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La gran esperanza estadounidense de la NBA

Cooper Flagg, elegido en el número uno del último ‘draft’, aterriza en la NBA con la vitola de futura gran estrella

La gran esperanza estadounidense de la NBAEFE

Con los gloriosos LeBron James, Stephen Curry y Kevin Durant apurando los últimos sorbos de sus extraordinarias carreras y los jugadores extranjeros monopolizando desde el ya lejano 2018 los MVPs de la NBA (Shai Gilgeous-Alexander, Nikola Jokic, Giannis Antetokounmpo, Joel Embiid…, con Luka Doncic y Victor Wenbanyama a la espera), el baloncesto estadounidense lleva años esperando al gran mascarón de proa que lidere a su próxima generación de estrellas. En su ecosistema no faltan grandes nombres (el explosivo Anthony Edwards, el más consagrado Jayson Tatum, Jalen Brunson, Tyrese Haliburton…), pero sí una punta de lanza, una figura diferencial que acapare focos como referente principal de la competición. 

Esa esperanza la encarna ahora Cooper Flagg, el número uno del reciente draft seleccionado por los Dallas Mavericks, un alero de 18 años y 2,06 metros con capacidad para hacer de todo sobre una cancha de baloncesto que aterriza en la liga con un solo año de experiencia en la NCAA en las filas de la prestigiosa universidad de Duke y a quien los focos mediáticos apuntan desde hace ya un puñado de años, colgándole la etiqueta de gran estrella del futuro.

Muy rápido para su estatura y con gran capacidad de desplazamiento y salto, Flagg es igual de peligroso lanzando desde la distancia de tres puntos (38,5% el pasado curso, aunque aún debe consolidar esos niveles de acierto) como penetrando a canasta, mientras que en defensa es capaz de emparejarse con jugadores de diversas posiciones, siendo efectivo en la pintura y el perímetro.

MVP

Sus 19,1 puntos, 7,5 rebotes, 4,2 asistencias, 1,4 tapones y otros tantos robos de balón le permitieron ser elegido MVP universitario del pasado curso, algo que un jugador freshman (de primer año) no lograba desde Zion Williamson, también con Duke, en 2019. Sus capacidades han recibido alabanzas por parte de estrellas de primerísimo nivel. El pasado verano, sin debutar aún en la NCAA, fue seleccionado para el equipo que ayudó a la selección de Estados Unidos en su preparación para los Juegos Olímpicos de París junto a jugadores que militaban en su gran mayoría en la NBA y un par de la Liga de Desarrollo y de Europa y, tras enfrentarse a él, Kevin Durant destacó que “es un jugadorazo, alguien que solo va a mejorar según vaya acumulando experiencia. Con 17 años llegó aquí jugando casi como un veterano. Sin emoción. Simplemente salió e hizo su trabajo. Eso es buena señal”.

Procedente de Maine, estado que anteriormente solo había producido dos jugadores que alcanzaran la NBA, y nacido en una localidad, Newport, que no supera los 3.200 habitantes, los genes baloncestísticos de Flagg proceden sobre todo de su madre, Kelly, que llegó a ser una destacada jugadora universitaria. Cooper cuenta, además, con una dura historia familiar a sus espaldas. El primer embarazo de su madre desembocó en un parto muy prematuro, tras solo 24 semanas de gestación, con uno de los dos gemelos, Ryder, falleciendo al de dos días de nacer y el otro, Hunter, teniendo que permanecer ingresado 109 días en la unidad de cuidados intensivos para neonatos. Tras ese episodio, los médicos le aconsejaron no volver a intentar tener hijos por el importante riesgo de sufrir una rotura uterina, pero sus padres decidieron arriesgarse y aunque el nuevo par de gemelos, Cooper y Ace, también fue prematuro –34 semanas– ambos nacieron completamente sanos.

Flagg destacó en el baloncesto desde que era un niño y tras su primer año en el instituto fue reclutado para jugar en la prestigiosa Montverde Academy, en Florida, donde recibió todo tipo de galardones individuales. Tras decantarse por Duke a la hora de dar el salto a la NCAA, estaba claro que solo iba a agotar un curso universitario –4,8 millones ganó en contratos NIL, entre ellos el de New Balance, empresa con la que firmó por encima de Nike por sus lazos con Maine y por tener dos de sus principales factorías cerca de Newport– antes de desembarcar en la NBA como la gran esperanza estadounidense.