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En Valencia creen haber encontrado lo que buscaban desde hace unos años: una dirección de juego que haga honor a su nombre. El club taronja y Velimir Perasovic decidieron dar un cambio de rumbo y se desprendieron en verano de sus dos bases, Rodrigo San Miguel y Stefan Markovic, demasiado inconstantes para la posición y para aguantar las exigencias del técnico croata. El fichaje de Sam Van Rossom, un jugador muy del agrado de Rafa Pueyo, era una apuesta segura ya que el belga había cubierto tres temporadas en el CAI Zaragoza con un alto rendimiento. Pero la afición valenciana se quedó con la mosca tras la oreja cuando se anunció la llegada de Oliver Lafayette.

No habían tenido buenas experiencias en la Fonteta con jugadores como Shammond Williams, Robert Pack o Anthony Goldwire, tendentes al individualismo y al cruce de cables, y fichar otro base estadounidense provocó algunas reticencias que el jugador nacido en Baton Rouge ha disipado en estos primeros meses de la temporada, en los que ha confirmado las referencias que de él existían. No solo por su procedencia, el afrancesado estado de Luisiana, ni por su apellido, de reminiscencias parisinas, sino que su juego está impregnado de un estilo europeizado en el que prima el funcionamiento del colectivo. Quizás por eso se licenció en sociología.

Destacó en los junior colleges, pero Oly Fatts, como era conocido en sus tiempos con los Cougars de la Universidad de Houston, siempre fue considerado un base ordenado, buen defensor, pero sin tiro, lo que le cerró las puertas de la NBA. Pero allí tienen datos de todo y Oliver Lafayette es el jugador con mejor registro anotador entre todos los que han disputado solo un encuentro en la mejor Liga del mundo. Metió siete puntos en 22 minutos en su única presencia con los Boston Celtics en un duelo ante los Milwaukee Bucks en la temporada 2009-10. Y ese solitario partido le habría dado el derecho a ser considerado campeón de la NBA, a lucir el anillo, pero los Celtics cayeron en la final ante los Lakers.

Aquella temporada murieron las esperanzas de Lafayette de hacer carrera en la NBA. Simplemente, no encajaba, fue cortado por la franquicia bostoniana justo antes de empezar la pretemporada siguiente y decidió emprender carrera en Europa, donde ha tardado en asentarse. Disputó seis partidos con el Partizan en la campaña 2010-11 que le permitieron debutar en la Euroliga. El difícil papel de suplir a Bo McCalebb, un jugador de otras características, le llevó a regresar a la NBDL para volver a probar en el baloncesto de su país. Pero tampoco cuajó, pese a que con los Fort Wayne Mad Ants logró los mejores registros anotadores de su carrera, y acabó el curso en Israel.

El siguiente lo comenzó en el Asecco Prokom polaco y lo terminó en el Anadolu Efes. Sus porcentajes de tiro, excepto en los libres, seguían siendo bajos, pero iba cuajando como un jugador interesante, de los que ayuda a ganar partidos porque no pierde el control. Su gran paso lo dio la pasada temporada en el Zalgiris Kaunas donde fue una pieza clave para Joan Plaza. Con ese bagaje en la Euroliga, el ahora técnico del Unicaja no dudó de que Lafayette iba a hacerlo bien en la Liga ACB porque "es un jugador muy entrenable, disciplinado, humilde, siempre pendiente de mejorar". A eso, a aprender, se había dedicado durante su estancia en los Celtics en la que vivió un memorable recorrido en los play-offs. "Mirar a Garnett, a Allen, a Pierce... Entrenar y compartir vestuario con ellos me ha dado mucha confianza para el futuro", dijo entonces. Y en Kaunas encontró el premio gracias al trabajo con el entrenador catalán en un equipo que, pese a los problemas económicos, "siempre se mantuvo unido y competitivo".

Y ahora en Valencia están encantados con el base de Baton Rouge. Lo está, sobre todo, Perasovic, que valora la energía que aporta Oliver Lafayette desde el banquillo a un equipo que se caracteriza por su agresividad defensiva y agradece que no haga locuras. Nunca ha sido titular en los 23 partidos del conjunto taronja esta temporada, pero su aportación está siendo muy importante. El jugador estadounidense juega 22 minutos de media y con él en cancha su equipo tiene un balance positivo de diez puntos. Además, es el mejor pasador de su equipo con 4,5 asistencias y el quinto de toda la competición. El técnico del Valencia Basket tampoco esquiva la posibilidad de juntar en cancha Lafayette y Van Rossom, que tiene más capacidad de anotación, porque sabe que el primero mantendrá siempre un alto tono en la contención. "Creo que soy capaz de vigilar a cualquier tipo de base", comenta el de Baton Rouge, que tiene claro cuál debe ser su papel en un equipo: "Soy un base, no un tirador al que puedas mandar a las esquinas a esperar que le llegue el balón".