Oli, exfutbolista del Oviedo: “Jugar en San Mamés siempre era especial”
Oliverio Jesús Álvarez, conocido como Oli, regresa con DEIA a la década de los noventa para recordar sus enfrentamientos con el Athletic como goleador de un gran Oviedo
Recordar al extraordinario Oviedo de los noventa, cuando el club asturiano logró estrenarse en la extinta Copa de la UEFA (1991-92) y sumar trece años consecutivos en Primera División (1988-2001) lleva a pensar irremediablemente en Oli, mítico delantero del cuadro ovetense que se convirtió en un ídolo para la afición carbayona a base de goles. 70 tantos en 196 partidos con el Oviedo divididos en dos etapas distintas (1992-97 y 2000-03) sumó aquel extraordinario ariete formado en la cantera del club y que no olvida sus encuentros contra el Athletic, ni el viejo San Mamés, un campo que adoraba.
Athletic-Oviedo. Un partido con sabor añejo que vuelve a darse en LaLiga 25 años después. ¿Demasiado tiempo?
—Sí, particularmente, tengo muy buenos recuerdos de los partidos en el viejo San Mamés y en el Tartiere, donde en aquel último partido de liga contra el Athletic en 2001 tuve la oportunidad de marcar un par de goles en la victoria por 5-0. Ha cambiado mucho todo desde entonces. Por supuesto, San Mamés, ahora mismo el mejor campo de España y donde se respira el mismo fútbol que se respiraba en el viejo San Mamés. Lo que ha cambiado es que antes cuando jugábamos el campo estaba a veces con charcos y barro siendo partidos de mucha lucha, mientras que ahora todos los campos están perfectos. Son prácticamente alfombras.
Como jugador del Oviedo se midió en nueve ocasiones al conjunto rojiblanco. ¿Era un enfrentamiento especial para usted?
—Jugar en San Mamés siempre era especial por todo, empezando por el viejo túnel estrecho de vestuarios y ese fútbol añejo con vestuarios incluso algo pequeños para visitantes. Era un ambiente caliente y yo tenía la suerte de que iba mucha familia a ver los partidos, lo que también lo hacía especial. Tuve la oportunidad de jugar allí también con el Betis, con el Cádiz en una temporada 2005-06 en la que el Athletic estuvo cerca de bajar a Segunda División y en el homenaje a Zarra en 1997, del cual guardo muy buen recuerdo con un combinado de LaLiga que dirigió Javier Clemente. Guardo aquella camiseta en casa, porque aquel día tuve la suerte de conocer a leyendas del Athletic como el propio Zarra, Iribar o Dani. Fue un día precioso y tengo muy buenos recuerdos con el Athletic.
Buenos recuerdos y goles. Se le computan cinco tantos al Athletic en 15 encuentros en total. Solo marcó más a Tenerife (10) y Barcelona (6). Se le daban bien los leones.
—Bueno, fueron muchos partidos desde que debuté con 20 años hasta que me retiré con 34. Fueron 14 años como profesional y de ellos creo que nueve en Primera, por lo que me dio para mucho. Además, tuve la suerte de que no había cinco cambios como ahora, ni rotaciones. Jugabas muchos más minutos y partidos completos.
Donde nunca marcó fue en Bilbao. Ocho visitas y ningún gol.
—Así es. En el homenaje a Zarra creo recordar que sí marqué y no se me olvida que también hice gol en mi debut con el Betis en la primera jornada de la liga 1997-98 en el Benito Villamarín.
En San Mamés tuvo un balance de cinco derrotas, dos empates y una victoria. ¿Recuerda cuándo y con qué equipo la consiguió?
—Sí, fue con el Oviedo en la temporada 1995-96 por 0-1. No hice el gol, pero ahora se cumple el centenario del Oviedo y en sus cien años de historia, aquella temporada fue en la que más partidos ganó el equipo fuera de casa en Primera División. Ganamos en San Mamés, Bernabéu, Coruña…Aquella temporada estaba Julen Guerrero en el Athletic, con el que coincidí la temporada siguiente cuando fui a la selección.
¿Algún central del Athletic le complicaba las cosas especialmente?
—Recuerdo que Patxi Ferreira era duro y físico. También me enfrenté a centrales como Carlos García o Roberto Ríos, pero este último era elegante jugando y no era un central duro de castigar.
Formó parte del gran Oviedo de los noventa. El club logró una clasificación para la Copa de la UEFA y estuvo trece años seguidos en Primera División (1988-2001).
—Fue una década muy buena con jugadores internacionales en el equipo de mucho caché. Estábamos siempre en mitad de la tabla haciendo muy buen fútbol. Fue la única vez que el club consiguió jugar competición europea (1991). Yo debuté en enero de 1993 y en mi época estábamos varios internacionales españoles.
Usted, canterano, se convirtió en ídolo de la afición a base de goles. Hasta 20 en LaLiga 1996-97.
—Sí, tuve un buen maestro como Carlos a mi lado. Se fichaba bien y había una buena mezcla de extranjeros internacionales y gente asturiana con esa identidad que echo en falta ahora en el Oviedo. En aquel bloque de los noventa estábamos cinco o seis asturianos en el once inicial como Sietes, Armando, César, yo mismo o Roberto Suárez, además de Iván Ania que entró después.
¿Cómo era Oli para quienes no le vieron jugar?
—Era un delantero más bien peleas, batallador, con buen juego aéreo a pesar de no ser muy alto y agresivo. Un poco mosca cojonera como decían antes siendo un delantero con mucha perseverancia, agresivo en el área y zurdo. Algunos me decían que tenía el tren inferior bajo, pero eso me facilitaba armar rápido la pierna. Tenía instinto goleador y toda la vida he hecho goles, pero la gente creo que me reconoce más por el trabajo.
¿Qué significa el Oviedo para usted?
—Es mi casa. Ahora mismo te hablo desde Oviedo, me crié durante 25 años en el centro de la ciudad al lado del Hotel Reconquista y soy ovetense. Hasta que tuve 20 años que estaba en el filial del Oviedo, a todos los partidos que iba al Carlos Tartiere desde los ocho años iba de la mano de mi abuelo, que llegó a ser socio número 42 del club. Me metió en las venas el oviedismo y cuando me hice profesional me tocó vivirlo en el campo. Seguro que estará orgulloso de que su nieto jugara en el Oviedo, que es mi vida, mi casa y mi gente.
Su primera etapa en el club finalizó cuando se marchó al Betis en 1997.
—Volé con 25 años al tener la oportunidad de jugar en Europa con el Betis y en la selección española.
Regresó al Oviedo en el 2000 y volvió a hacer goles, pero a nivel colectivo las cosas fueron peor que en los noventa y descendieron a Segunda División.
—Pasó algo similar con Joselu en el Alavés, que también hizo muchos goles y el equipo descendió. Hay algún caso más no sé si con Tamudo en el Espanyol. Yo hice 15 goles aquella temporada 2000-01, pero después de una fantástica primera vuelta hicimos una mala segunda vuelta y el equipo bajó a Segunda. A partir de ahí vino un cúmulo de desgracias para el Oviedo.
Acabó marchando del club de nuevo en 2003 tras dos temporadas de impagos. ¿Cómo fue aquella segunda salida?
—Fue muy dura para todos. La situación era crítica en el club. Si cuando bajamos a Segunda en 2001 hubiera existido el control financiero que existe actualmente en LaLiga, la situación crítica que se vivió en el Oviedo se hubiera evitado.
¿Qué supone para usted ver al Oviedo en Primera División tanto tiempo después?
—Cuando la pasada temporada subió al equipo Paunovic, que aquellos últimos partidos en Primera División los jugó conmigo, le agradecí no solo que ascendiera al equipo, sino que por fin después de 24 años cerrara para los jugadores de aquella época una herida. Para nosotros ha sido una liberación en cierto sentido. l
