LA Liga Endesa ha alcanzado el ecuador de la temporada regular y en esa singladura marcada por la pandemia del covid-19 y la indeseable nueva normalidad que ha llevado a la competición (carrusel de aplazamientos, pabellones vacíos...) el Bilbao Basket no ha salido en absoluto bien librado. El conjunto vizcaino ha acabado la primera vuelta en posiciones de descenso y muy debilitado tanto en cuanto a su andamiaje estructural como desde el punto de vista mental como consecuencia de la sucesión de lesiones que ha asolado su vestuario, pero sigue vivo y sin perder comba en la lucha por la salvación. Que no es poco.

No queda duda de que hay más motivos para ver más vacío que lleno el vaso de las sensaciones y los cálculos, pero los optimistas también tienen argumentos para colocar sobre la mesa. Los fríos números dicen que el equipo que dirige Álex Mumbrú, con un balance de cuatro victorias y catorce derrotas, es penúltimo en la tabla, con un triunfo más que el Acunsa GBC, que ayer ganó al Tenerife con un triple sobre la bocina de Mike Carlson, e igualado con el Betis, 17º. Tiene a un partido al Fuenlabrada y al Zaragoza, con un choque pendiente por jugar ambos, y al Movistar Estudiantes, al que le faltan un par; y a dos al Monbus Obradoiro, también con dos citas aplazadas. Todo apunta a que entre estos siete equipos estará la lucha por seguir en la máxima categoría del baloncesto estatal y las distancias definitivas entre ellos se aclararán cuando se disputen los cuatro duelos que faltan: los colegiales deben ejercer de anfitrión con los aragoneses y visitar a los gallegos, mientras que los de Moncho Fernández tienen que desplazarse también hasta Andorra, equipo al que le falta competir en la cancha del Fuenlabrada. Así las cosas, puede que alguno pueda lanzar un demarraje que le permita fabricar un buen colchón de seguridad con respecto a la zona roja.

El Bilbao Basket puede esgrimir a su favor que sus cuatro victorias de la primera vuelta han llegado contra escuadras inmersas en este grupito de rivales directos (Obradoiro, Betis, Fuenlabrada y GBC) y que contra otro (Estudiantes) perdió en el último segundo una contienda que tuvo en su mano y que haría ver de otra manera muy distinta el horizonte si hubiese sido capaz de sacarla adelante. Pese a la constante entrada y salida de jugadores del vestuario, el equipo vizcaino ha sido casi siempre competitivo contra adversarios de parecida jerarquía a la suya y los balances contra rivales directos acostumbran a ser fundamentales para evitar la quema. Está claro que hará falta más sostenibilidad y cazar también algún resultado positivo ante conjuntos de zonas medias y altas de la clasificación, pero esa posibilidad debería aumentar cuando Mumbrú vaya incorporando efectivos y pueda, de una vez por todas, entrenar durante un par de semanas con un grupo humano regular en cuanto a su composición.

Se dice que se juega como se entrena y las sesiones en las que el técnico catalán ha podido contar con todo su fondo de armario han sido contadísimas, lo que ha trascendido a algunos encuentros en los que las sensaciones no han sido nada buenas. En el duelo del sábado contra Valencia Basket, resuelto por un doloroso 73-106, solo se vistieron de corto cinco componentes de la plantilla original que arrancó el curso -Jaroslaw Zyskowski, Jaylon Brown, Álex Reyes, Arnoldas Kulboka y Felipe Dos Anjos-, lo que no sirve de excusa pero es un atenuante. De hecho, solo el de Indiana y el lituano han saltado a cancha en los 18 choques disputados. Esperando que la dolencia sufrida por Brown el sábado no sea seria, que Rousselle vuelva a lo largo de esta semana, Hakanson lo haga la próxima y que Quentin Serron y sobre todo Ondrej Balvin se reincorporen a mediados de febrero, al Bilbao Basket no le queda más que seguir remando y tratar de sumar lo posible para continuar dependiendo de sí mismo cuando pueda contar con todos sus efectivos.