BILBAO. Está claro. Cuando los partidos se miden con el metro patrón de la agonía, del caos, del bullicio más absoluto, el Gescrap Bizkaia saca lo mejor de sí mismo. Cuando la mente deja paso al corazón, las pulsaciones se disparan y amenazan las taquicardias, los hombres de negro se mueven como pez en el agua. Es una rara habilidad, un terreno pantanoso por imprevisible. Esa irregularidad, esos dientes de sierra, pueden desesperar a veces, pero cuando la moneda cae del lado deseado el resultado se convierte en una bendita locura. Ayer hubo un nuevo ejemplo. Llegaba el conjunto bilbaino contra las cuerdas, con la necesidad de ganar y, a ser posible, salvar el average contra el Nancy para alargar el sueño de la Euroliga y lo logró con creces, con una victoria de 22 puntos que hace que ante sí el horizonte sea ahora mucho más esperanzador. Y lo logró, como de costumbre, a base de sufrimiento, de sangre, sudor y el amago de alguna nerviosa lágrima. Reconquisto el terreno perdido en anteriores comparecencias en un partido duro y rocoso en el que sacó lo mejor de sí mismo justo en el momento más espídico y anárquico, cuando un parón en el juego amenazaba con enfriar su volcánica andanada.
Faltaban cinco minutos y medio para el final de la contienda y el marcador, que no se terminaba de romper como consecuencia de la irregularidad de los de Katsikaris, señalaba un esperanzador 77-68. En ese momento, Vasileiadis cometió personal sobre Moussa Badiane, el jugador del Nancy se revolvió, D'or Fischer le empujó, el francés golpeó al estadounidense, se montó una gran trifulca en medio de la cancha y el juego se detuvo. Se paró durante casi diez minutos, el tiempo que el trío arbitral necesitó para, tras varias consultas al monitor y la intervención incluso de Gorka Arrinda, que entendía que esa interrupción, exagerada a todas luces, perjudicaba a su equipo, expulsar a ambos jugadores y reanudar el juego. El Gescrap Bizkaia no se quedó frío, ni mucho menos, y dio continuidad al parcial abierto con anterioridad a este incidente para firmar un 13-1 (85-69) que le puso en bandeja la posibilidad de recuperar incluso el average, de llevarse el premio gordo. No lo desaprovechó. Tuvo el tino y la mesura que le faltó en anteriores compromisos, sacó petróleo del bajón físico del rival, privado del concurso de Nico Batum y víctima de su escaso fondo de armario, y se llevó una victoria contundente.
Pese a que le costó entrar en funcionamiento -durante los dos primeros cuartos fue víctima otra vez de sus numerosas pérdidas-, el Gescrap Bizkaia ofrece nuevos síntomas de mejora en cada partido. Volvió a costarle muchísimo romper el duelo, pero su rendimiento defensivo subió ayer muchos enteros y el ataque encontró más soluciones que en anteriores ocasiones, sobre todo con Raúl López, inteligentísimo, manejando la batuta. De hecho, hasta seis jugadores anotaron en dobles figuras (Mumbrú, brillante y multidimensional ayer, Banic, López, Vasileiadis, Jackson y Blums). Además, otras piezas como Fisher y Grimau (cuatro de cinco en triples entre ambos) tuvieron apariciones decisivas, mientras que Hervelle y Mavroeidis dieron el callo en las facetas más oscuras del juego y Fischer aportó su granito de arena. Vamos, que fue una victoria cimentada en el trabajo colectivo y en el apoyo incondicional del público, que se calentó en el tercer cuarto y entró en efervescencia con la trifulca anteriormente mencionada, recuperando el efecto Miribilla de las grandes citas.
Arrancó la contienda el Gescrap Bizkaia explotando la superioridad física de Mumbrú en su emparejamiento con Shuler y las cosas le fueron bien, con un 12-5 de inicio, pero el banquillo francés no tardó en corregir esta circunstancia. A partir de ese momento, el partido se trabó en el cinco contra cinco y pasó a convertirse en un duelo de pistoleros. Los aciertos de Blums estiraron la renta (17-9), pero el Nancy, con Moerman y Grant de estiletes, hizo gala de su tino desde la larga distancia y no solo empató la contienda sino que cobró ventaja en el arranque del segundo acto.
En esos momentos de zozobra ofensiva, el Gescrap Bizkaia chocó una y otra vez contra la bien organizada retaguardia gala y únicamente el ardor guerrero de Mavroeidis, muy activo, ofreció soluciones que no fueran la búsqueda del aro desde la lejanía. Fue atinando con el triple, de la mano de López y Mumbrú, cuando los de Katsikaris volvieron a gobernar en el luminoso, pero sus intentos de romper el partido encontraron dos pésimos compañeros de viaje en forma de pérdidas de balón -once al descanso- y malas lecturas del juego, lo que hizo que la balanza llegara prácticamente nivelada al ecuador (40-39).
Temperatura No cambiaron demasiado las cosas a vuelta de vestuarios. Los anfitriones llevaban la batuta del choque merced a su acierto desde el perímetro, pero sin la regularidad necesaria para hacer desaparecer del retrovisor al pegajoso Nancy. Siempre hubo una pérdida o un mal tiro que lo impidió. O sino, ahí estaba Moerman para convertirse en una pesadilla desde los 6,75. Una falta no pitada al virus Linehan hizo que el partido y el público bilbaino entraran en ebullición. El encuentro se convirtió en una sucesión de tiros libres y jugadas al límite y el que mejor se desenvolvió con este guión fue el clarividente López, que no solo anotó desde la línea de personales, sino que activó al hasta entonces desaparecido Fischer para que el duelo llegara a los últimos diez minutos con un favorable 69-62. Un triple de Vasileiadis en la apertura del cuarto final hizo soñar con recuperar el average, pero el Nancy no perdió pie. Sin embargo, otro arreón local desembocó en la jugada decisiva, en esa doble expulsión que no cortó el parcial de 13-1. El Gescrap tuvo esta vez el temple que le faltó en otras citas, supo jugar esos minutos finales a la perfección y se llevó el premio gordo: victoria y average.
1Templanza Si bien es cierto que al Gescrap Bizkaia le costó horrores romper el partido, también lo es que esta vez tuvo el pulso firme necesario para gestionar sus ventajas en el tramo decisivo del partido.
2COlectivo Seis jugadores (Mumbrú, Banic, Blums, López, Jackson y Vasileiadis) anotaron en dobles figuras pero, además, Grimau, Fisher y Fischer tuvieron apariciones tan brillantes como decisivas mientras que Mavroeidis y Hervelle aportaron la intensidad defensiva necesaria.
3ACIERTO El Nancy convierte los partidos en una batalla sin cuartel, pero los locales se movieron en notables niveles de acierto (73% en tiros de dos y 41% en triples).