LOS problemas crecen en el Bilbao Basket, que ya no es que haya comprometido sus opciones de acceder al Last 16 de la Eurocup, sino que no acaba de corregir aquellos defectos que le han llevado a cerrar sin ninguna victoria su tacada de cuatro partidos consecutivos en Miribilla. La derrota de ayer ante el Lietuvos Rytas supuso, también, la cuarta en los cuatro partidos que ha disputado en casa en el torneo continental. Ni siquiera pudo el Bilbao Basket proteger el average de diez puntos, por si acaso. Al final, lo que podía haber sido la vitamina que impulsara a los hombres de negro hacia cotas mayores se ha convertido en puro veneno porque la sucesión de decepciones ha colmado la paciencia de los fieles que acuden al Bilbao Arena y con ello se ha generado un ambiente viciado.

El buen comienzo de partido del Bilbao Basket quedó en nada por las abundantes e ingenuas pérdidas de balón, que lastraron al equipo durante la primera parte porque generaron muchos puntos fáciles para los lituanos y donde debía haber una ventaja clara se generó una igualdad en el marcador. Ricardo Fischer fue el señalado por la grada que enseguida reclamó la aparición de Javi Salgado. Pero si algo no merece el base de Santutxu a estas alturas de su carrera es ser convertido en arma arrojadiza contra el entrenador. Porque, probablemente, muchos de esos que ayer pidieron que saliera a la cancha hace unos años pedían que le quitaran.

A este punto, en el que hubo hasta cierto recochineo, se ha llegado por lo que, seguramente, lo mejor es lo que va a ocurrir ahora, que el Bilbao Basket no va a jugar delante de su público hasta dentro de dos semanas y media y podrá quitarse esa losa que ya le empieza a pesar de forma evidente. Lo que pueda suceder en este tiempo nadie lo sabe, pero el rendimiento del equipo está quedando expuesto por unos números que tendrían que hacer pensar. Esta temporada los de Carles Duran han jugado ocho partidos en Miribilla y solo han ganado uno. Fuera de casa su balance es de tres victorias y tres derrotas.

Esa falta de constancia en los esfuerzos, que “dos fallos provoquen una cadena de errores”, como señaló ayer el técnico, está llenando la mochila del Bilbao Basket y sus seguidores de frustración. El equipo está muy tocado en su confianza y el público ya no oculta su disgusto con una situación que tampoco debería coger por sorpresa, salvo a algún iluso. Esta plantilla tiene recursos limitados, un montón de debutantes sin bagaje, y al mínimo contratiempo saltan las costuras. Todas las piezas tienen que estar perfectamente ajustadas para que la cosa funcione y no es el caso. No hay una garantía de regularidad en los rendimientos individuales y hasta que no se alcance, no habrá manera de salir de una espiral muy negativa, mucho más cuando se produce a la vista de aquellos que deben proteger la caída.

sin margen de error Es la segunda vez en su historia que el conjunto vizcaina enlaza cinco derrotas consecutivas en la Eurocup. La diferencia es que en la anterior, en la campaña 2013-14, cuatro de aquellos cinco choques los disputó como visitantes. Ahora, el Bilbao Basket se ha quedado sin margen de error y obligado a vencer en sus dos próximas salidas a Limoges y Belgrado para no quedarse definitivamente descolgado. Duran no lo quería, pero la Eurocup ha vuelto a provocar la frustración general y a estas alturas la temporada empieza a parecerse a la anterior cuando el equipo no termino de enganchar esas victorias que levantaran la ilusión en la grada.

La reacción debe surgir, en primer lugar, del propio vestuario, de encontrar los resortes, dentro de las limitaciones, para lograr esa solidez que hasta ahora no ha aparecido por ningún lado. Este baloncesto de extremos que propone el Bilbao Basket no le está alcanzando para brillar en la Eurocup. Así que el equipo sigue dando un paso adelante y dos para atrás, como Chiquito de la Calzada. Permítase la broma y el homenaje: el Bilbao Basket no puede, no puede.