bilbao - Hace aún menos de nueve meses se disputó el partido que cambió la historia del Bilbao Basket. Desde ese 23 de marzo de 2014 ya nada volvió a ser igual. Todo se resumió en un pasillo, el que realizaron los jugadores del Real Madrid a sus rivales cuando abandonaban la cancha derrotados por el entonces líder imbatido de la Liga Endesa y rumbo a una huelga que denunciaba los impagos que sufrían, gritaba el hartazgo por una situación que estaba poniendo en riesgo la supervivencia del club y abría un escenario de todo o nada. Ojos vidriosos al borde del llanto, gestos de abatimiento y desesperación y un público rendido al esfuerzo de sus jugadores y asombrado por el cariz que habían tomado los acontecimientos en el Bilbao Basket fueron el colofón a lo que muchos temieron en aquel momento que iba a ser la última visita del gran enemigo blanco a Bilbao.

Fue el último gran partido del curso anterior en el Bilbao Arena. Por suerte, esos mismos aficionados estarán hoy de nuevo en las gradas para asistir a uno de los choques, el primer gran partido de la presente temporada en el recinto de Miribilla, con el máximo respeto para los anteriores visitantes. Durante la semana se ha debatido entre la gente de la marea negra si el Real Madrid merece ser aplaudido por ese gesto que devolvió el respeto que, en cuestión de baloncesto, siempre se ha tenido al conjunto blanco en Bizkaia desde mucho tiempo atrás. No en vano, fue en diciembre de 1958 cuando se enfrentó por primera vez al Águilas. Además, esa camiseta la vistieron vizcainos ilustres como Emiliano Rodríguez, Juanma Iturriaga o Juanan Morales, y gente que ahora podría pasar por vizcainos como Álex Mumbrú, Axel Hervelle y Raúl López, las tres patas en las que se sustenta el presente del Bilbao Basket en cuanto a compromiso e identificación.

amigos y rivales Varios jugadores han sido compañeros y rivales en uno y otro bando en tiempos recientes y es evidente que entre las dos plantillas existe mucha afinidad por más que a lo largo de estos años los duelos entre el Bilbao Basket y el Real Madrid hayan pasado por distintos estados de ánimo. Con el de hoy, será la decimotercera vez que los madridistas visitan a los hombres de negro en la Liga Endesa. Al principio, parecían imbatibles por el peso de la historia. Luego, ganarles se hizo casi un hábito. Y ahora, de nuevo, los blancos marcan la jerarquía que impone su calidad y son ocho las victorias en sus visitas a Bizkaia en esta etapa, aunque en Miribilla lleven más derrotas que triunfos.

Aún no se ha olvidado el tapón irregular de Hervelle que impidió que el Bilbao Basket lograra su primer triunfo en marzo de 2008. Pero no se hizo esperar mucho ya que al curso siguiente ardió el Bizkaia Arena del BEC con el 88-81 que rompía el maleficio. Mumbrú, Hervelle y Raúl aún vestían de blanco, junto a Sergio Llull y Felipe Reyes, que ahí siguen. En cambio, nadie de los que ganaron aquel partido con el Bilbao Basket continúa en el equipo.

Al año siguiente, el alero catalán se cambió de bando para sufrir la derrota más amplia de los locales, un 70-96 en el que brilló Louis Bullock, azote habitual de los bilbainos que tiene con 27 puntos el tope anotador de estos duelos en Bilbao que han sido dirigidos por ocho entrenadores: Txus Vidorreta, Fotis Katsikaris y Rafa Pueyo en el Bilbao Basket; Bozidar Maljkovic, Joan Plaza, Ettore Messina, Lele Molin y Pablo Laso en el Real Madrid. Sito Alonso será, por tanto, el noveno.

Los dos encuentros de las semifinales del play-off de la campaña 2011-12 y el de la siguiente temporada en la Euroliga, con el trío citado ya al mando del vestuario bilbaino y el ‘efecto Miribilla’ en todo su apogeo, fueron el momento de mayor esplendor del Bilbao Basket, que se sentía capaz de mirar a los ojos a su poderoso rival y se batía sin complejos. Desde entonces, las trayectorias de los dos equipos se han vuelto a separar. El Real Madrid ha vuelto a donde su historia le reclama, a pelear por todos los títulos y en ese camino lleva dos victorias seguidas en Miribilla. Los vizcainos han tenido que abandonar los aires de grandeza y poner los pies en el suelo, por la cuenta que les trae.

La clasificación dice que los madridistas no están tan lejos, al menos después de transcurridas diez jornadas. Solo dos partidos separan al líder del cuarto clasificado, aunque la lógica dice que la distancia real no va a ser esa al final. El Real Madrid presenta el mejor ataque de la competición, con más de 87 puntos de media por partido, y el Bilbao Basket es la tercera mejor defensa, con apenas 71 puntos recibidos. En esa lucha, los de Sito Alonso tienen las de perder si no recuperan la intensidad del primer mes y medio de la temporada. Las lesiones han frenado la progresión del equipo ahora que llega un parte muy exigente del calendario, pero el técnico no quiere que sus jugadores dejen de ser valientes y atrevidos para sortear las dificultades. Pero los blancos, a pesar de las cifras, tampoco van sobrados, no muestran la exuberancia de la pasada temporada cuando eran un rodillo. En esta lo están siendo, pero solo a ratos, como en su último compromiso en la Euroliga, resuelto apenas en el último cuarto.

El Bilbao Basket jugará sin presión, sin sentir una obligación que no sea la de competir al máximo de sus posibilidades actuales, que no se sabe cuáles son por culpa de esa falta de continuidad en los entrenamientos. Aunque las derrotas duelan, los seguidores deben ser conscientes de que el mero hecho de volver a enfrentarse hoy al Real Madrid, como antes y después a otros rivales, es la mejor de las victorias de esta temporada.

agradecimiento Como nobleza obliga, Álex Mumbrú, que no quiere perderse el partido por nada del mundo, entregará hoy a Felipe Reyes una camiseta del equipo con el lema de “Eskerrik asko” para agradecer ese inesperado gesto de la plantilla madridista la pasada temporada, ese pasillo blanco de solidaridad por el que atravesó el Bilbao Basket, con el orgullo herido, hacia un futuro necesariamente mejor. Aquel día el mundo que se había construido en Miribilla pareció venirse abajo. La marea negra ya ha entendido que no hace falta querer ser como el Real Madrid, que la felicidad puede estar también en las cosas pequeñas. Ahora para disfrutar basta con tenerle delante, siquiera un par de fines de semana al año, y poder ganarle de vez en cuando. Hace nueve meses, ni eso parecía posible.