant replay elevó la tensión en el Obradoiro, que no atinó a la hora de rematar la faena.

Como bien está lo que bien acaba, el Bilbao Basket logró su segunda victoria y ahora tiene dos partidos seguidos en Miribilla para ganarse cierta tranquilidad ante un mes de noviembre que se presenta lleno de los rivales más duros de la Liga Endesa. La racha de derrotas fuera de casa ya deja de ser motivo de análisis y ahora toca centrarse en los aspectos propios del juego para que algunos jugadores puedan sacar su mejor versión, pese a que aún están en fase de aprendizaje. Si se pone la actitud de De Ridder, despojada de excusas, ese proceso puede completarse antes.