Otro partido en el casi
El Bilbao Basket esboza otro apunte en su mejoría, compite bien, pero no remata la faena y desaprovecha la oportunidad de sumar una victoria que podía haber elevado sus acciones en la presente temporada
DESDE el principio de la temporada se ha generado un debate en el entorno del Bilbao Basket a cuenta del estilo de juego que más le conviene. Hay quien sostiene, como Veljko Mrsic, que a un equipo de perfil medio-bajo le conviene llevar un ritmo más controlado, asegurar más las posesiones. Por el contrario, otros creen, como Carles Duran, que hay que intentar buscar ventajas en los primeros segundos de posesión a costa de generar más tiros propios y también del rival. Para una cosa y la otra hay que tener los recursos adecuados y por eso da la impresión de que el Bilbao Basket se encuentra más cómodo cuando puede fabricar tiros rápidos que cuando elabora más sus ataques.
Su inferioridad física con la mayoría de sus rivales complica las cosas si los espacios son reducidos. Por ejemplo, el Gran Canaria tiene un perímetro muy físico, incluso usó algunos minutos a Paulí de base, y no era fácil encontrar líneas de pase claras. En cambio, muchos de los jugadores del Bilbao Basket rinden mejor a campo abierto donde pueden explotar su mayor movilidad. Es el caso de Lucio Redivo, también Dejan Todorovic o Shane Hammink y el mismo Devin Thomas, que ayer ante pívots muy grandes firmó su mejor partido desde que está en el Bilbao Basket.
flojera en el rebote Si se apuesta por un partido trabado, hay que ejecutar todos los detalles a la perfección en los dos lados de la cancha y eso les cuesta mucho a los hombres de negro. Ayer no solo fueron los dos triples de Eriksson que rompieron el partido en el tramo final, sino el dominio de los rebotes del Gran Canaria el que fue determinante. El Bilbao Basket se quedó en solo 20 capturas, muy pocas para aspirar al triunfo, sobre todo si se comparan con las 35 del equipo canario, que se llevó once rebotes en la canasta vizcaina para compensar sus trece pérdidas de balón. Y, además, volvió a regalar demasiados puntos gratis con faltas absurdas que engordaron la cuenta canaria de tiros libres.
Al final, es todo cuestión de sumar y restar, de explotar aquello que procure ventajas. La semana pasada contra el Unicaja el Bilbao Basket hizo solo 70 puntos con 62 tiros a canasta y ganó porque equilibró la batalla del rebote. Ayer lanzó 56 veces a canasta, con unos porcentajes muy buenos para un partido fuera de casa (64% de dos y 40% en triples), llegó hasta 85 puntos y perdió. Se puede decir aquello de que jugó como nunca y perdió como casi siempre esta temporada. La defensa flaqueó en el peor momento porque el hecho de que el base Oliver jugara mucho rato de espaldas a canasta, sobre todo ante Salgado, generó desajustes que el Gran Canaria, cambiando el balón de lado a lado con facilidad, aprovechó con varias canastas de las de empujar de sus pívots y, después, con esos triples decisivos de Eriksson, lejanos sí, pero a los que le faltó una mano encima.
Componer quintetos con poco tamaño obliga al Bilbao Basket a tener que proteger la pintura, un cambio sustancial que ha impuesto Mrsic, pero eso libera muchos tiros y deja al equipo a merced del fallo del rival. Cuando el partido estaba en el alambre, el Gran Canaria no erró y los bilbainos se quedaron sin una victoria que tuvieron cerca y sumaron una de esas derrotas dignas de difícil digestión. Porque ya son unos cuantos partidos que el equipo logra llegar a los minutos finales con sus opciones intactas y no es capaz de resolverlos a su favor.
En cualquier caso, el Bilbao Basket va progresando, con sus limitaciones, en busca de esa racha de triunfos que le lleven a una zona más tranquila. Los dos próximos compromisos en Miribilla ante el Joventut y el Obradoiro deben ser el imprescindible punto de partida de ese camino porque la Liga Endesa está más igualada que nunca en las últimas temporadas y muchos equipos sienten la soga al cuello.