EL segundo partido de la eliminatoria de play-off dejó un episodio que quedó como una anécdota, pero que pudo haber provocado un buen lío y que dejó en mal lugar las quejas que sobre el arbitraje expresó Carles Durán en la sala de prensa. Como refleja la imagen que acompaña esta página, el Valencia Basket atacó con seis jugadores (Sato, Rafa Martínez, Dubljevic, Ribas, Van Rossom y Lucic) en los segundos finales del partido, una acción que hay que entender como involuntaria, pero que pasó desapercibida a casi todo el mundo, incluidos los tres árbitros y el técnico taronja. Según desvela un vídeo de la web especializada Kiaenzona.com, solo Álex Mumbrú pareció darse cuenta de la circunstancia, incluso con el balón en juego.
Mientras Van Rossom (en el círculo 5) inicia la penetración, el capitán del Dominion Bilbao Basket advierte al árbitro de fondo, pero nadie hizo caso, la jugada continuó, aunque el Valencia Basket no anotó. De haberlo hecho, con menos de medio minuto en el reloj y un resultado muy apretado, habría provocado un final polémico ya que ni siquiera con el juego parado los árbitros revisaron la jugada, que merecía técnico al banquillo local y, en consecuencia, un tiro libre y saque de banda para el Bilbao Basket. Los hombres de negro perdieron el balón tras el rebote y el conjunto local aprovechó para deshacer disimuladamente su error y seguir jugando como si tal cosa.
Así las cosas, tienen aún menos justificación las palabras del técnico del Valencia Basket tras el partido y su intento de colocar a los árbitros en el centro de una eliminatoria en la que no está habiendo nada fuera de lo normal. Lo más llamativo hasta ahora ha sido el momento en que Hervelle y Lucic se enzarzaron tras caer al suelo en la disputa de un rebote y que los árbitros sancionaron con una falta técnica para jugador. Esta jugada fue utilizada por la prensa valenciana para situar la eliminatoria en un contexto de violencia y de jugadas antideportivas que en ningún modo corresponde a la realidad. Todo a cuento de las palabras que Sito Alonso utilizó hablando de kamikazes, de instinto asesino y de matar o morir que no dejan de ser las típicas en las horas previas de una confrontación de este estilo y a las que Carles Durán respondió en parecidos términos. Ni siquiera merecían una justificación, pero Sito Alonso se disculpó por si a alguien le habían sentado mal.
Evidentemente, todo se refería al aspecto deportivo, pero su colega de banquillo, quizás por la inexperiencia, ha olvidado que en un play-off hay que colocarse una coraza muy duro e impermeable. Al contrario, Durán ha demostrado que tiene una piel muy fina y eso transmite debilidad y poca confianza en su propio equipo. Por ejemplo, se quejó del número de tiros libres de que dispuso el Bilbao Basket y de la “falta de respeto” hacia su equipo y, en concreto, hacia Pau Ribas, “el mejor alero de la competición”. Pues bien, el escolta formado en el Joventut es el jugador al que más faltas a favor han señalado los árbitros en los dos partidos, un total de doce. Otra cosa es que el Valencia Basket no haya conseguido hasta ahora que su jugador más resolutivo reciba el balón en situaciones en las que poder explotar su calidad en el uno contra uno para sacar más tiros libres de los dos que ha lanzado.
El Dominion Bilbao Basket, al menos de forma pública, trata de centrarse en aquello que depende de él, sabiendo que la eliminatoria tiene un nivel de contacto superior al de cualquier partido de liga regular. Pero esto ya se sabía antes de empezar. Pasa en todas las competiciones del mundo y es más práctico asumirlo que tratar de cambiarlo. Sito Alonso y sus jugadores lo tienen claro y por eso han conseguido que los cuartos de final se tengan que resolver en Miribilla.