La derrota en Manresa añade nuevas razones para la desazón por el rendimiento actual del Bizkaia Bilbao Basket, lejano a las expectativas creadas. Pero tanto más inquietan las declaraciones posteriores de Fotis Katsikaris. Afirmar que "el equipo estaba muy cansado, no hemos podido entrenar y preparar el partido como queríamos" supone admitir, de alguna forma, que el equipo no está pudiendo por ahora con la exigencia mental y física que supone compaginar la Liga Endesa y la Euroliga.
Si la pasada temporada se juzgó como un problema el tener solo un encuentro a la semana, ahora no puede serlo también disputar dos. El calendario ya se conocía desde hace tiempo, con algunos matices, y los objetivos los han marcado el club y el equipo de forma clara. Si Katsikaris quería ver a su equipo a tope en noviembre y diciembre es porque sabe que en estos dos meses hay mucho en juego: toda la primera fase de la Euroliga que desemboca en el Top 16 y gran parte de la primera vuelta de la Liga Endesa que otorga plazas para la Copa. Los últimos resultados suponen un freno a esas aspiraciones y van a obligar a los hombres de negro a mejorar sus prestaciones, sobre todo fuera de casa. Perder en Alicante, Nancy, Cantú y Manresa seguro que no entraba en los planes de nadie.
Es evidente que el Bizkaia BB no está a tope. El cansancio no puede justificar el 29-9 del primer cuarto en el Nou Congost, la debilidad defensiva, el 3 de 13 en los tiros y las 11 pérdidas de balón, que incluyeron tres situaciones de campo atrás y dos posesiones consumidas sin lanzar a canasta. Más parece una cuestión de predisposición mental porque la flojera física debería manifestarse con el partido más avanzado, no nada más empezar. De hecho, el equipo le echa en Manresa coraje para reconducir la situación y recuperar opciones de triunfo hasta que ya no puede más. Si hay pocas fuerzas, desde luego están mal administradas.
Cierto que hay poco tiempo para preparar los partidos, pero la calidad y amplitud de la plantilla debe prevalecer ante rivales inferiores. Esto es, hay que simplificar la materia táctica y apelar a las responsabilidades individuales, como hizo el técnico tras la derrota, para no hacer equilibrios cada día y buscar un camino seguro hacia el triunfo. Los cambios de Katsikaris en el cinco inicial y su gestión de las rotaciones resultan significativos de que aún busca dar con la tecla. De hecho, Mavroeidis y Fisher, en teoría décimo y undécimo jugador, fueron los más destacados.
El caso de Aaron Jackson es ilustrativo. En el primer partido oficial en Alicante, el base de Hartford jugó más de 32 minutos. En Cantú se quedó en 14 y en Manresa, en 18 cuando la pasada temporada solo en tres choques jugó menos. Tras seis partidos, Jackson promedia menos tiempo de juego que en su estreno en la ACB. Con el estadounidense bajo mínimos, el Bizkaia BB es un equipo horizontal, que tarda en lograr ventajas, y abusa de Mumbrú en el poste bajo para generar juego. Katsikaris debe recuperar urgentemente a Jackson, Grimau y Blums para equilibrar su ataque. También usar de forma más continua a Vasileaidis, al que sus despistes defensivos pasan más factura que a otros compañeros. Pero el griego supone casi la única amenaza fiable en el tiro exterior. Porque la labor en la contención, sobre todo lejos del 'efecto Miribilla', está dejando que desear. Se dan muchas facilidades en el uno contra uno que la labor colectiva no logra tapar y acciones como la de Micov en Cantú o Hanga en Manresa -cruzarse todo el campo para anotar sin oposición- acaban retratando a todo el equipo.
Fotis Katsikaris reclamó también en Manresa el respeto arbitral "porque también somos equipo de Euroliga". Ocurre que nadie está viendo al Bizkaia BB como un grande ya que él mismo no se está comportando como un grande. El calendario ya ha dado un toque de atención. Los hombres de negro tienen que marcar su territorio y recuperar la solidaridad y el carácter. Nada está perdido.