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Athletic 1 - 0 Rayo Vallecano

El Athletic saca su carácter y hunde al Rayo

Decidió un solitario gol y de penalti, obra de Sancet en un segundo tiempo donde el equipo experimentó una sustancial mejoría tras un inicio deficiente

El Athletic - Rayo Vallecano, en imágenesOskar González, Borja Guerrero

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El 1-0 refleja tanto la superioridad del Athletic como la dificultad que entrañó el partido. Un único gol y de penalti era la recompensa mínima a la que opositó, en especial según el cronómetro fue avanzando. Estaba cantado que el Rayo plantearía pegas porque siempre lo hace, pero casi nunca le vale para imponerse en este duelo concreto. La razón última volvió a evidenciarse ayer: no posee los mimbres adecuados para contrarrestar el carácter, la constancia y el físico del grupo que Valverde tiene a su cargo, ni la calidad de unas cuantas piezas que alinea habitualmente.

Durante la primera mitad el asunto discurrió bastante parejo, incluso cabe afirmar que el cuadro madrileño estuvo más acertado y exhibió su descaro, pero en la reanudación, cual rodillo, el Athletic fue y fue, insistió, no rebajó el ritmo, salió vencedor de la mayoría de las disputas. Esa labor de desgaste exenta de brillantez, apenas salpicada con los detalles de Nico Williams y un Sancet todavía en precario, terminó por abrir la vía hacia el triunfo.

El gol se produjo pasada la hora, quiere decirse que el Rayo tuvo tiempo de sobra para rebelarse y buscar la igualada, pero careció de poder ante la pegajosidad y agresividad locales. En realidad, es que los de Iñigo Pérez ni rechistaron y por más que con los cambios afiló el perfil del grupo y que los rojiblancos fueron cediendo metros, Simón no pasó ningún apuro. El marcador nunca estuvo en riesgo, lo cual supone un detalle importante y de momento ahí figura en la clasificación el Athletic, codeándose con los mejores, igual que en el cierre de la anterior edición del campeonato. Seis puntos de seis posibles y dando señales de que se va entonando. No ha necesitado grandes alardes y, para qué negarlo, ha quedado claro que a su fútbol le falta chispa y confianza, pero desde luego la imagen de ayer en absoluto guarda relación con la vista contra el Sevilla.

Entonces se apreciaron motivos para preocuparse, se asistió a un derrumbe que puso en peligro un resultado muy favorable. Frente al Rayo en cambio, el trabajo del equipo fue en progresión ascendente, le costó coger el hilo, pero no es menos cierto que concedió poquísimo en su área, se mostró contundente sin balón y esta identidad, cuando la inspiración y la frescura escasean, es muy interesante para ir aproximándose al rendimiento que se le puede exigir a este Athletic europeo. Sobre todo, si como hasta la fecha ejerce de anfitrión y con enemigos que tampoco pueden catalogarse como rivales directos o de talla extraordinaria. Así que la lectura del segundo compromiso sirve para hacer desaparecer el mal regusto de la semana anterior.

Los entrenadores, fieles a la máxima de mantener aquello que ha sido rentable, eligieron los mismos onces de la primera jornada. En el criterio de Valverde, más que por el funcionamiento ante el Sevilla, primaba la prudencia, no exponer a los hombres salidos de la enfermería, en especial Sancet. Por su parte, Iñigo Pérez aparcó su ronda continental tras el buen resultado obtenido el jueves y quiso a los titulares sobre la alfombra de San Mamés. Y de entrada, la apuesta le sonrió. Prueba de ello es que su colega ordenó a Sancet calentar desde un rato antes del descanso.

El primer acto se dividió en tres partes: saltó mucho más despierto el Rayo, que también se retiró a vestuarios con la sensación de gobernar el encuentro y en medio, por espacio de unos veinte minutos, el Athletic emitió síntomas interesantes, más incisivo, evitando errores de bulto y mordiendo de modo armónico para bajarle los humos a los madrileños. Se presumía que saltarían a buscar los puntos en juego sin disimulos y no decepcionaron. En parte debido a que, además de su actitud, se beneficiaron de un despiste generalizado en las filas del Athletic.

A los dos minutos ya había regalado una excelente ocasión de gol: un mal pase de Jauregizar permitió a De Frutos enfilar portería y superar la salida de Simón con un leve toque que se coló entre las piernas del portero. La pelota recorrió en paralelo la línea de gol sin que llegase un rematador y Yuri pudo despejar. Un susto gordo al que siguieron varios de menor relevancia. Jauregizar incurrió en tres pérdidas seguidas, Nico Williams falló en varios controles, Maroan cometió una cesión imprudente, en fin, un pequeño desbarajuste que costó corregir mientras, dueño de la posesión, el visitante se desenvolvía con dinamismo.

El panorama mejoró a raíz de una carrera de Nico, que se marchó de cuatro rivales. La jugada no tuvo consecuencias, pero trajo una reacción en el colectivo. Se puso el Athletic a presionar con eficacia, robaba y podía correr. No se asistió a ninguna transformación radical, pero el genio de los rojiblancos alteró la pauta. Batalla neutralizó un venenoso chut de Nico y luego probó de lejos Maroan, pero para entonces el Rayo había recuperado la manija. No atacó, pero desfiguró el perfil del anfitrión, de nuevo dedicado a contener. 

En la continuación fue el Athletic creciendo, quizás de modo inapreciable al principio, pero para cuando el Rayo se dio cuenta de que le habían robado iniciativa y espacio ya era tarde. Con Sancet en el ajo, siguió apurando Nico Williams, pero ahora arropado con el empuje del colectivo. Y en un mismo minuto, pudo llegar el 1-0 y el 0-1; sin embargo, lo que tocó fue el error grueso a cargo de Gumbau en área propia. Sancet anduvo listo, se anticipó y cayó derribado. El VAR avisó al árbitro y este señaló los once metros. Sancet engañó al meta y seguido Valverde metió a Prados para sujetar la estructura. Más tarde quitó efectivos de ataque para apuntalar más aún la parcela central y el encuentro fue muriendo por inanición. Conforme el Athletic con proteger su ventaja e impotente el Rayo para amenazarla.