Bilbao - Las notables puestas en escena han sido una de las señas de identidad del Bilbao Basket en este arranque de temporada... hasta los dos últimos encuentros. En las primeras cinco jornadas, los hombres de negro comparecieron en pista autoritarios y sólidos, fabricando durante el primer cuarto notables ventajas a su favor (+13 ante el Montakit Fuenlabrada, +9 en Andorra, +5 contra el UCAM Murcia, +10 en la pista del Laboral Kutxa, +17 ante el Baloncesto Sevilla) que acabaron teniendo, salvo en Gasteiz, incidencia positiva en el resultado. Pero en sus dos últimos compromisos, los de Sito Alonso no han sido capaces de imponer su propuesta de baloncesto en los minutos iniciales: en el Nou Congost llegaron a verse 14 puntos por debajo en el luminoso (26-12), mientras que el domingo, ante el CAI en el Bilbao Arena, la desventaja llegó a los 17 (9-26).
Estos arranques fríos que permiten coger confianza y vuelo en el marcador al rival fueron una de las taras del equipo en el anterior ejercicio y se ha reproducido en estas dos últimas jornadas, aunque el hecho de que el técnico haya tenido que presentar quintetos iniciales novedosos como consecuencia de las lesiones ha podido tener incidencia directa en este cambio de dinámica. Sea como fuere, estas salidas falsas, estos compases iniciales en los que el rival se despega tanto en el luminoso, acaban siendo un handicap importantísimo porque no solo obligan al equipo a jugar contracorriente durante muchos minutos, con la merma física y sicológica que ello supone, sino que precisan posteriormente de un juego que roza la perfección para recuperar el terreno perdido.
El Bilbao Basket lo logró, no sin apuros, ante el Manresa, pero no contra el CAI, un equipo con más recursos y mejor armado, aunque estuvo cerca. Pese a haber demostrado su capacidad para no rendirse y llegar a los compases finales con opciones claras de ganar, los hombres de negro saben que este aspecto de juego deberá ser subsanado de cara a las próximas citas. El rival, su fortaleza y potencial, también juega, pero en arranques tan descompensados el que los sufre también suele tener parte de culpa. - Jon Larrauri