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El Athletic nunca caminará solo en San Mamés

La afición rojiblanca da un ejemplo de lealtad en una dolorosa derrota

Las gradas de San Mamés, de la euforia inicial a las caras largasBorja Guerrero | Oskar González

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¡Qué orgullo es ser del Athletic! Es orgullo en la victoria y sobre todo tras la gabarra; pero también en la derrota. En la apabullante y dolorosa derrota. Porque los tres goles del Manchester United -y la roja a Dani Vivian y la lesión de Óscar de Marcos...- no fueron fáciles de masticar en un San Mamés ilusionado con la Europa League. Y, aún así, a pesar de que el cuerpo no quería y el alma no respondía, La Catedral no dejó de animar. No calló ni tras el primer gol, ni tras el segundo, ni tras el tercero. No calló cuando vio que su mejor central se marchaba al vestuario antes de tiempo, ni cuando su capitán, al que le queda menos de un mes con las botas, se retiró cojeando. Porque lo único reconocible del Athletic ante los red devils fue su afición. Su constante, leal y persistente afición. Esa que este jueves demostró que, al igual que el club, también es Unique in the world (única en el mundo).

Porque no fueron 90 minutos fáciles. Más bien largos. Eternos. Y en ninguno de ellos permitió que en San Mamés hubiera silencio. No dejó que sus leones caminaran solos. Fueron acompañados por los 51.890 espectadores -el récord en un partido del Athletic se batió ante el Rangers con 52.114 feligreses- hasta el pitido final. Y más allá. Y es que tras el encuentro, cuando muchos se hubieran marchado, San Mamés se quedó. Se puso en pie y, por primera vez en Europa, no cantó el txoria-txori. Hubieran sido los versos más tristes de toda su historia. En cambio, con el corazón en un puño, la cara abofeteada y la ilusión destrozada, La Catedral cantó a pleno pulmón que, aunque el Manchester le haya despertado del sueño, siempre le quedará esperanza. Por eso, su despedida fue alta y clara: Jo ta ke, irabazi arte.