BILBAO. A falta de regularidad, virtud que todavía aparece muy alejada en el horizonte, el Gescrap Bizkaia, funambulista del baloncesto por antonomasia, ha recuperado al menos el equilibrio, la capacidad de desenvolverse con acierto en el alambre, de resolver de manera victoriosa las situaciones rocambolescas que su propia anarquía genera. Tras los sonados tropezones sin red de seguridad ante el Caja Laboral y el Lagun Aro, las victorias a domicilio en Zaragoza y ayer en Valladolid posibilitan que los hombres de negro vayan poco a poco recuperando el terreno perdido y vislumbrando un porvenir más ilusionante, con la Copa todavía teniendo cabida en sus sueños. En otro encuentro que no hizo más que confirmar su esencia bipolar, el conjunto bilbaino tuvo que verse una vez más contra las cuerdas para sacar lo mejor de su juego, aunque esta vez contó con un acicate especial: la expulsión de Fotis Katsikaris por dos técnicas consecutivas a 2:05 del final del tercer acto.
El entrenador griego se inmoló para cambiar una dinámica arbitral que consideraba injusta y para buscar una reacción entre sus pupilos, cumpliendo ambos objetivos. Los hombres de negro, con Rafa Pueyo como guardián de la pizarra, hicieron piña alrededor de Álex Mumbrú, el gran timón ayer en los minutos de zozobra, apretaron los dientes y resurgieron de sus cenizas con un impresionante parcial de 13-31 que dio la vuelta al luminoso para desgracia de un Blancos de Rueda que acabó con la lengua fuera.
Si la expulsión del preparador de Korydallos supuso un fundamental rearme psicológico, en el terreno material fue vital que el Gescrap Bizkaia dejara a un lado su defensa contemplativa de los dos primeros cuartos para ponerse, de verdad, manos a la obra. De encajar 26 puntos en el primer acto y 23 en el segundo, los visitantes pasaron a recibir únicamente 24 puntos en los 20 minutos finales, factor que permitió al equipo no solo dominar el ritmo del partido, sino ganar en confianza a la hora de buscar el aro rival, acertando especialmente desde la larga distancia (11 de 20 en triples). Y es que la puesta en escena de los hombres de negro en labores de retaguardia fue nefasta. Basta con recordar que Marko Banic se tragó cuatro mates de Herve Touré en los cinco primeros minutos de la contienda, que se cometieron hasta nueve personales durante el primer acto y que un equipo como el de Luis Casimiro, que promedia 70 puntos por partido, llevaba ya 26 tras los diez primeros minutos. Tampoco mejoraron mucho las cosas en el segundo acto y fue tras el descanso cuando el Gescrap Bizkaia subió el nivel de intensidad, presionó sobre las líneas de pase y metió en problemas a un Valladolid que hasta entonces encontraba alfombra roja para sus fechorías, sobre todo de la mano de Jason Robinson, Diego García y el mencionado Touré.
Y una vez solucionados los problemas en la sala de máquinas, fue mucho más sencillo que la embarcación alcanzara su velocidad de crucero. Con Mumbrú ejerciendo de almirante con una maestría que se echaba de menos en las últimas citas -se fue a los 26 puntos anotados y a los 30 de valoración-, el equipo tuvo un líder al que encomendarse, un jugador que asumió la responsabilidad y los balones calientes. Junto a él ascendieron al puente de mando Raúl López y Roger Grimau, quienes disimularon el mal partido de Banic, mucho más desentonado de lo habitual, y Vasileiadis, que solo recibió cinco minutos de juego. Entre ambos convirtieron 15 de los 22 puntos del Gescrap Bizkaia en el último parcial, con el base dominando el tempo del partido y el escolta fusilando el aro rival desde el perímetro.
Mal arranque Pese al buen arranque anotador de Mumbrú, el Blancos de Rueda Valladolid no tardó demasiado en hacerse con el control del luminoso y con un parcial de 13-2 alcanzó la distancia de seguridad de los diez puntos (26-16). La sangría fue a más en el segundo cuarto y el 38-25 hizo saltar todas las alarmas. Fue entonces cuando Álex se echó el equipo a las espaldas y, con dos triples seguidos, metió de nuevo al equipo en el partido (44-37), pero dos tiros libres de Touré tras una falta evitable y un triple a tablero sobre la bocina de Robinson después de que Jackson perdiera el balón en un saque de banda sin presión alguna volvieron a estirar el chicle en el ecuador de la liza (49-37).
Pese a una tempranera y exagerada antideportiva pitada a Jackson, la mejora defensiva del Gescrap a la vuelta de vestuarios fue patente y tuvo su reflejo en un parcial de 2-11 en el que los locales permanecieron seis minutos sin anotar canastas en juego, pero, con 51-48, dos triples de Nacho Martín y Diego García torpedearon el intento de restablecer el equilibrio. Fue entonces cuando Katsikaris, visiblemente molesto con lo que veía en cancha -con los árbitros pero también con sus jugadores- fue expulsado. Los anfitriones solo aprovecharon un tiro libre (60-50) y los visitantes, visiblemente encorajinados y con Mumbrú y Raúl en estado de gracia, les estamparon en su cara un parcial de 2-16 al que Grimau dio continuidad hasta el 69-76 a dos minutos del final. Con el duelo controlado, el Gescrap Bizkaia aún tuvo tiempo para sus ejercicios en el alambre y con 73-78 a 18 segundos del final Jackson cometió pasos tras saque de fondo, ofreciendo un último cartucho a los de Luis Casimiro, pero estos devolvieron la pifia cuando Stephane Dumas erró un pase en la siguiente jugada para perder el balón, haciendo que el mayor funambulista de la Liga Endesa no sufriera otra caída y recuperara definitivamente el equilibrio.