UN horizonte lleno de ilusión se abre ante el Surne Bilbao Basket después de la victoria ante el Gran Canaria, un equipo cargado de argumentos al que los hombres de negro derribaron en un ejercicio de resistencia, carácter, valentía y fe. El triplazo de Ludde Hakanson que sentenció un partido de mucha carga táctica y coronó una actuación espectacular del base sueco con la máxima anotación de su carrera en la Liga Endesa, encendió Miribilla, que a siete jornadas del final de la primera vuelta observa un futuro esperanzador y atisba, aún de forma tenue en lontananza y casi sin creérselo, ese objetivo que se llama Copa. Son ya seis triunfos en diez jornadas, la mitad de los que se suelen considerar válidos para asegurar la permanencia, y una distancia cada vez más amplia con esos puestos de peligro.

Permitido soñar

Soñar es gratis después del comportamiento del Bilbao Basket en las diez primeras jornadas. Ayer llegó a Miribilla un equipo que viajaba en el vagón delantero y los jugadores de Jaume Ponsarnau dieron el callo, incluso parecía que el partido se les escapaba a ocho minutos del final. Fue un choque jugado en cada centímetro del parqué en el que los dos entrenadores también tuvieron mucha influencia con sus decisiones. Se asignaron desde el inicio parejas de baile y, así, Sulejmanovic tuvo el encargo de emparejarse con Inglis, el jugador que pudo ser añorado en Bilbao y que tuvo menos protagonismo del que su equipo necesitaba; Rabaseda tenía que aplicarse a fondo ante Brussino, que venía en buena racha; y Andersson se emparejó muchos minutos con Shurna, un jugador de características similares, pero mucho más oficio. Ademas, la defensa del Bilbao Basket trabajó a fondo para que Slaugter y Benite no pudieran generar desde el bloqueo directo.

La superioridad física del Gran Canaria y el juego interior era evidente, los pívots locales parecieron muy pequeños al lado de Balcerowski y Diop y apenas pudieron llegar al aro, y por ello el Bilbao Basket tuvo que encomendarse a la defensa y al acierto desde el perímetro para defender sus opciones en un partido con mucho contacto y con dos equipos empeñados en negar las virtudes del rival.

Hakanson y Smith tomaron la responsabilidad desde el inicio casi en exclusiva y eso permitió a los hombres de negro dominar durante muchos minutos un choque que iba a tirones. Radicevic apareció con un par de triples fuera de guion en el tercer cuarto para mantener la ventaja, pero los canarios avanzaban como un martillo pilón hasta que encontraron a sus jugadores con más peso en ataque y hasta entonces casi desaparecidos para alcanzar una ventaja que parecía definitiva porque el Bilbao Basket no estaba pudiendo sacar nada en ataque.

Sin embargo, la orilla aún quedaba lejos y los vizcainos no dejaron de remar. En un marcador tan corto, la victoria iba a caer para quien menos se equivocara y el Bilbao Basket logró cerrar el partido a gran nivel. Con ataques más cortos y lanzamientos de mucho riesgo por el poco tiempo que quedaba y una defensa que recuperó la solidez y fue impenetrable, cayó un parcial de 22-10 en los últimos cinco minutos, sin conceder una canasta al Gran Canaria en los últimos dos minutos y medio. Pero el trabajo de defensa había que acompañarlo de acierto y esos cuatro triples en ese tramo fueron capitales para mantener el duelo vivo hasta que Hakanson decidió darle carpetazo.

Fue uno de esos tiros que merecen los elogios si entran y todos los reproches si se fallan, pero el sueco, que vive el mejor momento de su carrera y ya ha metido alguno de esos desde que está en Bilbao, anotó un triplazo con la mano de Shurna muy cerca. Fue una acción brillante que puso fin a un partido de mucho pico y mucha pala, jugado en las trincheras, hasta que Hakanson dio en la diana con una lejana flecha que pone al Bilbao Basket ante un escenario diferente y puede disparar la ambición. Estar a estas alturas entre los ocho primeros no lo esperaba nadie, pero no se puede decir que sea inmerecido.