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Lo que mal empieza...

El Bilbao Basket, desdibujado, se deja en Badalona casi todas sus opciones de jugar la Copa en un duelo en el que arrancó a remolque por los triples del rival y que Shurna destrozó tras el descanso

Lo que mal empieza...EFE

bilbao. Lo que mal empieza acostumbra a acabar de la misma manera, rematadamente mal en el caso de un Bilbao Basket que ayer se dejó en Badalona prácticamente todas sus opciones coperas en un encuentro en el que estuvo en todo momento a merced del gatillo del Joventut, de la efervescencia de los de Salva Maldonado a la hora de percutir sin miramientos desde la larga distancia. Arrancó mal, con un parcial adverso de 10-1 prácticamente en un abrir y cerrar de ojos; fue a peor, con un tercer cuarto en el que John Shurna hizo un auténtico destrozo a la retaguardia de los de Rafa Pueyo después de que estos consiguieran acercarse en el luminoso antes del descanso; y acabó fatal, con un equipo absolutamente roto, desnortado, descorazonado, a merced de un rival alegre, que carbura sin complejos. Las líneas maestras de la contienda fueron las que Salva Maldonado habría firmado gustoso antes del partido. Los verdinegros pudieron fusilar desde la larga distancia, desde donde viven o mueren sin hacer prisioneros en este curso, encontraron la confianza que se precisa para llevar a cabo esta propuesta de juego y ya no miraron hacia atrás, jugando a favor de corriente en todo momento. Por contra, los hombres de negro encontraron un vendaval huracanado en contra y no hubo manera de hallar algo de cobijo. Si su rival veía el aro del tamaño de una piscina olímpica, el suyo tenía el diámetro de un dedal y se empeñaba en escupir sus lanzamientos. Intentar que la brújula encuentre el camino de la victoria con un 46% en el tiro de dos puntos y un horrible 19% en triples (cuatro aciertos de 21 intentos) es una misión prácticamente imposible.

Sin una partitura clara en ataque y haciendo aguas en defensa, a los visitantes no les quedó más remedio que hincar la rodilla y enarbolar la bandera blanca. La tumultuosa actualidad que acompaña al equipo, de la que es imposible aislarse tal es la incertidumbre económica que se vive no ya a largo plazo sino a corto, tampoco ayuda a unos profesionales que desconocen qué será de ellos en cuestión de semanas, si seguirán en Bilbao o tendrán que ganarse el jornal en otras tierras. Sea por lo que fuere, probablemente como consecuencia de un poco de todo, sobre la cancha del Olimpic de Badalona se vio a un equipo sin el filo de anteriores semanas, sin la suficiente fe como para que la nave pudiera llegar a buen puerto. Los esfuerzos, individuales y colectivos, quedan fuera de toda duda, pero es complicado encontrar la mirada de tigre necesaria para la alta competición cuando se es consciente de que se vive sobre el alambre, sin red de protección. Además, hay diversos jugadores de la plantilla cuyo rendimiento ha sufrido un retroceso y el núcleo duro que forman Raúl López, Álex Mumbrú y Germán Gabriel no pudo ser ayer el sostén del equipo -especialmente significativa es la situación del base de Vic, que lleva un cero de catorce en lanzamientos de campo en los dos últimos encuentros de la Liga Endesa después de haber sido hasta ahora el faro clarividente que ha guiado al colectivo-. Así las cosas, fue la segunda unidad la que mejores sensaciones ofreció en la contienda de ayer, con Damir Markota, Roger Grimau y Zoran Vrkic como principales opositores a la efervescencia anotadora de Devoe Joseph y Shurna en las filas enemigas.

Desliz desde el arranque El partido se le puso muy cuesta arriba al Bilbao Basket desde el momento en el que se lanzó el balón al aire. El joven Caven y Shurna inauguraron la fiesta triplista y el Joventut no tardó en subirse a la ola buena para marcar un amenazante 10-1. Hasta 13 triples lanzaron las tropas de Maldonado en los primeros diez minutos (con seis dianas) por únicamente cinco lanzamientos de dos puntos, pero su apuesta no fue sorprendente, ni mucho menos. Así juegan los verdinegros, así es su forma de expresión baloncestística. Cuando enchufan ganan y cuando fallan sufren. Y ayer enchufaron. De lo lindo. El 26-14 al término del primer cuarto oscureció un panorama que encontró un rayo de esperanza con la entrada de los hombres de refresco. Los Grimau, Markota, Bertans y Vrkic supieron ofrecer la intensidad que el partido requería y los de Pueyo se lanzaron a labores de persecución. Llegaron a colocarse a cinco puntos (39-34) a escasos segundos del descanso, pero Kirksay, con un triple cómo no, aumentó la distancia de seguridad de los anfitriones.

Y al regreso de vestuarios llegó el desplome definitivo. Sonoro. Contundente. Tras estrechar márgenes Gabriel, Shurna, un cuatro abierto cuyo peligro conoce todo rival que se mide al Joventut, entró en estado de gracia e hizo trizas al Bilbao Basket. Quince puntos prácticamente consecutivos salidos de su muñeca -tres triples y dos acciones de tiros libres tras falta más allá de la línea de 6,75- enviaron a la lona a los de Pueyo, que llegaron a perder hasta por 19 puntos (61-42). Quedaba ya poco por lo que luchar más allá de la honra y de un resultado lo menos abultado posible y a por ello se lanzaron los visitantes. Consiguieron colocarse a diez puntos en el amanecer del último cuarto merced a un parcial de 0-9, pero la sucesión de errores impidió ir más allá. Una canasta de Joseph tras rebote ofensivo, un dos más uno del propio escolta canadiense tras pérdida de balón...

Así las cosas, los minutos finales fueron una fiesta para el Joventut, cerca de colarse en la Copa de Málaga y un auténtico suplicio para unos hombres de negro que acabaron rotos, cabizbajos, superados por el rival y las circunstancias. Y es que aunque duela decirlo, el 80-70 final es casi lo de menos pues el encuentro más trascendental para el futuro del Bilbao Basket se juega estos días lejos de las canchas. Y en ese terreno de minas jugadores, cuerpo técnico, trabajadores y aficionados apenas pintan nada. Por desgracia.