Derbi sin ninguna historia (100-78) el que ha albergado este domingo el Buesa Arena en un partido en el que el Surne Bilbao Basket, anulado por la superioridad física y de talento del rival, no tuvo ni la más mínima oportunidad de pugnar por la victoria, prolongando una sucesión de resultados adversos, la mayoría de ellos por marcadores abultados, lejos de Miribilla que data desde comienzos de enero. El conjunto de Jaume Ponsarnau, muy poco efectivo en ataque y demasiado endeble en defensa, no fue rival para un Cazoo Baskonia al que no le pesó la derrota del jueves en Belgrado y que tampoco tuvo que exprimir su maquinaria, con ojo y medio puesto en sus dos compromisos trascendentales de la próxima semana en la Euroliga. Los anfitriones rompieron el partido cuando quisieron, concretamente en un segundo cuarto en el que hicieron trizas a los visitantes (27-10) con Maik Kotsar campando a sus anchas en la zona bilbaina demostrando una brutal superioridad contra cualquiera de sus pares y Markus Howard metiendo triplazos colosales.

Los hombres de negro no están actualmente para batallas ante rivales tan bien armados. Ni poseen la dureza defensiva para frenar tantos focos de peligro, sobre todo en el capítulo referente a los jugadores grandes, ni la variedad de recursos en ataque para hacer cosquillas al oponente. Las declaraciones de intenciones y el pundonor son de agradecer, pero de poco sirven si no van respaldadas por el juego. En el derbi vasco todas sus costuras volvieron a quedar al aire pese a que una vez más no se dejaron ir tras el descanso, con la contienda ya perdida, para tratar de minimizar el impacto dañino del resultado final.

Con demasiadas canastas sencillas encajados en la pintura, muchísimos dos más uno concedidos, malísimos porcentajes en el triple (8 de 26, pero 6 de 11 con el duelo ya finiquitado al descanso), muy poca capacidad para lucir sostenibilidad en ataque e inferioridad en el rebote. Entre Francis Alonso, Adam Smith y Georgios Tsalmpouris facturaron 48 de los 78 puntos de los visitantes (18, 16 y 14 respectivamente), pero tuvieron muy poco acompañamiento ante un rival descarado, punzante y con ganas, además, de lucirse ante el vecino.

SUPERADOS

Arrancó con brío el partido el conjunto vizcaino, con dos canastas de Ludde Hakanson y Smith, pero el Baskonia no tardó en desplegar su gran potencial ofensivo, respondió con un parcial de 8-0 con seis puntos de Howard y se hizo con el control del luminoso (8-4) para no volver a soltarlo. Entre el estadounidense y Kotsar, tremendamente dañino en las distancias cortas, movieron con demasiada soltura los guarismos de los de Peñarroya, que lanzaron su primer demarraje con la entrada en escena de Matt Costello (22-13). Al conjunto vizcaino, con problemas en la pelea cuerpo a cuerpo de las distancias cortas, le volvía a penalizar su mala puntería desde la línea de tres (1 de 8) y el acto inaugural concluyó con un 24-17 que dibujaba ya un panorama complicado, con Tsalmpouris encabezando su titubeante resistencia.

Diversificando focos de peligro, el Baskonia no tardó demasiado en conquistar su primera ventaja de dobles dígitos (29-17). El Surne Bilbao Basket sufría muchísimo en ataque. Francis Alonso intentó ofrecer soluciones tirando de verticalidad, pero fue insuficiente. Con dos misiles lejanos de Rokas Giedraitis y Max Heidegger, las alarmas rojas de los hombres de negro se encendieron. El 41-25 a 3:54 del descanso entrañaba ya un severo riesgo de naufragio porque nada funcionaba en la parcela atacante y la defensa también hacía aguas, con Michale Kyser incapaz de parar a Kotsar en el uno contra uno.

El 51-27 al descanso tras dos triplazos de Howard, además de ser un castigo considerable, resumía perfectamente lo visto en el Buesa Arena entre un equipo fluido y enérgico y otro atascado y con escasísimo filo, con fallos incluso en lanzamientos liberados. Con un 2 de 15 en tiros de tres, 16 pírricos créditos de valoración global y el rival luciendo un brutal 58% (7 de 12) desde más allá de la línea de 6,75 y facturando el doble de puntos en la pintura (20 contra 10), competir se convertía en misión totalmente imposible.

RESISTENCIA

Al regreso de vestuarios, el conjunto vizcaino compareció con el deseo de convertir la derrota en lo menos dolorosa posible. Un parcial de 2-11 en menos de tres minutos de juego llevó a parar el partido a Peñarroya con el 53-38. El loable intento de reacción de los visitantes duró hasta el 56-42, pero ahí surgieron de nuevo las figuras de Howard y Kotsar para reestablecer el orden natural de los acontecimientos. A partir de ahí, la contienda careció del más mínimo interés competitivo. El técnico de los anfitriones optó por economizar recursos y activar las rotaciones sin renunciar a divertir a su parroquia y los de Ponsarnau intentaron poner todo de su parte para evitar un marcador final catastrófica.

Con los quince minutos finales siendo absolutamente prescindibles, los anfitriones llegaron a gozar de una ventaja de 31 puntos con el último cuarto en juego (83-52), pero los hombres de negro no se dejaron llevar y a 2:46 del final maquillaron el luminoso hasta el 90-72 tras un 0-11 impulsado por la muñeca de Alonso. El 100-78 final puso fin a otro derbi en el Buesa Arena para olvidar desde el prisma bilbaino.