Después de trece temporadas como hombre de negro, nueve como jugador y cuatro como entrenador, Álex Mumbrú, una leyenda en el Surne Bilbao Basket, decidió emprender una nueva aventura profesional. Fichó por tres ejercicios como inquilino del banquillo del Valencia Basket, un puesto tan apetecible como volcánico. El técnico catalán pasó de un ecosistema exigente pero controlado a otro de efervescencia máxima en el que los técnicos acostumbran a estar constantemente en el ojo del huracán, incluso cuando las cosas van bien. El deseo de dar un paso al frente en su corta pero exitosa carrera como entrenador, el caramelo de la Euroliga y la posibilidad de probarse al frente de un club con notables posibilidades económicas y deportivas fueron motivos más que suficientes para dar un salto que, de momento, está teniendo luces y sombras y vive actualmente, en vísperas de recibir el sábado al conjunto vizcaino (20.45 horas), uno de sus momentos más ásperos.

Fuera de los play-offs de la Euroliga (13º, con un balance de 15-19), eliminado en los cuartos de final de la Copa por un punto (86-85) contra el Real Madrid y ocupando un ramplón octavo puesto en la Liga Endesa, con igual número de victorias y derrotas (14) y más cerca de verse fuera de las eliminatorias por el título que de ascender posiciones, el Valencia Basket está atravesando un momento complicado, con Mumbrú lanzando mensajes de descontento a sus jugadores después de su rendimiento en las últimas citas. El más reciente, el pasado miércoles tras perder en su visita al UCAM Murcia (90-82). “Tenemos desconexiones y ahora estoy caliente. Tenemos dos o tres minutos que luego nos pesan y nos cuesta levantarnos, más cuando estás fuera de casa. Es algo que hay que cortar ya. Tenemos que saber sufrir de aquí hasta el final, dejar de pensar en tonterías y salir con el cuchillo entre los dientes”, criticó.

Sumando Euroliga y Liga Endesa, la escuadra taronja ha perdido ocho de sus últimos diez encuentros, con un denominador común en todos los duelos resueltos con resultado adverso: recibir 85 o más puntos. En la competición doméstica, el bache comenzó perdiendo en la cancha del Casademont Zaragoza (86-75), siguió tropezando en casa contra el Cazoo Baskonia (81-85), se agravó en Badalona frente al Joventut (85-70) y solo ha registrado el parche de superar en la Fonteta al Betis (87-81) antes de volver a hincar la rodilla en Murcia. El enfado de Mumbrú por el rendimiento de su escuadra quedó de manifiesto tras la dura derrota ante los de Carles Duran: “Estoy muy molesto, no voy a mentir. Y decepcionado con alguno en particular. Estoy bastante molesto y es duro estar en la posición en la que estamos, tenemos que trabajar más duro y muchas más horas porque hay que revertir esto”.

De momento, la exigencia de Mumbrú acerca de dar un paso al frente en la faceta defensiva no acaba de calar en su plantilla. A principios de abril, cuando la eliminación de la Euroliga era ya un hecho, ya lanzó un aviso a navegantes a los suyos que, sin embargo, no ha cristalizado. “Vamos a exigir bastante más, especialmente en energía. Vamos a tener semanas de un partido y muchos días para prepararlo. Vamos a intentar estar mucho mas arriba en defensa y, desde la energía, que el rival tenga más pérdidas y poder correr más. Es algo que tuvimos, que lo perdimos un poco por el calendario y que vamos a intentar recuperar”, dijo entonces. A la regularidad del Valencia Basket, pese a su larga plantilla, tampoco están ayudando las lesiones. Jonah Radebaugh es el único jugador que ha disputado los 28 encuentros de Liga Endesa, el miércoles contra el Murcia causaron baja James Webb, Sam Van Rossom, Klemen Prepelic y Xabi López-Arostegui y otras piezas importantes como Jasiel Rivero o Bojan Dubljevic pasaron por la enfermería anteriormente.

Ante esta situación, el Surne Bilbao Basket, que ya se impuso en el duelo de la primera vuelta en Miribilla, podría tener alguna opción de pescar en río revuelto, pero su rendimiento lejos del Bilbao Arena no invita precisamente al optimismo. El pasado sábado ya devolvió a la vida a un Fuenlabrada que llevaba 19 derrotas seguidas, sumando ocho resultados adversos seguidos a domicilio.