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Al borde de la gloria

El Gescrap Bizkaia se cuela en la élite europea empujado por una afición que reventó el Bilbao Arena Los 'hombres de negro' volvieron del vestuario para celebrar con el público el pase a la siguiente fase

Al borde de la gloria

bilbao

EnTRAR en el Bilbao Arena a las 21.55 era como colarse en el funeral de Papá Noel. El Gescrap Bizkaia quiso que sus seguidores fuesen un poco más allá en su afán por apoyar al equipo y les obsequió a cada uno un gorrito navideño de color negro. Diez mil almas con la testa de luto abrieron las puertas del infierno a jugadores de uno y otro equipo. Tal y como le gusta a Aaron Jackson, el Bizkaia se convirtió en poco menos que la morada del Satanás. Con un calor de justicia y un ruido ensordecedor, entre llamaradas, el graderío se vino abajo con la presentación de los jugadores al más puro estilo americano. Un poco de envidia debió sentir Fernando Amorebieta, sentado en la misma cancha. Perfectamente uniformado para la ocasión con la camiseta del equipo bilbaino, el zurdo hubiese querido saltar con sus 192 centímetros a poner algún tapón. Otro león, Galder Cerrajería, se acercó desde su exilio temporal en Murcia para sacar a relucir su pasión por el basket.

Uno de los grandes atractivos del baloncesto es su puesta en escena. Si la presentación del equipo pone los pelos de punta a Chuck Norris, la ambientación musical ponía en pie el graderío. El Edge of glory (Al borde de la gloria) de Lady Gaga, como si de una premonición se tratase, hacía encogerse en sus asiento al exciclista Joseba Beloki, fiel seguidor del Caja Laboral, que se temía lo que le venía encima en las siguientes dos horas.

En la pista, en una esquina, Gorka Arrinda vio el partido junto a uno de los hombres más queridos por la afición bilbaina. Txus Vidorreta, que volvía a casa por Navidad, no quiso perderse una cita tan importante para su exequipo. Las celebridades deportivas no terminaban ahí. En la pista también estuvo sentado el actual entrenador de Osasuna, José Luis Mendilibar. Y en el graderío, todavía celebrando como se merece su título mundial, Eunate Aguirre comentaba el partido con Gabino Martínez de Arenaza, el director de Turismo de Bizkaia. En los tiempos muertos también sufrían por los pasillos del Bilbao Arena el navegante Unai Basurko y el exdirectivo del Athletic Carlos del Campo.

Para que un evento bilbaino se gane un poco de prestigio tiene que estar presente alguno de los hermanos Thate, por lo que ayer no faltó en la grada Alfred. No muy lejos estaba una buena amiga suya, la triatleta Virginia Berasategi.

El palco de autoridades no era ajeno a la fiesta que se vivía sobre el parqué. El diputado general, José Luis Bilbao, supo disimular muy bien los nervios que debían de recorrerle por dentro con un partido tan igualado y reñido. Cerca de él no faltaba el diputado de Presidencia y portavoz de la Diputación Foral de Bizkaia, Juan María Aburto. Efusivamente se saludaron Antonio Basagoiti y Patxi López.

El primer irrintzi por megafonía se lo ganó Marko Banic al inaugurar el marcador. En el graderío las gargantas de baskonistas y bilbainos competían por llegar cerca de los aros. Si el primer cuarto arrancó con un grito sembrado por Banic, fue Jackson el que se ganó otro irrintzi al anotar el empate a veinte que luciría al llegar a cero el cronómetro por primera vez. El pique entre vecinos llegó al momento cumbre cuando los aficionados de Gasteiz tuvieron que entonar el "patateros y orgullosos".

Quien no dejó indiferente a nadie fue Dusko Ivanovic. El entrenador del Baskonia mantuvo una intensa lucha con el equipo arbitral que le sirvió para ganarse los pitidos de los aficionados bilbainos y los cánticos de amor incondicional de los alaveses. De todos modos, el entrenador tuvo que lidiar con una ocurrente pancarta: Tau no pasará. Lambrusko para Dusko. El momento álgido del montenegrino llegó cuando su equipo se vio sancionado con una falta técnica por culpa de su director deportivo.

En el tercer cuarto comenzaba a crecer la posibilidad de una victoria bilbaina. Los nervios afloraron en el equipo baskonista y en sus aficionados. Pablo Prigioni se esmeraba en levantar la moral de sus compañeros una y otra vez, mientras que en la grada se vivieron los momentos más lamentables de la noche cuando varios aficionados del Baskonia se peleaban con empleados de seguridad.

Y llegó el último cuarto, el que iba a decidir quién seguía en la élite continental. El Gescrap Bizkaia arrancaba con seis puntos de ventaja, pero con el paso de los minutos parecía que los gasteiztarras terminarían remontando. Fue ahí cuando la grada se hizo notar y llevó al equipo en volandas a la bocina. Janis Blums cerró el partido con dos tiros libres y dio paso a la fiesta. Llegaron los bailes de los jugadores, las grandes banderas e incluso unos bises, volviendo del vestuario para escuchar el cántico: "¡Bil-bao-Bas-ket!".