EL nuevo proyecto del RETAbet Bilbao Basket arrancará pasado mañana su proceso de ensamblaje de cara a una próxima temporada en la que los hombres de negro volverán a jugar doble competición (Liga Endesa y Eurocup). Pese a sus deseos, manifestados al menos de palabra, de dar continuidad a sus apuestas deportivas, la realidad económica de la franquicia de Miribilla ha convertido en algo cotidiano el cambio anual de gran parte de su personal deportivo, el ir y venir de jugadores que convierte cada inicio de curso en una aventura totalmente diferente, tan ilusionante como inquietante.
En esta ocasión, igual que el verano anterior y hace dos años, serán siete las caras nuevas que se fusionarán con Álex Mumbrú, Axel Hervelle, Jonathan Tabu, Javi Salgado, Dejan Todorovic y Borja Mendia para dar forma al proyecto más enigmático que se recuerda en el Bilbao Basket. Serán los resultados los que juzguen si es mejor o peor, pero la apuesta ha sido a todas luces novedosa en comparación con el modus operandi de anteriores mercados estivales. El conjunto vizcaino se movió con una celeridad pocas veces vista en la Liga Endesa para dejar cerrada su plantilla en el mes de junio, lo que de por sí no es ni bueno ni malo, apostó por mercados hasta ahora ignorados o muy poco explotados -NCAA, liga australiana, competiciones sudamericanas...- y acabó completando una nómina de incorporaciones que es toda una incógnita en lo que se refiere al rendimiento que pueda ofrecer en competiciones tan exigentes como la ACB o la Eurocup.
Cinco de las siete incorporaciones -Tim Kempton, Shane Hammink, Jameel McKay, Lucio Redivo y Ricardo Fischer, en el caso del base con la salvedad de una fugaz aventura adolescente en Suiza- no cuentan con ninguna experiencia en el baloncesto europeo, con los dos primeros debutando además en Bilbao como profesionales; Vasilije Vucetic ha sido promocionado desde el Zornotza de LEB Plata y solo Pere Tomàs, un cupo notable para las posibilidades de la tesorería bilbaina, tiene tablas acreditadas en la máxima categoría del baloncesto estatal. Todos ellos cuentan a su favor haber sido primeras opciones en la lista de preferencias de la dirección deportiva, que ha tenido que ajustar más que nunca el presupuesto a la hora de confeccionar el equipo, pero necesitarán un tiempo de aclimatación no solo para conjuntarse con el resto de sus compañeros y con las líneas maestras que ordene la pizarra de Carles Duran, sino también para acostumbrarse a los rigores de unas competiciones que poco tienen que ver con el baloncesto universitario estadounidense o ligas como la brasileña, la argentina o la australiana en cuanto a exigencia física, táctica, estilo de juego y riqueza de esquemas, tanto propios como ajenos.
Por eso la pretemporada gozará en esta ocasión de mayor importancia si cabe a la hora de introducir a las caras nuevas en dinámica de grupo y para que cuenten con el tiempo suficiente para asimilar y entender lo que se les va a exigir sobre la cancha. En ese sentido, Redivo, que llegará a Bilbao en septiembre una vez finalizados sus compromisos con la selección argentina, y McKay, que finalmente no pudo viajar ayer desde Estados Unidos por “cuestiones administrativas” y cuya incorporación se espera que se acabe concretando los próximos días perdiéndose las primeras sesiones de trabajo, partirán con retraso con respecto a sus compañeros. Los entrenamientos y encuentros de pretemporada deberán ir perfilando el esqueleto de un conjunto en el que tocará ajustar muchos roles. Varios de los fichajes estaban acostumbrados a ejercer de cabezas de ratón en sus anteriores equipos y ahora les tocará adaptarse a minutajes y niveles de protagonismo muy distintos, lo que muchas veces no es sencillo.
El Bilbao Basket ha hecho gala de claridad de ideas a la hora de confeccionar su nuevo proyecto. El tiempo dirá si las apuestas dan el rendimiento esperado en un grupo que necesitará tiempo y mucho trabajo para solidificar sus cimientos.