En la Liga Endesa existen creencias con rango casi de ley a pesar de que ni siempre se cumplen ni muchas veces son imprescindibles para alcanzar el objetivo definitivo. Pero incluso así, han quedado ya instauradas en el ideario colectivo. Los conjuntos que luchan por la mera supervivencia, con eludir las dos plazas de descenso, tienen en el número doce su objeto de deseo. Es la cosecha de victorias en la que tradicionalmente se ubica la meta de la salvación, el guarismo que cuando figura en el casillero de victorias da paso al alivio.

No es una realidad matemática, ni mucho menos, porque históricamente ni ha sido siempre necesaria ni ha garantizado al 100% la permanencia -hablamos de permanencia deportiva, porque la materialización de ascensos y descensos reales era hace años complicadísimo de ver-. De hecho, en los anteriores catorce ejercicios solo en dos, los ya muy lejanos 2011-12 y 2007-08, hizo falta llegar a esos doce triunfos para garantizarse seguir en la máxima categoría (Estudiantes y Valladolid fueron penúltimos respectivamente con once), mientras que hay que remontarse al 2006-07 para encontrar un curso en el que un equipo, el Etosa Alicante, descendiera a LEB Oro habiendo alcanzado la mencionada cifra (mismo balance que el Valladolid, antepenúltimo, le penalizó su peor average).

Pero incluso con esos antecedentes, nadie respira, al menos en apariencia, tranquilo hasta que alcanza las doce victorias, el guarismo al que pondría candado el Surne Bilbao Basket el próximo sábado si es capaz de dar continuidad a su éxito en Lugo y consigue ganar en la cancha del Morabanc Andorra. Es por eso por lo que los hombres de negro afrontan un duelo bisagra en el Principado. Salir victoriosos cambiaría totalmente el enfoque competitivo de un conjunto construido a priori para la mera supervivencia pero que se ha ganado a base de trabajo, y sobre todo victorias, el derecho a figurar de momento en la zona intermedia de la tabla (10º, con un balance de 11-11).

CAMBIO DE OBJETIVO

De producirse, ese hipotético decimosegundo éxito llegaría con once encuentros todavía por disputarse y sería momento de dejar de mirar de reojo por si las moscas hacia abajo (cinco victorias sobre el colista Coosur Betis, cuatro respecto al Urbas Fuenlabrada, el propio Andorra y el Hereda San Pablo Burgos y tres de ventaja con el Casademont Zaragoza, el Monbus Obradoiro y el Unicaja) para dirigir la vista hacia objetivos mucho más placenteros, el play-off, pese a la indudable dificultad que entrañaría la empresa como consecuencia de un calendario áspero con una doble dinámica: rivales de la zona alta que deben pasar aún por Miribilla (Real Madrid, Bitci Baskonia, Valencia Basket, UCAM Murcia...) y visitas a varias de las escuadras que se baten el cobre en la zona peligrosa de la clasificación. A una victoria de las doce que tienen los de Sito Alonso, séptimos, y los gasteiztarras, octavos, y con las mismas que Gran Canaria y Breogán, su última víctima, el billete para las eliminatorias por el título se prevé caro.

Ganar en Andorra supondría un fantástico primer paso y no parece a priori tan inaccesible como en ejercicios anteriores. El equipo del Principado es antepenúltimo (7-16) y aunque el cambio en el banquillo, con David Eudal sustituyendo a Ibon Navarro, amagó con tener un efecto reparador (triunfos consecutivos en la cancha del Real Madrid y en casa ante el Joventut) suma cuatro derrotas seguidas, la última en Murcia por un contundente 96-67, perdiendo la jornada anterior como local contra el Breogán. El conjunto vizcaino acudirá con su rotación exterior aún dañada pero reforzado por su último éxito en tierras gallegas -solo la pifia en Burgos le ha impedido encadenar cuatro triunfos fuera de casa-, mientras que el Andorra tiene que jugar hoy miércoles en Ankara una cita de la Eurocup, con un largo desplazamiento de por medio, sabiendo que es en la ACB donde de verdad se juega su futuro.