La frontera entre lo humano y lo artificial se hace cada vez más difusa y así quedó demostrado en la presentación de IRON, el nuevo robot humanoide hiperrealista de la compañía china XPeng Motors.

El diseño dejó boquiabiertos a los asistentes al XPeng AI Day celebrado en Guangzhou (China) y es que resulta tan convincente que los ingenieros debieron abrirle una pierna en directo para demostrar que no había una persona en su interior, sino que se trataba de un androide de última generación. El gesto se volvió viral y marcó el que será uno de los hitos tecnológicos del año.

¿Un cuerpo biónico o humano?

IRON es el resultado de la gran apuesta de XPeng Motors por la robótica con inteligencia artificial (IA). Este humanoide posee una estructura interna biónica compuesta por una columna vertebral flexible y articulaciones que reproducen el rango de movimiento natural del cuerpo humano. Sus músculos artificiales, cubiertos por una piel sintética, le permiten realizar gestos complejos, caminar con suavidad e incluso transmitir una sensación cálida al tacto. La empresa lo describe como un diseño capaz de "caminar como en una pasarela", con movimientos fluidos, equilibrados y sorprendentemente naturales.

He Xiaopeng, presidente y consejero delegado de XPeng, aseguró que esto es solo el comienzo. "La próxima generación tendrá huesos flexibles, músculos sólidos y piel suave. Esperamos que pueda tener altura y proporciones similares a los seres humanos", explicó. Además, avanzó que en el futuro los usuarios podrán personalizar el género, la altura, el cabello o la ropa del robot según el propósito para el que lo adquieran.

Captura de vídeo de IRON caminando con el mecanismo de la pierna a la vista. XPENG

Potencia de cálculo sin precedentes

El realismo de IRON, sin embargo, no es solo superficial, sino que cuenta con una capacidad de procesamiento inédita. Integra tres chips de IA personalizados capaces de generar 2.250 billones de operaciones por segundo. Esa potencia le permite analizar imágenes en tiempo real, responder físicamente sin necesidad de traducir órdenes a lenguaje y movilizar su cuerpo con una precisión casi humana.

A esto se suman sus 82 grados de libertad, incluidos 22 solo en cada mano, lo que le proporciona la destreza necesaria para ejecutar gestos delicados, manipular objetos y adaptarse de forma autónoma a su entorno.

Captura de vídeo en la que ingenieros de Xpeng Motors abren la pierta de IRON. XPENG XPENG

Batería de estado sólido

IRON, además, cumple otro gran hito y es que se trata del primer robot humanoide alimentado por una batería de estado sólido, mucho más segura que las de ion-litio tradicionales, ya que no contiene líquidos inflamables. Esta tecnología le otorga una mayor autonomía y reduce sus riesgos operativos, lo que facilita su introducción en espacios públicos.

XPeng estima que IRON comenzará a operar en tiendas, oficinas y ferias comerciales en 2026, aunque por ahora descarta su uso doméstico por motivos de seguridad.

Entre la ciencia ficción y el día a día

La escena de los ingenieros desmontando parte del robot en directo tuvo un impacto inmediato: confirmó que el realismo que se ha alcanzado está empezando a desafiar a nuestras percepciones. Muchos recordaron universos como Blade Runner o Ghost in the Shell, donde los límites entre seres humanos y androides se entremezclaban.

Y esto es solo el principio. XPeng asegura que prepara nuevas generaciones de humanoides que podrán reconocer emociones, adaptar su comportamiento a cada interlocutor e incluso desplegar una personalidad programada para enriquecer la interacción.

Estudios recientes ya advierten de que la convivencia con robots sociales puede influir en la forma en que nos relacionamos: aumentan la confianza e incluso mejoran el estado de ánimo de quienes interactúan con ellos de forma continua.

Y es que IRON representa un avance enorme, pero también reabre el debate sobre la posibilidad de que estos robots hiperrealistas creen unos vínculos humano-máquina tan fuertes que acaben desplazando y sustituyendo a las relaciones humanas. Podría ocurrir y, según los expertos, tal vez más pronto que tarde.