NO es la primera vez que ocurre en el Baskonia que un jugador que estuvo cerca de salir del club en el verano se acaba convirtiendo en una de las claves del salto de calidad del equipo de una temporada a otra. Fichado del Manresa hace tres años y con un contrato por cuatro temporadas, Adam Hanga está protagonizando la explosión que se esperaba en un equipo del más alto nivel europeo y exponiendo sobre la cancha todas las cualidades que le llevaron a ser elegido en el draft de 2001 por los San Antonio Spurs cuando aún no había salido de Hungría. Y ya se sabe que la franquicia texana no escoge a cualquiera.
En su primera campaña en el Laboral Kutxa, Hanga pasó sin pena ni gloria, lo que le llevó a salir cedido al Avellino italiano el curso pasado que acabó en Gasteiz casi como recurso de emergencia y porque no le quedó otro remedio. Sus promedios en la Lega fueron de 10,7 puntos, 4,3 rebotes, 2,7 asistencias y 2 robos de balón por partido, indicios de que el jugador empezaba a cuajar. Pese a ello, el pasado verano estuvo a punto de salir cedido de nuevo, pero la llegada de Velimir Perasovic cambió su situación de forma drástica y ahora el alero nacido hace 27 años en Budapest de padre ecuatoguineano es casi imprescindible en el equipo baskonista.
Donde otros vieron defectos, el técnico croata vio virtudes y en el juego de ritmo alto que impone el Laboral Kutxa Hanga encaja como anillo al dedo. Es el segundo jugador que más minutos disputa, más de 25, solo por detrás de Causeur, y en lo que tiene que ver con los aspectos físicos, el húngaro es pieza esencial. Air Hanga, sobrenombre que se ha ganado con toda justicia, rebotea en los dos aros, tapona, corre el contraataque, firma mates espectaculares, pero, sobre todo, con sus 1,99 metros, sus extraordinarias piernas y sus largos brazos ofrece a la defensa de perímetro del equipo gasteiztarra una capacidad atlética que lo hace difícilmente desbordable y que es justo lo que Perasovic buscaba cuando puso toda su confianza en el jugador que tantas dudas había dejado en su anterior etapa en el Baskonia.
Y con esa confianza, Adam Hanga se ha empezado a soltar en aquello que era su principal carencia: el tiro exterior. Aún no puede ser considerado una referencia anotadora, de hecho aporta solo 8,5 puntos y su porcentaje en triples es aún un escaso 28%, pero ya no se le puede dejar solo muchas veces. Tardó diez partidos en meter su primer triple, ha ido mejorando poco a poco y en la Copa sus seis aciertos de siete lanzamientos fueron decisivos para que el Laboral Kutxa superada los cuartos de final ante el anfitrión.
La NBA sigue ahí “como un sueño” para un jugador que salió de un país con poca tradición en el baloncesto como Hungría y que, pese a todo, prefiere “el concepto de juego global” del baloncesto europeo. Hanga ha encontrado al fin la estabilidad, la perfecta comunión con un equipo y un entrenador que le necesitan y que le permiten expresarse tal cual es. Quizás los Spurs vuelven sobre la pista de un jugador que ha madurado lentamente y que, como algunos otros, ha terminado por convencer a la exigente afición del Buesa Arena cuando nadie lo esperaba. Claro que nadie puede triunfar si no está en la cancha.