LA primera final que afrontaba el RETAbet Bilbao Basket en busca del play-off no acabó con éxito. Además, tampoco acompañó el resultado del Morabanc Andorra por lo que las cosas se han situado ya en una posición extrema. Es lo que suele pasar normalmente cuando se depende de resultados, que las cuentas no se sostienen. En el grado de dificultad que tenía la jornada para los dos equipos implicados, salió perjudicado el bilbaino, que hizo un buen partido y un gran esfuerzo durante muchos minutos ante el Iberostar Tenerife, pero que careció de ese punto de cuajo y de determinación que se necesita para solventar los apuros a estas alturas de la temporada. En la última semana, el equipo canario ha jugado una Final Four y ha cedido un partido en la última jugada, en definitiva ha vivido una tensión competitiva de la que el Bilbao Basket ha carecido en toda la temporada. Cuando había que agarrar el encuentro y llevarlo al terreno propio, el equipo de Txus Vidorreta tuvo las ideas más claras y, en realidad, no hizo nada que pillara de sorpresa.

La reacción de los hombres de negro fue encomiable, pero llegó tarde, un poco a la desesperada. Y sorprende que se tomaran mejores decisiones cuando el Bilbao Basket estaba once puntos abajo que en los minutos anteriores. El manejo de la última posesión del Tenerife fue discutible ya que los de Carles Duran pudieron hacer antes la falta y generar un desenlace a jugársela desde la línea de tiros libres, aunque, en verdad, el problema había estado antes cuando el Bilbao Basket desaprovechó dos momentos que el partido le puso a su favor por su buen trabajo previo.

El primero fue en el tercer cuarto cuando tras colocarse cinco arriba a 5.55 el final el Iberostar Tenerife anotó seis de sus siete últimas canastas desde la línea de tres, el último de ellos cuando aún los de Carles Duran disponían de una falta por hacer sin meterse en el bonus, algo que no debería suceder cuando un equipo se está jugando tanto y la concentración debería ser máxima y la comunicación, muy clara. El segundo momento clave llegó cuando el conjunto lagunero cometió la cuarta falta del último cuarto en apenas dos minutos y diez segundos. El marcador estaba apretado (57-54) y era una situación de riesgo para los locales, pero salieron de ella gracias a una pérdida, una falta antideportiva y una falta en un tiro de tres.

El Bilbao Basket volvió a ponerse a dos puntos, pero otra vez la faltó empuje y templanza. Un triple desde la esquina tras un error defensivo y dos robos con canasta de Kirksay armaron otro parcial de 9-0 para los locales que enterró las opciones de los visitantes, que habían hecho demasiadas concesiones y de nuevo entregaron el partido en unos minutos de descontrol en el último cuarto, un hecho que se ha repetido en demasiadas ocasiones en toda la temporada. Porque, al final, los patrones se están repitiendo y esto va a provocar, salvo sorpresa mayúscula, algo que solo se ha dado en dos ocasiones antes con el actual formato de competición: que los mismos ocho equipos que jugaron la Copa disputen las eliminatorias por el título.

Para que eso no suceda, el RETAbet Bilbao Basket tendrá que ganar sus dos partidos y que el Andorra haga lo contrario. Esa es ya la única cuenta válida. En la anterior temporada con 17 equipos, los bilbainos jugaron el play-off con quince victorias en 32 partidos, pero eso este año ya no va a ser suficiente. Habrá que exprimir las opciones que queden ya que puede pensarse, quizás con razón, que estar a dos jornadas del final con posibilidades de acabar octavo después de tanta zozobra no deja de tener su mérito, aunque al final solo sirve para lamentar todas las oportunidades perdidas de hacer que todo hubiera sido más sencillo. Queda otro objetivo, que es el de mejorar el décimo puesto del curso pasado. Pero el partido de ayer es la historia de toda la temporada: perseguir y perseguir y no llegar, o llegar y volver a caer, como esos ciclistas que hacen la goma, admirables en su esfuerzo y en su predisposición por entrar en el pelotón principal, pero a los que el golpe de pedal les falla cuando se eleva la exigencia.