CUALQUIER parecido entre el Surne Bilbao Basket que el pasado sábado puso todas las facilidades del mundo para que el Carplus Fuenlabrada pudiera romper su racha de 19 derrotas seguidas y el que en la jornada anterior batió al gigantesco Barça fue mera coincidencia. En apenas seis días se vieron las dos versiones más opuestas de un mismo equipo. Todo lo que contra el conjunto azulgrana fue energía, concentración y acierto se convirtió ante el colista de la Liga Endesa en pasividad, acumulación de errores y total ausencia de espíritu combativo. Es cierto que en los últimos meses se ha convertido en habitual que el conjunto vizcaino ofrezca caras muy distintas dependiendo de si juega como local (cuatro victorias consecutivas) o visitante (ocho derrotas seguidas), pero el encuentro ante los de Óscar Quintana era una oportunidad única para cambiar la dinámica negativa fuera del Bilbao Arena ante un rival que no conocía la victoria desde el lejano 5 de noviembre y que hace semanas que sabe que solo un milagro deportivo le salvaría del descenso.

Desde esa fecha, en el Pabellón Fernando Martín han ganado Joventut, Unicaja, Obradoiro, Girona, Murcia, Tenerife, Zaragoza, Breogán y Real Madrid. Equipos de todo tipo y condición tuvieron éxito en territorio madrileño por una media de 16 puntos hasta que llegó el conjunto vizcaino y puso alfombra roja para que los de Quintana sumaran su cuarto triunfo en 27 encuentros. El 77-71 con el que acabó la contienda llevó una considerable capa de maquillaje pues la desventaja de los hombres de negro llegó a ser de 18 puntos con la cita ya en el último cuarto tras perder pie en un tercer acto totalmente aciago.

“Estoy enfadado porque no nos hemos respetado a nosotros mismos. Tenemos que dar el cien por cien durante los cuarenta minutos. No hemos entendido que en esta competición, si no haces esto, no ganas”, afirmó Jaume Ponsarnau después de que su equipo ofreciera su peor versión en el peor momento posible. Si se quería trasladar de palabras a hechos el discurso que coloca el nuevo objetivo bilbaino en tratar de repetir presencia europea la próxima temporada, desperdiciar oportunidades como la del sábado deberían quedar fuera del guion. Porque lo sangrante fue que el Fuenlabrada no tuvo que hacer un partido soberbio para llevarse la victoria. Hizo valer su físico como argumento principal, pero ninguno de sus guarismos ofensivos figuró a alturas extraordinarias. Fueron los de su rival los que bajaron a niveles absolutamente incompatibles con la victoria.

Los 71 puntos facturados por el Surne Bilbao Basket suponen siete menos que la menor anotación en contra registrada por los madrileños en la presente temporada (78 del Breogán en la segunda jornada) y once menos que la más baja encajada en la racha de 19 derrotas consecutivas (derrota por 79-82 contra el Obradoiro). De hecho, en esa concatenación de resultados adversos la media de puntos recibidos por el Fuenlabrada fue 94,8. Lo de la falta de puntería desde la distancia de tres puntos (9 de 31, 29%) ha pasado a ser algo habitual cada vez que el equipo vizcaino juega lejos del Bilbao Arena, pero hubo dos registros que supusieron una notable rémora y ambos tienen que ver con lagunas de concentración: las pérdidas de balón (18) y los tiros libres (6 de 16, 38%).

El primer dato fue el segundo peor de toda la temporada, solo superado por las 20 pérdidas cometidas en la visita al Unicaja. Además, se trata este de un aspecto del juego que el conjunto vizcaino acostumbra a controlar bien, no en vano hasta la presente jornada era el sexto equipo de la ACB en cuidado del balón (12,6 pérdidas). Lo de los tiros libres fue casi más sangrante. Ese 38% es el peor dato del curso con enorme diferencia (el anterior era el 59% en casa ante el Baskonia) y muy difícil de digerir teniendo en cuenta que hasta esta contienda su nivel de acierto era del 75,2%, prácticamente el doble de lo mostrado en Fuenlabrada.