Bilbao - El Bilbao Basket tiene un problema. Bueno, tiene un gran problema derivado de muchísimos problemas secundarios. Los hombres de negro naufragan a las primeras de cambio, se hunden ante la primera adversidad que surge en su camino porque la más mínima dificultad que se cruza ante ellos se convierte en un ochomil y, por contra, se empeñan en ofrecer siempre un cabo a su rival de turno cuando es este el que está a punto de desplomarse hasta el fondo del mar. Falta de instinto asesino cuando el rival zozobra y ausencia absoluta de coraza para resistir la más mínima embestida rival, horrible combinación que ayer en Murcia volvió a tirar a la lona al cuadro de Carles Duran, un grupo humano que parece vivir al borde de un ataque de nervios. Tan taquicárdico como endeble, tan desnortado como fallón, sin un patrón definido de comportamiento. Un cúmulo de inseguridades, individuales y grupales, que convierte al Bilbao Basket en un conjunto atenazado, tan miedoso como ansioso, desquiciado durante muchas fases.

Lo de ayer fue una especie de si no quieres caldo, ahí tienes siete tazas. Todo lo susceptible de ir mal fue incluso peor. Porque cuando tuvo el marcador a su favor con serias posibilidades de firmar rentas superlativas (19-30, minuto doce), el conjunto vizcaino cometió un sinfín de personales, muchas de ellas totalmente evitables, que dieron a los de Ibon Navarro una magnífica tabla de salvación en forma de tiros libres. Y cuando el encuentro se niveló tras el descanso, las constantes pérdidas de balón, 24 al final, fueron perfectamente castigadas por un UCAM Murcia que puso pies en polvorosa con un contundente 20-8 en el tercer acto. Y es que en las filas bilbainas funcionaron muy poquitas cosas. Álex Mumbrú, Mickell Gladness, Pere Tomàs y muy poquito más. La rotación de bases, con Javi Salgado, el tercero a priori, jugando más minutos que Jonathan Tabu y Ricardo Fischer para una valoración global de -11 entre los tres, no aportó nada de temple ni orden, Dejan Todorovic apareció tarde, Lucio Redivo y Shane Hammink ni siquiera aparecieron, Axel Hervelle y Vasilije Vucetic petardearon en su aportación interior... Tampoco la pizarra de Duran fue capaz de sacar al equipo del atolladero. La acumulación de derrotas ha acongojado a los jóvenes y los veteranos no son capaces de mantener firme el rumbo sin ayuda. ¿El resultado? Un equipo cabizbajo, sin alma. Mal asunto.

Y eso que la escuadra bilbaina arrancó la cita con los cinco sentidos alerta. Notablemente efusivo en defensa, prefiriendo liberar a Soko o Rojas en la línea de 6,75 para proteger la pintura, y con tino en ataque, con dos triples en un abrir y cerrar de ojos de Hervelle y Redivo, suyas fueron las primeras rentas, hasta el punto de que Navarro tuvo que parar el partido con un 2-12 cuando solo se llevaban cuatro minutos disputados. Los suyos llevaban un carolo en cuanto a canastas en juego, mientras que los cinco hombres de negro ya habían inaugurado su casillero. Además, la salida a escena de Mumbrú, que hizo lo que quiso con Lukovic al poste, ofreció a los de Duran una nueva fuente de anotación (12-23), pero al Bilbao Basket se le fue la mano con las faltas y el Murcia encontró una tabla de salvación en los tiros libres. Hasta en 16 ocasiones viajaron los anfitriones a la línea de castigo en el primer cuarto, para doce aciertos, lo que disimuló sus horribles porcentajes en el tiro y les permitió no perder la rueda bilbaina al término del acto inaugural (17-23). Entre Mumbrú, Gladness y un triple de Tabu volvieron a dar once puntos de colchón a los visitantes (19-30), pero para entonces la luz de alarma ya se había encendido. Demasiadas pérdidas que no solo evitaron un mayor demarraje, sino que dieron mucho aire a un rival que no lo desaprovechó. Las seis pérdidas bilbainas en cuatro minutos y el sinfín de faltas personales obligaron esta vez a que fuera Duran el que parara el partido con 27-30 a 5:52 del descanso. El parcial favorable a los locales fue a más (12-2) y, pese a los intentos de Mumbrú, el marcador no solo se igualó (33-33), sino que un triple de Oleson puso por delante a los de Navarro, aunque una técnica al técnico gasteiztarra por sus reiteradas protestas sacó al Bilbao Basket de su bache y le permitió llegar al ecuador de la contienda con un 40-42 favorable a sus intereses.

Pero las constantes vitales del duelo sonreían más a los locales. Y todo lo que era susceptible de empeorar, además, empeoró. En la reanudación, el Bilbao Basket extravió tres balones seguidos con 40-44 a su favor y se acabó lo que se daba. Los visitantes eran un manojo de nervios, con ataques en los que llegaron a fallar incluso tres triples seguidos. En ese ecosistema, el Murcia solo tuvo que jugar ordenado para remontar. Su parcial de 10-0 (50-44) lo cortó un triple de Hammink, pero a los de Duran ya no les quedaban ideas, ni orden ni acierto. Absolutamente muertos en vida, los hombres de negro llegaron a los diez minutos finales con un 60-50 en contra. Una acción de tres más uno de Tomàs y una penetración de Todorovic llevaron a Navarro a parar el encuentro con un 62-56. Pero a un triple no convertido de Deki, contestó Oleson, dañino cuando más le necesitaban los suyos, con un puñal lejano y dos tiros libres fallados por Mumbrú fueron castigados por Kloof, muy superior a Salgado en ambos aros. Los locales volvieron a coger vuelo, pero dos triples del capitán y Tomàs llevaron el 72-66 al luminoso a 2:47 del final. Pero otra pérdida con 72-68 y otra más en la siguiente jugada acabaron tumbando al equipo vizcaino, pues el triple de Todorovic ya dentro del minuto final (76-71) fue contestado por Kloof para propinar el golpe de gracia.