L Surne Bilbao Basket tuvo que tocar fondo en sus prestaciones de este inicio de temporada para rebotar hacia la superficie y sacar la cabeza hacia una victoria más que necesaria. Con trece puntos en contra y apenas ocho minutos por jugar, todo pintaba a una nueva derrota para un equipo que aún busca su aspecto más reconocible y que estaba haciendo de nuevo demasiadas concesiones al Fuenlabrada, un equipo muy versátil y con licencia para lanzar desde los 6,75 metros. Pero, de repente, surgió la inspiración, el acierto que había faltado hasta entonces y los hombres de negro encontraron la senda buena.

Cinco triples seguidos, tres de ellos de un Valentin Bigote que sumó once puntos de una tacada, hicieron creer a los jugadores locales y al público de que la remontada era posible. Además, las constantes interrupciones en el juego no hicieron más que elevar la temperatura de Miribilla y generar esa comunión entre el equipo y la grada que se había echado en falta desde hace muchos meses. En ese ambiente, el Fuenlabrada fue desbordado y el Bilbao Basket logró salir indemne de otro final ajustado.

Hasta esa salva de triples, que se cerró con el de Andrew Goudelock que dio la ventaja definitiva a un minuto del final, el Bilbao Basket había sufrido mucho para defender al conjunto madrileño, que en su línea fue viviendo de las rachas de sus jugadores hasta esos tres triples inesperados de Dusan Ristic desde la posición frontal al aro. Los hombres de negro habían controlado a Kwam Cheatham, el mejor de la Liga Endesa desde la larga distancia, pero esos aciertos del serbio cayeron como martillazos en la frágil de los jugadores de Álex Mumbrú, que por su tendencia al desorden y a tomar decisiones discutibles habían dejado en el tercer cuarto pasar la oportunidad de construir una ventaja más tranquilizadora. Pero, desmintiendo el tópico, este Bilbao Basket crece desde el ataque. Esta temporada tiene varios jugadores que necesitan sentirse productivos en ataque, apreciar que el balón pasa por sus manos. Cuando no es así, se desconectan en defensa porque no es su principal virtud. Más aún cuando el mejor de la plantilla en esa faceta, Jeff Withey, sigue sin coger la mejor forma física y deja sin protección la zona.

Así que con el acierto, seis triples de nueve intentos en el último cuarto, llegó la intensidad defensiva, el meter las manos en las líneas de pase para colapsar el ataque del Fuenlabrada y construir el parcial de 7-0 que abrió las puertas del triunfo. El tercer triple de Ristic fue el último del equipo visitante, que durante muchos minutos había gozado de barra libre para que cualquiera de sus jugadores lanzara desde 6,75 metros. Con esa mejor actividad, el Bilbao Basket forzó seis pérdidas de balón a su rival en esos diez minutos y solventó cierta flojera en su rebote. Entre los 19 puntos sumados tras las pérdidas del Fuenlabrada y los quince tiros libres anotados, los hombres de negro pudieron compensar sus peores porcentajes en el lanzamiento hasta esos ocho minutos finales en los que sumaron treinta puntos.

Es de suponer que los jugadores del Bilbao Basket aprendieron ayer domingo que deben ser pacientes, que muchas veces merece la pena madurar los partidos porque en Miribilla no les va a faltar el apoyo. No sería justo calificar lo de ayer de milagro porque esos ya se agotaron la temporada y las victorias no van a llegar por apariciones divinas, sino por el baloncesto que proponga el equipo. La calidad ofensiva va quedando clara, aún con esos ratos en que al equipo se ve atrapado en un cierto caos por falta de temple, pero necesita encontrar la solidez a través de prolongar sus buenos minutos defensivos. Abierta la lata y esquivado el peor comienzo de la historia en la ACB, el conjunto ya tiene un punto de apoyo, treinta ayer domingo en ocho minutos, para impulsarse en la clasificación.

Una racha de cinco triples seguidos incendió Miribilla e hizo crecer al Bilbao Basket, que a partir de ahí elevó sus prestaciones defensivas

No es justo calificar lo de ayer de milagro porque los triunfos no llegarán por apariciones divinas, sino por el baloncesto que haga el equipo