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ESTÁ claro que la afición de Bilbao y de Bizkaia quiere ver baloncesto del más alto nivel. Ayer era un día en el que podía haber cundido el desánimo ante las últimas noticias sobre la economía del club, pero la marea negra respondió como en las grandes ocasiones y no quiso dejar solos a sus jugadores. Ni los seguidores ni la plantilla se merecen esta situación y ambas partes dieron la cara en un partido que acabó mal, pero que solo puso de manifiesto que la pelota está en otros tejados. En esto la afición y los jugadores van de la mano, ajenos a cualquier responsabilidad. La primera puso de su parte para llevar a su equipo hacia la victoria y los segundos dieron otra lección de orgullo y de compromiso, aunque muchos temen el momento en que caiga la gota que haga desbordar el vaso de la paciencia y el aguante de una plantilla cuya profesionalidad ha sido puesta a prueba por las erróneas decisiones de otros.

Derrotas como la de ayer no ayudan a levantar el ánimo, pero el sentir general es que nadie quiere perder el tiempo en buscar y señalar culpables, sino que espera soluciones, cuanto antes mejor. En la grada la situación económica del club, el dinero que hubo, el que hay y el que debería haber, fue el tema de conversación antes, durante y después del partido. Y las conclusiones era que nadie quiere creer que el proyecto del Bilbao Basket pueda caer, o puedan dejarlo caer. "Aquí estamos casi 10.000 personas y este pabellón lo acaban de hacer. Esto es algo muy valioso para la ciudad", decían unos aficionados de Basauri, que aguardan como todos noticias positivas sobre el futuro del club.

Otros seguidores de Santurtzi trataban de interpretar los últimos acontecimientos y las declaraciones más recientes del máximo accionista y se mostraban convencidos de que en la trastienda se está fraguando un cambio, que ya hay alternativas para la gestión del Bilbao Basket "y eso pasará porque Gorka Arrinda abandone el proyecto. Pero parece que él no quiere salir así como así". "De todas formas, hay muchas cosas que no están claras", añadían.

En definitiva, el 'efecto Miribilla' solo quiere disfrutar del baloncesto, de ese espectáculo que le viene convocando cada fin de semana desde hace trece temporadas. Al principio, eran pocos, pero ahora son muchos, una cantidad suficiente para ser tenida en cuenta. Ayer el público se guardó los reproches, evitó dirigir sus críticas hacia nadie y solo tuvo ojos y ánimos para sus jugadores y protestas hacia los árbitros. En otros lugares habría habido dedos acusadores, pero hasta en eso la afición vizcaina es diferente. Quien tenga la solución, que la aplique, fue el mensaje, callado pero contundente, que enviaron la afición y los jugadores. Ni unos ni otros pueden hacer más de lo que están haciendo por mantener viva la llama del baloncesto profesional en Bizkaia.

sin instinto matador Ganar o perder empieza a ser ya lo de menos, mientras no se resuelvan las incertidumbres ajenas a la cancha. Cualquier objetivo, como puede ser el de la Copa, pasa a un segundo plano, por más que el equipo se muestre competitivo, aunque en partidos como el de ayer peque de falta de contundencia, de instinto asesino para liquidar a un rival cuando está tambaleante y poner la rúbrica a todo el notable trabajo anterior. Al final, quedó otro borrón por culpa de las siete pérdidas de balón que cometió a partir de que se colocó con siete puntos de ventaja y los mismos minutos por jugar.

En ese rato en el que cuidar el balón era imprescindible, el Valencia Basket no aflojó el nivel de contacto en defensa que había llevado hasta entonces y recuperó balones claves. En cambio, los de Perasovic solo cedieron dos posesiones y, en consecuencia, gozaron de más oportunidades de anotar y recortar la diferencia demasiado rápido. En el cara o cruz final, el equipo vizcaino volvió a salir perjudicado porque el baloncesto, lo que ocurre en la cancha, no es una ciencia exacta. No existen soluciones infalibles ni perfectas a priori, aunque el problema es que cuando no llega el éxito después de adoptar decisiones distintas, se corre el peligro de no saber qué es lo correcto y liarse cuando hay que acabar la faena. Quizás todo se resume en aquello que dijo un veterano técnico de la Liga ACB cuando le preguntaron en un curso de entrenadores qué había que hacer, qué era lo mejor, en finales como el que aconteció ayer o en Murcia. "Ganar. Si ganas, esa decisión será la buena". El Bilbao Basket aún no ha dado con ella, pero solo por insistencia en finales apretados la moneda acabará cayendo de su lado.