LA presente no está siendo una temporada sencilla para Nikola Radicevic. Las lesiones le han impedido gozar de sostenibilidad en su rendimiento y su aportación al colectivo ha ofrecido dientes de sierra más pronunciados de lo deseado tanto por él como por el cuerpo técnico. Una lesión en su tendón de Aquiles derecho le obligó en octubre a perderse tres partidos de Liga Endesa y dos de la Basketball Champions League, en enero tuvo que regresar a la enfermería por nuevos problemas en el Aquiles, tras el parón competitivo de febrero dio el susto en la visita al Gran Canaria con un percance de rodilla que se temió que pudiera ser grave pero que finalmente no pasó a mayores... Y no solo fueron las ausencias obligadas por los problemas físicos. En varias fases del curso, esos percances le obligaron a jugar mermado y a tener que entrenar con restricciones, entorpeciendo considerablemente su ritmo competitivo. Sin embargo, ahora que las lesiones ahogan seriamente al conjunto vizcaino, el base serbio está destapando un rasgo inesperado en su partitura de juego: su capacidad resolutiva en los minutos finales.

Sin Ludde Hakanson ni Francis Alonso en los momentos calientes de los últimos dos compromisos ligueros frente al Casademont Zaragoza y al Barça, ambos en Miribilla, Radicevic ha ejercido el papel de killer en los compases finales. Lo del pasado domingo contra los de Sarunas Jasikevicius fue algo extraordinario. Su partido estaba siendo bastante pobre, fallando bandejas y con escasísima incidencia positiva en el juego, pero sus 57 segundos finales fueron portentosos. En ellos firmó ocho de sus once puntos en una secuencia que resultó decisiva para dar la campanada. Con 74-77, anotó una bandeja en contraataque y posteriormente un triple con paso atrás frente a Nikola Mirotic para colocar el 79-77 a 19 segundos de la bocina decisiva. Álex Abrines amagó con estropear la tarde a la grada del Bilbao Arena, pero con seis segundos por jugar los de Jaume Ponsarnau tuvieron la última palabra. El técnico catalán quiso que el encargado de jugársela fuera Adam Smith, pero las circunstancias otorgaron la responsabilidad al serbio, que desde una ubicación similar a la anterior –esta vez ante Nico Laprovittola– envió otro misil lejano a la red para firmar una jugada que es ya historia de los hombres de negro. Hasta esa brutal secuencia de aciertos ofensivos, Radicevic llevaba un 1 de 5 en tiros de dos puntos y había fallado los tres triples que había lanzado.

Ocho días atrás, protagonizó algo similar en el mismo escenario con el Casademont Zaragoza como rival. La diferencia fue que el choque estaba más encarrilado, pero los de Porfi Fisac pugnaban por el más difícil todavía. A tres minutos y medio del final, con un 71-60 en el luminoso, el director de juego serbio llevaba un cero de cinco en tiros de campo, con tres lanzamientos errados desde la línea de 6,75. En ese tramo de contienda, metió sus ocho puntos de la noche, con un dos de dos en triples y otros tantos tiros libres anotados, provocó tres personales y los visitantes no tuvieron ni la más mínima oportunidad de darle la vuelta al marcador.

Es de sobra conocido que la capacidad para facturar puntos no es precisamente la principal virtud del juego de Radicevic, sobre todo lo relativo al lanzamiento de larga distancia. Por eso llama la atención ese cuatro de cuatro en triples en los momentos decisivos de las dos últimas citas, sobre todo su paso al frente a la hora de asumir la responsabilidad y su templanza para acertar cuando más lo necesitaba el equipo. Sus porcentajes de acierto a lo largo del presente ejercicio no son nada positivos (39,6% en tiros de dos puntos, 34% en lanzamientos de tres y 60,7% desde la franja de libres para promediar 5,3 puntos por cita), pero ante la ausencia de dos de los principales referentes ofensivos exteriores del equipo, Hakanson y Alonso, sus compañeros han dado un paso al frente, sobre todo en los encuentros disputados al calor del Bilbao Arena. Adam Smith sigue llevando el peso anotador, Álex Reyes estuvo sensacional contra el Zaragoza, Agustín Ubal aporta la energía y el descaro imprescindibles para dar la campanada ante contrincantes de la categoría del Barça y Nikola Radicevic está siendo el ejecutor en los minutos finales. Otro ejemplo de reconversión de roles llevado a cabo con notable tino por Jaume Ponsarnau, que está consiguiendo que un equipo al que no le sobraba nada cuando estaba completo siga siendo competitivo pese a la acumulación de bajas por lesiones y continúe aspirando a regresar a Europa el próximo curso.