Tomeu Rigo (08-V-1997, Campos) empieza a ver la luz al final del túnel. A comienzos del pasado mes de septiembre, el escolta balear del Surne Bilbao Basket se lesionó durante un entrenamiento de pretemporada y el recuerdo de viejas sensaciones desagradables acudió raudo a su mente. “Noté que la rodilla se movía entera. Todo el mundo te dice que esperes a la resonancia, pero desde que noté que la rodilla giraba supe que pintaba feo otra vez”, rememora. No se equivocó: rotura del ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda, la misma lesión sufrida en octubre de 2020 en el Olimpic de Badalona en pleno partido (solo pudo jugar cuatro duelos en el curso 2020-21) y la que ya padeció, aunque en aquella ocasión en la rodilla derecha, cuando era júnior de primer año en el Baloncesto Sevilla.

Tras el lógico bajón sicológico de las primeras semanas, Rigo va reencontrándose con las sensaciones de jugador, con el impulso de verse de nuevo pudiendo hacer ya ejercicios en pista. “A principios de marzo se cumplen seis meses desde la lesión y ese suele ser el plazo mínimo para pensar en volver. Estoy ya en el tramo final del proceso de recuperación, pisando pista y haciendo trabajo de jugador. Puedo hacer ejercicios de uno contra cero, dos contra cero… Estas semanas en las que falta gente y hacemos una parte de tecnificación y otra de gimnasio, la primera media hora la hago con el equipo. Con contacto todavía no puedo hacer nada, pero el resto sí”, apunta sin querer ponerse fechas concretas para una posible vuelta a las canchas. Una vez más, la experiencia aporta conocimiento y cautela: “Es que depende mucho de cómo te recuperas. Tras la primera rotura de cruzado que tuve, a los seis meses ya estaba jugando sin ningún problema; sin embargo, en la segunda todavía tenía molestias después de ocho meses. Depende de la recuperación, de cómo haya ido la operación, de que el dolor te haya permitido recuperar más o menos músculo… Esta vez estoy muy contento y tengo buenas sensaciones. Otra cosa será luego coger ritmo y todo eso, pero voy bien encarrilado”.

Nunca es un buen momento para sufrir una lesión de gravedad, pero la última del escolta balear se produjo en un momento especialmente malo. Nueva temporada, nuevo entrenador, la esperanza de buscar mayor protagonismo sabiendo, además, que acababa de ser nombrado uno de los capitanes del equipo… “Te pasan muchas cosas por la cabeza y al principio son todas negativas… La pasada temporada había tenido algunos problemas musculares pero en verano había trabajado bastante para estar bien de piernas. Había llegado muy bien a la pretemporada, había un entrenador nuevo y eso siempre abre la puerta a poder cambiar tu rol y te da una nueva ilusión de poder demostrar lo que llevas dentro y, de repente, ves que surge otro bache duro. Los dos o tres primeros meses son los peores. Te operan, no puedes hacer nada, ves que todo el músculo se va en nada, estás en casa con las muletas sin apenas poder moverte, no puedes ir a tirar… Horrible”, recuerda.

En su opinión, la clave para reactivarse es “ponerte pequeños objetivos a corto plazo para notar que vas poniendo bloques a la casa, a tu recuperación. Aunque no viajes con el equipo ni juegues partidos, te vas motivando. Además, yo siempre he intentado estar con mis compañeros, seguir sintiéndome parte del equipo acudiendo a los entrenamientos, venir antes al gimnasio para luego verles trabajar… Son cosas que ayudan a no verte fuera del grupo”.

Jugar sin miedo

Rigo niega que el hecho de haber sufrido ya tres lesiones graves de rodilla le haya llevado a jugar con temor. “Miedo ninguno, la verdad. Sí que es verdad que en la anterior lesión al principio notaba dolor en las frenadas y en los saltos. Podía tirar y defender sin notar nada cuando estaba caliente. Hasta marzo del año pasado no me sentí del todo bien físicamente y mientras te molesta sí que piensas involuntariamente en la lesión, pero lo que es miedo a volverte a lesionarme no. Cuando juego no pienso en la rodilla, me centro en el juego y en lo que tengo que hacer”.

El escolta balear ha completado en Bilbao todo su proceso de recuperación. Se operó en Madrid, su madre le trajo en coche hasta la capital vizcaina -“ella conduciendo y yo atrás, con la pierna estirada por el hueco de los dos asientos de delante”, recuerda entre risas- y tras el pertinente periodo de descanso, a trabajar. “Aquí tengo a mi fisio, a los preparadores físicos… Te puedo decir que ahora paso casi más tiempo entrenando que antes. Quedo con Álvaro (Gómez-Rubiera) o con el Ruso (Cristian Lambrecht) una hora antes de que el equipo entrene, luego voy al gimnasio, ahora también puedo hacer algo de pista, tengo tratamiento, veo a mis compañeros trabajar… ¡Estoy en Miribilla más tiempo que antes! Además, por la tarde le dedico tiempo a los estudios. Estoy sacando la carrera de Turismo y me quedan algo más de cincuenta créditos, unas ocho asignaturas. Es importante tener el tiempo ocupado”, reconoce.

Sentirse uno más

En una situación de baja de larga duración como la que él está padeciendo, Rigo menciona la importancia vital de seguir sintiéndose parte del grupo, del vestuario. “Al no estar entrenando ni en dinámica de equipo hay veces que lo que te apetece es no estar, pero es importante no aislarte demasiado para seguir sintiéndote parte del equipo y también por lo que tú puedes transmitir, para hacer ver que estás lesionado pero sigues ahí día a día, trabajando, dando tu mejor versión… Al final somos todos profesionales y quieres poner todo de tu parte para recuperarte. Desde el primer momento, yo decidí seguir cerca de los compañeros. Además, en verano Jaume Ponsarnau me había nombrado capitán y creía que era importante seguir cerca del equipo. En los viajes es Xavi (Rabaseda) el que tiene más peso específico, pero cuando estamos en casa intento ayudar a la gente, que todo el mundo esté bien, estar pendiente de si hay alguien mal o incómodo para intentar hablar con él… Son funciones que les pueden venir bien a ellos y también a mí para estar unido al grupo”, admite.

Rigo reconoce que aquella foto del equipo en el vestuario del Olimpic de Badalona tras batir al Joventut en el primer partido del curso mostrando su camiseta y la de Andrew Goudelock, el otro lesionado de larga duración de los hombres de negro, fue “bastante emocionante, te das cuenta de que no estás con ellos en la pista pero te tienen presente al dedicarte la victoria”. Su relación con Jaume Ponsarnau ha sido muy cercana a lo largo de todo el proceso de recuperación: “Nos vemos cada día y me pregunta sobre mi evolución. Estos días, al poder estar ya algo en pista, me ha felicitado por el trabajo hecho. También me tiene en cuenta en cuestiones de equipo. Cuando hemos tenido esta última mala racha me preguntaba por mis sensaciones, sobre lo que pensaba… Tenemos una muy buena relación y creo que le importa lo que pienso del vestuario, de las dinámicas del equipo… Somos bastante transparentes a la hora de dar nuestras opiniones y todo lo que sea constructivo es bienvenido”.

Buena marcha del equipo

Su visión de la temporada que están realizando sus compañeros es “muy positiva”. “El último partido contra el Coviran Granada era muy importante porque veníamos de una racha algo negativa. Se nos había juntado la lesión de Ludde (Hakanson), el estado de Niko (Radicevic) que no acababa de arrancar..., pero creo que ganar ese encuentro nos valdrá de desahogo, para que el equipo vuelva a rodar. Sobre todo es positivo para la cabeza. Tuvimos algo de ansiedad, partidos en los que en ataque se nos vio algo bloqueados sobre todo porque veíamos que las cosas no salían, te frustras y eso te lleva a cometer errores”, admite.

Que el Surne Bilbao Basket esté en una situación cómoda, en la zona media de la tabla, hace que tener que ver los toros desde la barrera por la lesión sea algo más llevadero: “Evidentemente tú eres parte del grupo y te afecta su estado de ánimo. En el deporte, cuando se gana todo el mundo está contento y cuando se pierde empiezan los nervios. El deporte es resultadista y con resultados positivos todo el mundo está contento, hay menos problemas, no hay dudas, cambios, fichajes...”. En breve, cuando salga de ese túnel desde el que ya vez la luz en la lejanía, espera protagonizar esos buenos y malos momentos desde la cancha, su hábitat natural.