El Athletic se empeña en bajar su cotización en esta liga. Después de sumar sus tres primeros puntos en Champions gracias a su victoria sobre el Qarabag, ayer se llevó todo un chasco frente al Getafe de Bordalás, que supo leer mejor la letra pequeña de un partido horroroso en cuanto a la estética del fútbol y que se resolvió en un detalle, en el gol de Borja Mayoral en uno de los poquísimo desajustes defensivo del colectivo de Ernesto Valverde, que tampoco encontró soluciones en su libreta.

Lo mejor: El aceptable tono defensivo dentro de la espesura colectiva

Hay desenlaces que sientan mal cuerpo. No solo por el resultado, sino también por la forma en que se produjo. Lo cierto es que el Athletic se las prometía muy felices en su enfrentamiento ante el Getafe de Bordalás, un entrenador que nunca hasta ayer había logrado ganar a un equipo dirigido por Ernesto Valverde, después de estrenar victoria en la Champions League, pero la realidad no hizo más que retratar a un Athletic que carece de la credibilidad del curso pasado y que parece jugar a la ruleta rusa, sin saber a ciencia cierta qué versión ofrecerá. Ayer tocó cruz y son muy pocas las cosas que se pueden sacar en positivo en cuanto a las prestaciones de los leones, que fueron una sobra de sí mismos sobre todo en el primer acto, pero al que le mantuvo su buen tono defensivo, encarnado especialmente en las figura de sus dos centrales y en Yuri Berchiche, que pone ese poso que debe pedirse a un futbolista de su veteranía.

El conjunto rojiblanco no encontró la tecla para imponer su juego y se tuvo que refugiar en el nivel de su entramado defensivo, con un Aymeric Laporte, que, recorridos ya ocho encuentros en su segunda etapa en el Athletic, aporta seguridad y soluciones a la hora de poner freno a las acometidas rivales. El de Agen volvió a sacar una versión reconocible y prácticamente nadie cuestiona su rol, con lo que Dani Vivian, que no pudo evitar el remate de Liso que propició el tanto de Borja Mayoral, y Aitor Paredes, es estuvo correcto tres días antes frente al Qarabag, están predestinados a pelear por la plaza que otorga la credencial de socio de Laporte. Fue de lo poquito que se salvó de un encuentro que permitió a Urko Iruretagoiena, Izeta, que bastante tiene con superar su ostracismo administrativo en la Champions, volver a jugar unos minutos después de su anterior comparecencia frente al Mallorca y en lo que se vio ansioso para reivindicarse, pero no le acompañó la fortuna.

Lo peor: El mal endémico de este curso, una falta de fútbol que no se corrige

La derrota del Athletic a manos del Getafe genera interpretaciones de lo más variopintas y en función de dónde se quiera poner el foco. Lo cierto es que el conjunto rojiblanco no vio puerta, que ratifica los problemas que proyecta este curso a la hora de batir la portería rival, una falta de pegada que va camino de convertirse en una mal endémico. Su producción ofensiva que se limita a nueve goles en diez jornadas, o sea una media que no llega ni al gol por encuentro, y son dos las jornadas consecutivas, tras el empate sin goles una semana atrás en Elche, en las que no marca, una realidad que cuesta puntos y que se acentúa cuando su propuesta de fútbol deja mucho que desear, con futbolistas que deben asumir la responsabilidad y que están muy lejos de una versión notable.

Ernesto Valverde apeló tras la derrota a hacer autocrítica, que seguramente esta deberá empezar por él mismo. El entrenador está en el ojo del huracán en estas situaciones en las que el equipo no funciona, no transmite buenas sensaciones, y el Txingurri lo asume. No dio con la tavle para desactivar la propuesta de Bordalás, que le ganó en la pizarra y que jugó a lo que no esperaba ni Valverde ni sus jugadores, cuando el Getafe se presentó en San Mamés con una presión en bloque alta y con la que logró maniatar a un Athletic que se vio incapaz de salir de la telaraña que confeccionó el equipo azulón, que, también es cierto, no molestó a Unai Simón en toda una primera parte lastimosa de fútbol, hasta el punto de que el primer disparo a los tres palos lo protagonizó Oihan Sancet a los 47 minutos de juego y que abortó David Soria, que pasó la tarde más plácidas de todas sus visitas a Bilbao.