Los milagros en el deporte acontecen muy de cuando en cuando. En la previa del partido de este miércoles se utilizaba la reciente campanada contra el Barça como ejemplo de que todo es posible, de que si contra el gigantesco conjunto azulgrana el Surne Bilbao Basket fue capaz de firmar el más difícil todavía con cinco jugadores, varios de ellos primerísimos espadas, lesionados, se podía aspirar a lo mismo contra el Lenovo Tenerife. Pero no. Ni de lejos. Intercambiar golpes con el granítico conjunto insular resultó misión imposible para un conjunto vizcaino muy alejado de su mejor versión, aquella que puede permitirle soñar con los retos que rozan lo imposible. Los de Jaume Ponsarnau, muy desdibujados desde el principio, con un único atisbo de rebeldía en el segundo cuarto gracias a su fugaz acierto en el triple, fueron aniquilados (60-83) por ese martillo pilón que entrena Txus Vidorreta sin posibilidad ni siquiera de dibujar un ecosistema competido.

El Tenerife solo necesitó cinco minutos para conquistar su primera ventaja de dobles dígitos (4-14), poco después de arrancar el segundo cuarto ganaba ya por veinte puntos (10-30), resistió el arrebato triplista de los anfitriones a escasos segundos de alcanzar el descanso (28-35) y en el tercer cuarto provocó un auténtico destrozo en los hombres de negro, fulminados por un 13-29 que les dejó sin la más mínima capacidad de respuesta. Si el 41-65 a diez minutos del final ya era difícil de digerir, el 43-81 que llegó a señalar el luminoso a 4:30 de la última bocina era un castigo de brutales dimensiones para un equipo que solo pudo aspirar a maquillar una de esas derrotas que obligan a desempolvar datos históricos negativos.

Con Ludde Hakanson uniéndose de nuevo al ya conocido y largo capítulo de bajas, el Surne Bilbao Basket no tuvo pilares sólidos sobre los que sujetarse. Con Nikola Radicevic como único jugador mínimamente entonado (11 puntos y 14 de los pírricos 48 créditos de valoración con los que acabó su equipo), competir resultó imposible. De Adam Smith solo hubo noticias en los minutos de la basura, el acierto en el triple brilló por su ausencia (7 de 24, 29%) salvo en el segundo acto y tanto el 24-50 en puntos en la pintura como el 20-42 en el rebote definieron de manera exacta la abismal diferencia en el juego cercano al aro. Imposible mirar frente a frente a un rival que dominó el partido a su antojo con Giorgi Shermadini jugando a placer (17 puntos y 10 rebotes), con Jaime Fernández y Elgin Cook como principales compinches.

DOMINADOS DESDE EL ARRANQUE

El encuentro, que arrancó con retraso por un problema con la consola de silbatos de los árbitros, se torció muy pronto para los intereses bilbainos. El Tenerife ingresó a cancha muy entonado en ataque, explotando la generación de juego a partir de las conexiones entre Bruno Fitipaldo y Fran Guerra, mientras que a los anfitriones les costó muchísimo fabricar situaciones favorables para anotar. Así, el 4-14 con solo cinco minutos disputados era ya un problemón, pero la situación fue a peor cuando Xavi Rabaseda pidió el cambio por unos problemas en su pie izquierdo, dejando la rotación de los de Ponsarnau aún más dañada. Smith intentó liderar la resistencia, pero resultó imposible. En el momento en el que tocó mover los banquillos, Vidorreta encontró recursos de primerísimo nivel como Marcelinho Huertas, Shermadini o Leandro Bolmaro, mientras que en el Bilbao Basket no aparecían soluciones por mucha voluntad que hubiera. Así, el 8-25 a la conclusión del primer cuarto era ya una montaña muy difícil de escalar. 

Los anfitriones tenían problemas en todas las líneas. Con el 10-30 tras un triple de Aaron Doornekamp, la contienda amenazó con quedarse hecha añicos, pero el Bilbao Basket, pese al desacierto, tenía aún espíritu de resistencia. Jugando con Agustín Ubal y Radicevic juntos, una antideportiva sobre el uruguayo le permitió acercarse hasta el 17-30 y su rearme en defensa, actuando con mucha efusividad, hizo que al Tenerife le costara mucho más anotar. En ese ecosistema, con el apoyo del público, enrabietado por un criterio arbitral bastante discutible a la hora de señalar las faltas, y el regreso a la acción de Rabaseda, los anfitriones se vinieron arriba. Encontraron el acierto desde la línea de 6,75 que tanta falta les hacía y con tres dianas seguidas, dos de Georgios Tsalmpouris y una de Emir Sulejmanovic, junto a una bandeja de un muy certero Radicevic firmaron un 0-11 que colocaba un 28-35 que visto lo visto sonaba a música celestial antes de que otros dos tiros libres de Shermadini por otra personal muy protestada colocara el 28-37 en el ecuador de la contienda.

ANIQUILADOS

En la reanudación, un tempranero 0-5 de los visitantes enfrió el intento de remontada. Rabaseda trató de mantener a los suyos al rebufo de los de Vidorreta, pero no hubo manera. Con Smith muy desdibujado en ataque, Shermadini comenzó a ser una auténtica pesadilla para la retaguardia anfitriona. Con sus compañeros encontrándole una y otra vez, seis puntos seguidos del georgiano volvieron a disparar a los visitantes. El Surne Bilbao Basket, además, puso de su parte para que se produjera su desmoronamiento. Comenzó a enlazar pérdida tras pérdida y puso alfombra roja para que el Tenerife rompiera el choque con un contundente 0-13 fruto de canastas sencillísimas para dibujar un 32-55 ya absolutamente inabordable.

A partir de ahí, ya no hubo partido. A diez minutos del final, el luminoso señalaba un muy doloroso 41-66 tras diez minutos horribles en los que el equipo de Ponsarnau encajó 29 puntos y regaló seis balones que le sacaron de partido. Y el acto final fue ya una tortura. La desventaja local llegó hasta el 43-81, momento en el que los de Vidorreta levantaron el pie, Ignacio Rosa y Smith lideraron la sesión de maquillaje e Iker Chacón se llevó los aplausos del público con el dos más uno que bajó el telón.