TROPEZAR tantas veces en la misma piedra empieza a ser un problema para el Bilbao Basket. No termina de cerrar los partidos y tirar la llave bien lejos y se encuentra con derrotas de las que duelen mucho, como la de ayer ante el Araberri. Álex Mumbrú y sus jugadores no terminan de dar con la manera de jugar cuando tienen ventaja de más de diez puntos y dan al rival unas cuantas vidas para llegar al final con opciones de ganar. Ayer el cara o cruz sonrió al conjunto gasteiztarra, que se llevó el primer derbi entre el Bilbao Basket y el Araberri. Se acabó jugando al talento y a canastones y ahí el jefe fue Junior Robinson.

Lo peor fue que a los hombres de negro les pasó lo mismo dos veces y tiraron por la borda dos ventajas importantes, de las que en teoría deben ayudar a manejar los partidos. En el segundo cuarto el Bilbao Basket llegó a mandar por trece puntos (36-23) y seis minutos después, con el descanso por medio, solo ganaba por uno (42-41). La reacción fue inmediata y los vizcainos volvieron a construir una renta de catorce puntos (60-46), que le duró también poco más de seis minutos y metió el partido en una emoción innecesaria.

Es cierto que en la LEB Oro hay mucha igualdad, que cualquiera puede ganar a cualquiera como ya se ha demostrado. Pero estas situaciones recurrentes en el juego del Bilbao Basket solo hay que apuntarlas en su debe, con mucha sorpresa, por otra parte, porque también resulta llamativo e inexplicable que el equipo juegue mucho peor cuando todo le viene de cara. En esos minutos los jugadores extravían los planos y se suceden errores que acaban cambiando una inercia que apunta a ganadora.

Por un lado, el equipo se para, baja el ritmo quizás de forma inconsciente, y en el afán de buscar jugadas bien elaboradas que no convierte deja de sumar. Lo de la falta de acierto en los triples empieza a ser un Expediente X porque aún no ha llegado el partido por encima del 40% de acierto desde la larga distancia. Y como los buenos tiros no entran también aparecen los malos, las jugadas sin demasiado sentido o previsibles de las que el rival saca mucho beneficio muy rápido. Y es que resulta inconcebible en el baloncesto actual perder un partido, menos aún en casa, después de haber tirado 78 veces a canasta, doce más que el Araberri.

desacierto general Ya no es que uno o dos jugadores estén desacertados, es que la falta de puntería es general y por eso las dudas de si parar o correr y a quién dar esos tres o cuatro ataques con los que rematar los partidos sin tener que sufrir acaban provocando esos cortocircuitos que hay que remediar cuanto antes. Porque las jornadas van pasando y el Bilbao Basket tiene que hacerse respetar más allá de por su nombre y por el escenario en el que juega, que se está viendo que no intimidan a los rivales, más bien al contrario. Le toca, por tanto, al banquillo buscar soluciones desde lo táctico, que quizás solo sean matices dentro de la idea general. A lo mejor hay que buscar series más sencillas y que abran más espacios dentro de la zona para buscar la verticalidad y los tiros libres.

Ayer solo lanzó ocho, que son muy pocos para jugar como local, incluso después de haber capturado 19 rebotes ofensivos. Pero ninguno fue de un jugador exterior. Esto también es un síntoma porque en los últimos cuatro partidos los de Mumbrú solo han promediado nueve lanzamientos desde la franja de castigo. El Bilbao Basket es uno de los equipos que menos tiros libres lanza en toda la LEB Oro, lo que no se corresponde con la calidad que se le adjudica. Se trata de encontrar maneras de sumar porque un punto por aquí y otro por allí pueden hacer el montón suficientes para evitar más sustos.