ANTHONY Randolph es uno de esos jugadores que parece que va flotando sobre el parqué, tal es su naturalidad para mover sus 211 centímetros. Su lenguaje corporal le muestra muchas veces como ausente del juego, pero cuando aparece es para acaparar el protagonismo y para colocar al Real Madrid a otro nivel. Ya se vio en el partido de la primera vuelta en Miribilla, en el que durante tres cuartos pasó desapercibido y fue decisivo en los últimos diez minutos con acciones que retrataron toda su versatilidad y dejaron sin respuesta a la defensa del Bilbao Basket.
Con ese aire introvertido y despistado y sin forzar el gesto, como si la cosa no fuera con él, -“a veces puedo parecer demasiado tranquilo”, admite él mismo-, Randolph es uno de los jugadores de más calidad que actúan en Europa y ha dejado algunas de las acciones más espectaculares del curso en las dos mitades de la cancha. El club blanco lo sigue desde que llegó hace dos años al Lokomotiv Kuban desde la NBA y su excelente temporada anterior, en la que fue pieza clava para que los rusos alcanzaran la Final Four de la Euroliga, terminó por convencer a los responsables del Real Madrid de la necesidad de incorporarlo. Pablo Laso tenía claro que el ala-pívot estadounidense encajaba perfectamente en su estilo de juego y fueron con todo para ficharlo el pasado verano. El Barcelona también lo quería, pero, como a todo esta campaña, los culés llegaron tarde y el jugador nacido en la ciudad alemana de Wurzburg, donde sus padres estaban destinados en su condición de militares, se sumó al equipo blanco, que por entonces no sabía si iba a poder retener a Gustavo Ayón.
Con el mexicano y Anthony Randolph, Laso dispone ahora de una pareja interior con mucha movilidad y agresividad, que permiten cambiar en muchas situaciones de bloqueo y aguantar el uno contra uno a los pequeños. Además, el estadounidense añade al Real Madrid algo de lo que carecía, capacidad de intimidación, como prueba que sea ahora mismo el mejor taponador de la competición. Randolph no es un pívot puro, sino un jugador que en ataque explota su condición de zurdo y su talento para moverse por todos los terrenos. Lo mismo postea que lanza de tres, maneja el balón y lo distribuye.
brillante en la copa Quienes menos le conocían quedaron impresionados con su actuación en la Copa de Gasteiz, de la que habría sido MVP de no haber mediado las hazañas de Sergio Llull. Pero el estadounidense, al margen de promediar más de veinte puntos por partido, rescató a su equipo de la derrota en cuartos con un triple postrero ante el Andorra y protagonizó acciones claves también en la semifinal ante el Baskonia. “Vine aquí para ganar todos los títulos posibles”, dijo nada más vestirse de blanco un jugador que solo tiene 27 años y que ya acumula 250 partidos en seis campañas en la NBA y dos temporadas enteras en el baloncesto europeo.
Y es que Anthony Randolph solo cumplió un año en Louisiana State antes de ser elegido en el número 14 del draft de 2008 por los Golden State Warriors sin haber cumplido aún los 19 años. En Oakland se topó con Don Nelson, que no apreció sus cualidades, pese a esa versatilidad que le podía hacer útil. Probablemente, Randolph pagó esa indefinición de su juego y, sobre todo, su escaso peso y empezó un peregrinaje por la NBA (New York, Minnesota, Denver y Orlando, donde no llegó a jugar), con cuatro traspasos incluidos, para cerrar esa etapa, por ahora, con 7,1 puntos y 4,3 rebotes de media.
Muchos piensan que el sitio del ala-pívot de Wurzburg está allí, pero el Real Madrid se va a esforzar en retenerle. Solo juega medio partido y sus estadísticas no son especialmente descollantes (8,6 puntos y 4 rebotes en la Liga Endesa y 10,2 puntos y 5,3 rebotes en la Euroliga), pero Laso sabe que Randolph es un elemento esencial para un equipo ganador. Aunque a veces parezca desenchufado.