EL baloncesto en Gran Bretaña es un deporte en auge. A partir de los Juegos Olímpicos de Londres, su importancia ha subido poco a poco y aunque su repercusión todavía está a años luz de la que reciben el fútbol o el rugby, ya empieza a ser una disciplina a tener en cuenta. Casi como una nueva moda británica, pero mucho antes de que se empezara a hablar de baloncesto en las islas, la familia Clark ya conocía muy bien lo que era esto, fueron casi unos pioneros. A contracorriente de lo establecido. Con una madre exjugadora internacional y un padre entrenador de la selección femenina absoluta de Gran Bretaña, no era extraño que Daniel (Londres, 1988) y Ella (Londres, 1992) crecieran con un balón naranja en sus manos. Poco a poco aquellos niños larguiruchos demostraron su valía y a temprana edad emigraron de casa para ganarse la vida en el mundo de la canasta. Ahora, Daniel, tras curtirse en la cantera del Estudiantes, forma parte de la rotación del Morabanc Andorra, próximo rival del Bilbao Basket. Mientras, Ella compite por ganarse su sitio en el Gernika Bizkaia. Dos hermanos con historias calcadas, que tras marcharse jóvenes de casa por perseguir su sueño, pelean actualmente en un equipo modesto para clasificarse para el play-off de la máxima categoría estatal.

“Entrar en la fase final es uno de nuestros objetivos y seguro que el de ellas también”, comenta Daniel. El Andorra está a una victoria del octavo puesto, ocupado por el Bilbao Basket, y mañana se enfrentará a los bilbainos con la intención de seguir subiendo. La visita del mayor de los Clark podría haber unido a los dos hermanos durante un día, pero justo Ella se ha visto obligada a marchar a Ferrol para disputar un partido clave con su equipo (mañana, 19.00 horas): “Necesitamos ganar tras las últimas derrotas sufridas y para eso tenemos que estar juntas y jugar duro”. A pesar de la distancia, ambos tratan de ver los partidos del otro. “Se les han escapado varios partidos que tenían que haber ganado y creo que deberían haber entrado en la Copa”, cuenta la británica sobre la temporada del Andorra. Asimismo, Daniel pide a Ella que dé un pasito más: “En nuestra familia somos muy exigentes y creo que lo puede hacer mejor, no está siendo muy regular. Aun así, está ayudando al equipo y estar peleando por el play-off es algo positivo”.

El destino ha llevado a los Clark a localidades pequeñas y tranquilas aunque “Andorra es muy acogedora y tiene todo lo que necesitas para poder vivir bien”, apostilla Daniel. Su hermana tampoco está a disgusto en Gernika, ni mucho menos: “Me encanta. Es muy agradable y la gente es cercana y amigable”. Es la última parada del largo viaje de estos dos ingleses. A pesar de no llegar a la treintena, el mayor de la saga ha jugado en Madrid, Lugo, Gasteiz y Fuenlabrada para terminar recalando en el principado. Por su parte, Ella se formó en la universidad de Long Beach, antes de iniciar su andadura en Zamora, su penúltimo equipo. Viajar se ha convertido en una rutina para los Clark. Desde muy pequeños tuvieron que abandonar el hogar para formarse dentro de las mejores posibilidades al alcance. “Me fui de casa con 18 años, algo más mayor que cuando lo hizo Dan, que se fue con 14. Fue duro, pero viví nuevas experiencias que no hubiera tenido sin el baloncesto. Creo que fue la decisión correcta”. Los dos hermanos pronto se acostumbraron a estar sin el amparo de sus familiares, todo un sacrificio para ellos, pero para Daniel la peor parte recayó en sus padres: “Si para nosotros fue duro, no puedo imaginar lo que fue para ellos. Siempre les voy a agradecer ese esfuerzo porque si no me hubiera ido de casa no habría tenido tantas oportunidades como he tenido hasta ahora”.

LA IMPORTANCIA DE LA FAMILIA Tanto Daniel como Ella tienen claro que todo esto no hubiera sido posible sin la ayuda de sus padres. Ellos apostaron por el baloncesto en una época en la que el deporte tenía una popularidad mínima en el país y trasladaron esa pasión a sus hijos. “En nuestra infancia todo era baloncesto y nos pasábamos todo el día con un balón”, recuerda la jugadora del Gernika. Fueron de los pocos que dejaron de lado el balón de fútbol y decidieron lanzar tiros apuntando al aro, pero no los únicos. “Aunque no sea el deporte más importante, hay bastante gente que lo practica, sobre todo en Londres”. Ahora, los dos hermanos observan desde fuera como está creciendo el baloncesto en el país y se sienten esperanzados a la hora de mirar al futuro. “Cada vez se vive más y hay muchos jóvenes que empiezan a practicarlo, eso es importante. Tanto a nivel nacional como de gobierno, el baloncesto es un deporte con bastantes opciones de salir adelante y tiene mucho potencial”, afirma Daniel.

Aun así, en la vida de los Clark no todo ha sido luchar contracorriente o hacer sacrificios para buscar sus sueños. Siempre que pueden se juntan y es habitual que los dos hermanos hagan unos contra uno “para divertirse”, algo que de pequeños no ocurría con tanta frecuencia debido a las pocas ganas de perder de cada uno. “Los dos somos muy competitivos y como yo era más grande y le sacaba cuatro años, no hacíamos muchos”. Ahora, los duelos se han convertido en algo más constante y ninguno reconoce quién es el perdedor. “Obviamente siempre gano yo. Aunque sea mi hermana pequeña no le dejo ganar”, afirma Daniel. Ella le corrige. “Él me gana a veces, pero la que normalmente gano soy yo”, comenta. Y añade: “La que mejor tira de los dos también soy yo”. Competitividad entre dos hermanos con una manera de jugar muy similar.